JUEVES 30 DE JUNIO DEL 2016.-
Cinco estrenos este jueves. Películas buenas,
agradables y el tanque semanal llamado “Warcreaft, el origen”. Veamos de qué se
trata el cine de este jueves:
AMOR POR SORPRESA
De Mike Van Diem.Con Jeroen Van
Koningsbrugge, Georgina Verbaan, Jan Decleir, entre otros. Música de Brian
Byrne. Duración: 102 minutos.
BUENA. DE LA PESADILLA AL AMOR
Mike Van Diem es un director holandés
ganador de un Oscar al mejor film extranjero en 1998 por “Carácter”. Sin tener
una filmografía extensa, todo lo contrario, supo coescribir un buen guión con
Karen Van Holst Pellekaan sobre dos almas frustradas en la vida que buscan el
suicidio pero terminan amándose.
Aún con el carácter romántico que predomina
en el film, Van Diem no cae en clishés aburridos y sostenidos sino que le
imprime, especialmente al comienzo de la película, un tono de thriller “negro”
que no ahonda pero deja flotando, para adentrarse en la relación de este
millonario que contrata un servicio para un “suicidio” y de esta bella mujer
que hace lo mismo aunque sin ese nivel económico.
Que el amor todo lo puede se hace cierto
una vez más dentro de un contexto amable, con suspenso, que bordea el policial,
se escapa hacia el romanticismo y, en definitiva, hace pasar un buen momento.
Nada más.
Elsa Bragato
DOS TIPOS PELIGROSOS
De Shane Black. Con Ryan
Gosling, Russell Crowe, Kim Basinger, Margaret Qualley, Keith David, ente
otros. Fotografía
de Pilippe Rousselot. Música de David Buckley y John Ottman. Duración: 115
minutos.
MUY
BUENA. DOS NOTABLES EN DELIRANTE ACCIÓN
La acción
transcurre en 1970 en Los Angeles, ciudad ideal para escapes policíacos y
delirios de acción. Shane Black es un gran conocedor de los films de este tipo
luego de intervenir en Arma Mortal 1 y 2, o Ironman3, entre otros grandes
éxitos de la pantalla. Es notable la recreación de los 70, gran mérito de la
dirección de arte. Y es plausible la creación de dos personajes que encarna una
nueva pareja de varones: Ryan Gosling y Russell Crowe, al mejor estilo de las
llamadas “buddy movies”, o películas donde la pareja central son dos amigos.
Este es
el gran mérito de SHane Black: reunir a Goslyng como “Holland March” con Russell
Crowe como “Jackson Healy”. La desaparición de una niña, “Amelia” (Margaret
Qualley), y la muerte de una actriz porno los lleva a trabajar juntos, debiendo
enfrentar todo tipo de acciones policiales, una fiesta exótica, y el
descubrimiento de que hay más personas buscando a los sospechosos.
Sin duda,
las palmas de las llevan los dos actores por cómo interactúan, la solidez y
solvencia en los diálogos y hasta en las coreografiadas acciones, las
adversidades y los buenos momentos juntos, cada uno con su propia historia
personal. Kim Basinger, a quien vemos poco últimamente, compone a una fuerte
representante de la justicia con quien “Holland” y “Jackson” deben lidiar.
Es un
film muy atractivo, atrapante, con mucha acción y un trabajo actoral que se
transforma en un duelo de altísimo nivel. Si bien Shane Black no descubrió
nada, supo tomar elementos del thriller, del policial, de otros géneros
cinematográficos, para unirlos en un mix más que convincente. Ya se habla de
una secuela.
Elsa
Bragato
LA
ILUSIÓN DE ESTAR CONTIGO
(GEMMA BOVERY)
De Anne Fontaine. Con Gemma Arterton, Fabrice Luchini, Jason Flemyng,
Mel Raido, Niels Shneider, entre otros. Música de Bruno Coulais. Duración: 99
minutos.
MUY BUENA.
RECORDANDO A FLAUBERT
Basada en
la novela de Posy Simmons, la realizadora Anne Fontaine (nacida en Luxemburgo,
con unas 15 películas en su haber) dirigió en “La ilusión de estar contigo” un
verdadero festival de Gustave Flaubert, el insigne escritor de “Madame Bovary”.
El film está rodado en Normandía, en Ruán, donde Flaubert escribió su clásico
más notable.
Nos
encontramos, en principio, con la sensualidad y sexualidad de Gemma (Gemma
Arterton) teniendo en cuenta que, en la novela, el personaje es Emma, un rol
pleno de desparpajo, aburrimiento marital y aventuras amorosas. En el marco del
paisaje rural, muy bello, aflora el drama aunque impregnado con un humor
desatado que contrapesa la fatalidad que está gestándose.
“Martin”
(Fabrice Luchini) es un ex parisino que regresa a su pueblo natal en Normandía
para hacerse cargo de la panadería del papá. Ama la literatura, en especial a
Gustave Flaubert, y es dueño de una poderosa imaginación siendo un gran
observador de todo lo que lo rodea. “Gemma” (Arterton) es una reciente vecina
inglesa casada con “Charles Bover” (Jason Flemyng). La visión “omnisciente” de
“Martín” prevé la suerte de la heroína. Gemma vive despreocupada, con pasiones
obsesivas. El vecino “Hervé de Bressigny” (Niels Schneider) es su amante así
como su ex novio, “Patrick” (Mel Raido).
Hay un
“eje visual”, “Martin”, que, a modo de director de cine, hará todo lo posible
para que la tragedia no ocurra, no se produzca. Quizás con un enamoramiento
lejano, platónico, sin capacidad para la seducción.
A este
interesante planteo narrativo se le añade el paisaje normando, la catedral de
Ruan, majestuosa, eje de una escena ficticia con un casamiento irreal.
En
verdad, hay que destacar la relevancia de Gemma Arterton en el papel de
“Gemma”, dueña de un sex-appeal fuerte y atrapante, una actriz que subyuga y
que, por momentos, hace olvidar la tragedia que se avecina, a pesar de los
esfuerzos de “Martin”. Tal vez un asesinato, un envenenamiento involuntario, un
marido engañado que toma venganza. Nada se da por sentado. Y es otra positiva
vuelta de tuerca de Anne Fontaine para que el espectador sea también
coprotagonista. Más que interesante película.
Carlos
Pierre
WARDCRAFT,
EL ORIGEN
De Duncan
Jones. Con Travis Fimmel, Paula Patton, Ben Foster, Dominio Cooper, entre
otros. Música de Ramin Djawadi. Fotografía: Simon Duggan. Duración: 123
minutos.
REGULAR. BUENOS
Y MALOS EN LUCHA ETERNA
Los videojuegos
son la mejor solución para generar tanques que conciten la atención de chicos y
grandes afectos a esos entretenimientos. Así piensa Hollywood. Es el caso de
“Wardcraft, el origen”, basado en los juegos de 1994, que derivó en libros, en
juegos de mesa y en novelas. Faltaba el cine.
Duncan
Jones (hijo de David Bowie) es un destacado director británico independiente
que optó por esta versión del mundo “Wardcraf”, con raíces profundas en la
mitología sajona y uno de sus mayores exponentes: J.R.R. Tolkien. “El señor de
los anillos” ronda este mundo de humanos buenos y orcos feísimos y malos,
además de elfos, enanos, grifos, dioses, diablos y embrujos. El marco es
medieval y el objetivo es la lucha del bien contra el mal.
Se
suceden los males como maleficios antiguos que persisten, la necesidad de tener
líderes para armar batallones de guerra y las luchas, que concentran el mayor
esfuerzo técnico.
El mundo
de Azeroth entra en guerra con los orcos guerreros que vienen a colonizarlos.
Se abre el portón de ambos mundos y se enfrentan en una guerra sin cuartel.
Reyes y príncipes surgen como el rey “Llane”, encarnado por Dominic Cooper, y
el malvado “Gul’dan”, a cargo de Daniel Wu. Pero “Durotan” (Toby Kebbel) se
aparta del fiero “Gul’dan” para unirse a los humanos y derrotarlo.
Nadie
puede negar que la película cuenta con elementos atractivos fantásticos, las
caballerías confrontando a morir, las excelencias tecnológicas que agregan
esplendor visual. Pero tantos seres humanos y no tanto, tanto “parecido a…” le
quita hondura y estamos frente a un film más con personajes estrafalarios
unidos a humanos como una remake subalterna de la trilogía de Peter Jackson. No
hay gracia en esto. Solo ganas de ver lo mismo pero con menor sustrato
narrativo y roles apenas delineados. El disfrute está para los amantes del
videojuego como lo es el director Duncan Jones, fascinado por “Wardcraft” desde
su niñez. Logra entretener pero…
Elsa
Bragato
LA ÚLTIMA
OLA
De Roar
Uthaug. Con Kristoffer Joner, Ane Dahl Torp, Eili Harboe, Jonas Hoff Oftebro,
entre otros. Música de Magnus Beite. Fotografía de John C. Rosenlund. Duración:
104 minutos.
MUY
BUENA. CINE CATÁSTROFE DE NOTABLE FACTURA
El
noruego Roar Uthaug construyó un film fantástico, clásico, que se inscribe en
lo mejor del género catástrofe sin las supermillonarias inversiones de
Hollywood, a puro pulso con la cámara y variantes narrativas que enriquecieron
el producto final.
El film
apela a supuestas filmaciones antiguas del deslizamiento de rocas que ocurrió
el 15 de enero de 1905 en Lodalen, Norsfjord, matando a 63 personas. La zona,
de gran valor turístico en Noruega, es monitoreada desde entonces por geólogos,
temiéndose que en cualquier momento pueda ocurrir otro brutal deslizamiento que
ocasiona oleajes de más de 80 metros de altura, arrasando todo a su paso. No se
sabe cuándo ocurrirá este movimiento determinante de las placas tectónicas (la
misma tensa espera que en California).
En este
caso, Uthaug nos muestra la vida de la familia del geólogo Kristian Eilgord
(Kristoffer Jones) quien, junto a su esposa y sus dos hijos, decide dejar la
localidad de Geiranger y aceptar un trabajo en una compañía de petróleo en
Stavanger. Sin embargo, advierte movimientos extraños en las rocas y alerta a
sus compañeros. Buena parte del film transcurre en este lugar de trabajo y en
el hogar del geólogo observando las reacciones de los cónyuges y los dos hijos
ante lo que se avecina. Kristian es el héroe en el que Roar Uthaug pone el
énfasis sentimental y humano de la historia.
El deslizamiento
ocurre y es tan vívida la fotografía de John C. Rosenlund que impresiona y
perturba al espectador, transformado en protagonista de un Tsunami gigantesco,
un monstruo de olas y caudal de agua imposible de imaginar.
La
tensión no disminuye a pesar de la bucólica primera parte donde, hábilmente,
Uthaurg escrudiña pequeños gestos y actitudes tanto personales como laborales
de los personajes para mantenernos en alerta. Las consecuencias de la tragedia
están filmadas con realismo notable y, si bien transcurre una narración por momentos
previsible, la atención se mantiene hasta el final. “La última ola” está
doblada al inglés y subtitulada en castellano, y es una de las mejores
películas catástrofes nacidas fuera de Hollywood, siendo la primera de este
género en Noruega. Más que recomendable para mayores de 16 años.
Elsa
Bragato