JUEVES 16 DE JUNIO DEL 2016.-
Seis estrenos que vuelven a incluir la
película nacional “El eslabón podrido”, cuyo comentario ya hiciéramos
hace un par de semanas. La permanencia en salas de otros films va postergando
su estreno, esperemos que este jueves ocurra finalmente. El tanque de la semana
es la secuela (spin-off) de “Nemo”, que viéramos hace 13 años, titulada
“Buscando a Dory”, una realización estupenda de Pixar y Disney, que cuenta
con música del celebrado Thomas Newman. Entre las novedades, hay un personaje
“transgénero” junto a la comunidad marítima de Nemo y sus amigos. Con equipos
de sonido, efectos visuales especiales, animación, la historia de estos peces
simpáticos y parlantes que son capturados se repite acaparando la atención de
chicos y grandes. Emoción, tensión, diversión, aseguradas.
El film italiano de la semana es “Historias
napolitanas”, de Antonio Capuano, quien se instala en el barrio Bagnoli de
esa ciudad y toma tres historias de tres hombres de diferentes generaciones:
“Giggino” (Luigi Attrice), “Antonio” (Antonio Casagrande) y Marco (Marco Grieco)-
Devoción por Maradona y ese sentido trágico de la vida, muchas veces
monitoreado por la “camorra”, típicamente napolitano van de menor a mayor para
conjugar una fuerte denuncia social. Es que Capuano es napolitano y conoce a su
ciudad del derecho y del revés. Muchos críticos de su país consideran que, con
este film, Capuano le devuelve a la cinematografía italiana el sentido que le
diera el “neorrealismo”, un aguafuerte punzante con pinceladas de
pintoresquismo. Es un muy buen film.
NUESTRAS MUJERES
De Richard Berry. Con el propio Richard
Berry, Daniel Auteuil, Thierry Lhermitte, entre otros. Música de Christophe
Julien. Duración: 95 minutos.
BUENA. HOMBRES EN PROBLEMAS
“Nuestras mujeres” – “Nos femmes”- es un
gran éxito teatral francés de los últimos años, teniendo 150 funciones y más de
160 mil espectadores. La obra de Eric Assous se está representando en Buenos
Aires en el Metropolitan Citi con Guillermo Francella, Arturo Puig y Jorge
Marrale, también con éxito. Richard
Berry realizó la adaptación cinematográfica y, como suele suceder, toda
trasposición de género –literario a cinematográfico en este caso- trae alguna
que otra consecuencia: tratamiento más teatral, cámara menos inquieta,
fotografía más estática.
No obstante, la historia de “Max” (el mismo
Richard Berry), “Paul” (el siempre eficaz Daniel Auteuil) y “Simon” (Thierry
Lhermitte), resulta empática, agradable, entretenida. Todo comienza cuando “Max
y “Paul” están extrañados por la tardanza de “Simon”. Cuando éste aparece,
desencajado y ebrio, explica el motivo de su llegada tarde: ahorcó a su mujer,
“Estelle” (Pauline Lefévre), en medio de una disputa.
Es el “quid” del guión, el fundamento, al
que se le agrega el dilema de sus amigos: ¿dirán la verdad o no ante la
Justicia? La frustrada partida de cartas
da lugar a cabildeos, pizzas de por medio, trapitos al sol entre el trío
masculino, sorprendido por las novedades de uno y otro. Creían que se conocían
a la perfección (imposible no recordar a Walter Matteau y Jack Lemmon en “La
extraña pareja”, basada en la obra teatral homónima de Neil Simon).
La realización de Berry tiene aspectos muy
destacables como la elegancia y buen gusto tanto en los diálogos, muy bien
estructurados, como en la dirección actoral por lo que Auteuil, el propio Berry
y Lhermitte trabajan con gran verosimilitud. No se piensa que frente a ellos
hay una cámara y un equipo técnico rodeándolos. Aún con sus menos, la
reiteración temática y la teatralidad, es digna de verse.
Carlos Pierre
ALMA
De Diego Rougier. Con Fernando Larraín,
Javiera Contador, Nicolás Cabré, entre otros. Música de Camilo Salinas y Pablo
Ilbaca. Duración: 98 minutos. Coproducciòn chilena-argentina.
REGULAR. INEXPLICABLE BOBADA
Uno se asombra cuando ve a actores
argentinos muy reconocidos en films que no dejan nada más que una mala
impresión. ¿Por qué habrán aceptado el rol? Es el caso de Nicolás Cabré como el
tercero en discordia, “Gaspar”, en el matrimonio que forman “Alma” (una desparpajada
Javiera Contador) y “Fernando” (Fernando Larraín). Una confusión lleva a “Alma” a creer que su marido no la quiere,
lo echa, e intenta rehacer su vida con la ayuda de algunas vecinas (una en
particular). Para ambos, solo serán desventuras, encontronazos previsibles,
situaciones más que conocidas, una suerte de “dejá vú” de gags seriados tontos
e inverosímiles ( “Fernando” se escapa del departamento de una prostituta
colgando de la pared y cae abruptamente a la vereda, solo queda un poco rengo).
Diego Rougier, coautor del guión, tomó el
elenco completo de la versión chilena de “Casados con hijos” por lo que las
tonterías, en diálogos y situaciones, que en televisión hacen reir, en el cine provocan
el efecto contrario. Nicolás Cabré parece un actor principiante ensayando
algunos diálogos con “Alma” y viviendo secuencias que, por lo alocadas, ni risa
dan (“Alma” tocando el piano en una confitería, lo incendia sin comprender la
gravedad del hecho). “Fernando”, a pesar de “Gaspar”, sigue a “Alma” hasta
Buenos Aires para vivir una patética escena entre los tres en el Puente de la
Mujer de Puerto Madero en la que “Gaspar”-Cabré termina huyendo dando por
terminada su participación especial. Antes se sufrió el encuentro entre “Gaspar”
y su madre en actuaciones más que olvidables. Nada para recomendar.
Elsa Bragato
BUENOS VECINOS 2
De Nicholas Stoller. Con Seth Rogen, Rose Byrne, Zac Efron, Chloé
Grace Moretz, Kiersey Clemons, Ike Barinholts, entre otros. Música de Michael Andrews. Duración: 92 minutos.
BUENA. HUMOR INCORRECTO AUNQUE DISFRUTABLE
Ciertamente,
este segundo “spin-off” de la semana, secuela de “Buenos Vecinos” del 2014,
tiene toda la vulgaridad y sarcasmo de la primera pero redoblados. Nicholas
Stoller apela al mismo elenco que encabeza Seth Rogen, coautor del guión y
también uno de los productores del film, y sigue el mismo arco argumental, nada
más que cambia el sexo de los vecinos de la familia “Mac”: antes eran ruidosos
chicos, ahora serán chicas universitarias comandadas por “Shelby” (Cholé Grace
Moretz). Quieren crear una “sorority” (fraternidad) donde no sean rehenes del
sexo. Y justo cuando los “Mac”, que ya son padres de una niña de 2 años (la
película parte del final de la primera: los Mac fueron padres de una nena y
están esperando otra), deciden poner en venta la casa. Tendrán 30 días de
visitas inesperadas de los nuevos compradores. Las fiestas de las chicas
enloquecen a los Mac. Pero allí está “Teddy” (Zac Efron) que será el aliado
perfecto para que la situación cambie.
A pesar
de la alusión continua a las drogas como un modo de vida natural y cotidiano, a
los juguetes sexuales que se convierten en juguetes de la pequeña hija de los
Mac, y de cierto vocabulario poco recomendable para los más jóvenes, el film
copia la estructura del anterior y apuesta a situaciones más complejas y
desopilantes. La vulgaridad está, aunque deja entrever de manera casual e
inteligente aspectos sociales repudiables como la misoginia, la discriminación
(en un pase muy fugaz lo sufre “Beth”, personaje de la actriz afroamericana
Kiersey Clemons). En clave de humor incorrecto, Nicholas Stoller confronta la
“vieja escuela” con las revoluciones de las sociedades actuales, desde la
masculinidad exacerbada de “Teddy” hasta la aceptación del casamiento de su
mejor amigo con otro gran amigo. Son pequeños detalles que Stoller maneja
puntillosamente, sin detenerse pero filmándolos.
Es otro
tipo de humor, actual y relajado, que gusta, que se ajusta a los cánones del
siglo XXI y que, más allá de las incorrecciones, entretiene de principio a fin.
Elsa Bragato