JUEVES 2 DE JULIO DEL 2015.-
Un solo estreno internacional y varios rioplatenses llegan a las
pantallas de cine del país. Entre las de habla hispana están “Solo”,
film uruguayo de Guillermo Rocamora, sobre un trompetista de la banda de la
Fuerza Aérea del país hermano, historia bien narrada, con ese estilo tan propio
intimista muy logrado de la filmografía del Uruguay. “La vida de alguien” es
una película nacional de Ezequiel Acuña, basada en un grupo de rock uruguayo,
La Foca, nostálgica ficción filmada en 35 mm, una proeza en estos tiempos.
Entre los documentales, está “Relámpago en la oscuridad” de Montllau y
Fernández, sobre la vida de Alberto Beto Zamarbide, el primer cantante de heavy
metal argentino, hoy de 54 años, líder de la banda V8. Destacamos los
documentales nacionales no solo por su factura sino porque rescatan figuras de
todos los ámbitos a las que no les llegó la popularidad de la televisión pero que
conmovieron diversos segmentos sociales con su arte.
MINIONS 3D
De Kyle Balda y PIerre Coflin. Música de Heitor Pereira. Con las voces
de Sandra Bullock, Steve Carell, y, en castellano, con la voz de Ricky Martin.
Duración: 91 minutos.
MUY BUENA. DELICIOSA PRECUELA DE LOS “AMARILLOS”
Los minions son esos seres amarillos diminutos que trabajan a la orden
de “Gru·, el Villano favorito que ya tiene dos películas en su haber y un éxito
de taquilla fantástico. Tuvieron tal relevancia y conquistaron al público de
tal manera que merecían este film donde se narra su llegada al mundo, en los
comienzos de la historia de la vida en la Tierra. El agua, factor fundamental
de la vida humana, los encuentra como “seguidores” a la fuerza de monstruosos
tiburones prehistóricos, determinándose la personalidad de estos diminutos
seres: la vida tiene sentido si siguen a villanos. Pero, ¿cómo llegaron a
“Gru”? Este es el quid de la narración.
Simpáticos, torpes, fueron “liquidando” a sus ocasionales villanos,
desde un tiranosaurio Rex hasta el mismísimo Napoleón. Sin querer, por una
piedrita que pisaron o porque uno de ellos resbaló… Tienen tres líderes, Kevin,
Stuart y Bob, que, luego de un largo período de casi hibernación, deciden salir
de las cuevas para buscar un nuevo villano y tener la vida que merecen.
Desembarcan en 1968 en New York, plena época psicodélica, hacen de las suyas,
hasta que, en Londres, encuentran a una malvada que quiere destronar a la reina
Isabel. El lenguaje tan poco ortodoxo e incomprensible de los minions hace que
estas secuencias sean más que disfrutables porque, en medio de esos vocablos
sin diccionario, algo se les entiende. Y cómo! Las situaciones son tremendas:
la cárcel en el palacio de Buckingham, las torturas que para los minions son
pasatiempos, y una serie de hechos que harán que aparezca “Gru”, un niño
todavía pero ya con el alma villana. Los minions comprenden que ahí recomienza
la vida que sueñan.
Como siempre, hay que quedarse hasta que los títulos literalmente
desaparezcan de pantalla porque hay una “yapa” que es un deleite. ¡Para
disfrutar!
Elsa Bragato
ANCONETANI
De Silvia di Florio. Documental con fotografía de Cataldi, montajede
Silvia Di Florio, música de Mintcho Garrammone, prensa de Bucky Butkovic.
MUY BUENA. MARAVILLOSA HISTORIA ENTRE ACORDEONES Y PASTAS
La familia Anconetani es oriunda de Loreto, Ancona. El patriarca,
Giovanni Anconetani, llegó al país a comienzos del siglo XX, 1918, siendo
representante de los acordeones Paolo Soprani. Con la Segunda Guerra Mundial,
las partes para recomponer los acordeones empezaron a faltar fundando entonces
su fábrica donde, de manera artesanal y ayudado por sus hijos, inició la
elaboración de acordeones. Es un caso único en Latinoamérica. Su hijo,
Nazareno, hoy de 91 años, continúa al frente de la fábrica teniendo ya
herederos de su talento en su propia familia.
Como una parábola, el documental comienza con la pasta, el plato de
los domingos, y la familia de don Nazareno que va armando la mesa y
preparándose para la música y el almuerzo. Nazareno nos guía a través de la
fábrica adonde llegan Raúl Barboza y el Chango Spasiuk. El mate criollo es el
símbolo de los inmigrantes adaptados a estas nuevas tierras, y los recuerdos de
la familia, desde viejos discos de pasta, muy arruinados por el tiempo, hasta
fotografías de ilustres visitantes a la fábrica de Chacarita.
Hay alegría, emoción, nostalgia, melancolía, y música. Nazareno toca
la batería, se le suman sus familiares, siempre hay motivo para tocar y bailar.
Nos emociona con su energía, su vitalidad, sus ganas de luchas. Nazareno es
altamente “contagioso”. La fotografía de Gustavo Cataldi va desde los close-up
hasta los planos generales, rica en tomas coloridas, con una dirección de
sonido que respeta los silenciosos recorridos de don Nazareno hasta el bullicio
de la música en familia.
Es realmente uno de sus documentales que nos alegran, que nos
ilustran, que tiene excelencia en su realización y que debieran darse en las
escuelas porque nuestro país se hizo, en gran parte, con el trabajo de los
inmigrantes europeos. No se lo pierda. Y no se olvide de llevar a sus hijos.
Elsa Bragato
SOCIOS POR ACCIDENTE 2
De Nicanor Loreti y Fabián Forte. Con José María Listorti, Pedro
Alfonso, Luz Cipriota, Anita Martínez, Mario Pasik, Paula Cháves, Nicolás Vázquez,
Campi, entre otros. Duración: 85 minutos.
REGULAR. NO APTA PARA CINÉFILOS
La usina de Marcelo Tinelli es inagotable: José María Listorti y el ex
productor Pedro Alfonso llegan por segunda vez al cine con una continuación de
la saga “Socios por accidente”, protagonistas absolutos de la pantalla grande,
un paso que seguramente no imaginaron dar en sus vidas. Si uno piensa en el
género familiar del cine nacional, se han visto películas muy malas que, por el
solo hecho de tener figuras famosas en la tele, lograron éxitos de taquilla.
Ese cine de los 70 y 80 se continúa con estos “dos socios”, si bien están
ayudados por la técnica actual y los recursos que los directores ponen para que
el ritmo no se pierda. Y no se pierde. Esto asegura distracción y tonterías en
partes iguales, que gusta a algunos y a otros no. Hay maduración en nuestro
público y se le pueden brindar productor con historias menos simples y
previsibles.
De estos dos socios, se rescata a José María Listorti quien ya
demostró en los ciclos de Marcelo Tinelli sus cualidades humorísticas. En el
cine, pasa. En el caso de Pedro Alfonso, todavía se nota su inmadurez
histriónica.
De todas maneras, sin entrar en el argumento, Listorti y Alfonso están
muy lejos de ser “Dean Martin y Jerry Lewis”, aunque, sin profundizar en el
entramado de la película, estallen en la pantalla con una producción que los
salva de sus propias impericias escénicas. A reir para los que quieran pasar un
momento sin pensar mucho, y a abstenerse los cinéfilos estrictos.
Carlos Pierre
PLACER Y MARTIRIO
De José Celestino Campusano. Con Natacha Méndez, Rodolfo Avalos, Paula
Napolitano, Aldana Carretino, entre otros. Música de Claudio Miño. Duración:
100 minutos.
REGULAR. CUANDO LA DECLAMACIÓN AGOTA…
José Celestino Campusano es un director diferente, irrumpe en el cine
nacional con personajes suburbanos, como en “Vikingo”, una película que
consideramos antológica en su filmografía, o nos subvierte el ánimo con “El
perro Molina”, donde las actuaciones no conformaron. La linealidad de sus
personajes no significa linealidad en lo profundo de las historias. Pero el
cine es lo que se ve. Y aquí está la cuestión.
En este caso, nos desorientó desde el comienzo, aún cuando nos muestra
una tragedia trazada con osadía y deliberada procacidad como el sexo explícito al
límite. Nos muestra el comportamiento de cierta burguesía porteña, consumista y
adicta a psicofármacos. “Delfina” (Natacha Méndez, actriz de probada eficacia
en el teatro) entabla una extraña relación con “”Kamil” (supuesto empresario
árabe a cargo de Rodolfo Avalos, actor estable del teatro del Club Boca
Juniors). Pero está casada con un marido fiel, y es madre de una adolescente.
Hay algo en ella que la hace apostar todo a este enigmático oriental. “Placer y
martirio” son exactamente los dos estados límites por los que transitan sus
personajes, en especial los femeninos, a los que Campusano no juzga,
simplemente muestra. Y en esto reside uno de sus hallazgos como director. Es
decir, el placer del encuentro y el displacer posterior, el abandono, la
soledad, la caída en los psicofármacos, con un detalle de humor, así debemos
tomarlo: “Delfina” no se conforma con ser la única que los toma sino que se los
suministra a su sirvienta, de mal carácter, tornándola en sumisa y sonriente.
Hay muchos elementos rescatables como el ritmo narrativo y el diseño
de arte. Así como no se sostienen los diálogos altisonantes, declamados,
carentes de emoción, cortantes y cortados. Para el espectador no avezado en el
cine de Campusano, la cuestión pasa por las actuaciones, indómitas (no dóciles
a sus roles) y solemnes que hacen inverosímiles a los personajes. Sin embargo, Campusano es uno de los nuevos
directores que apuestan a los largometrajes y que conoce el “ontos” de los personajes
suburbanos y urbanos, con méritos más que suficientes.
Carlos Pierre