JUEVES 9 DE JULIO DEL 2015.-
Varios estrenos renuevan la
gran pantalla con un supertanque “Terminator; génesis””. Están “8 Apellidos
Vascos”, de Emiliano Martínez Lázaro, que fue un gran éxito en España, con
un humor básico e ibérico que puede gustar hasta “ahí”, señalando que la venta
de entradas difícilmente podrá compararse con lo sucedido en el país de origen.
En este orden de cosas, pero más básico aún, es el humor de “Locos sueltos
en el zoo”, de Luis Barros, con un superelenco televisivo, actores de fuste
en la comedia cotidiana como Emilio Disi y Fabián Gianola, y nuevas caras de
chicas bellas como Mariana Antoniale y Luciana Salazar, entre otros nombres.
Que los animales de un zoo hablen en y para el cine no es novedad. Es
un recurso que el cine norteamericano viene practicando desde hace muchos
años!!!
Es un regreso al cine berreta mal considerado “familiar”: hay
“mediáticos” (clonación de los verdaderos artistas, o bien subproductos de la
pantalla chica) junto a cómicos avezados, se recurre a la elementalidad, y se
menoscaba la inteligencia con lo burdo, lo previsible, la confusión entre cine y televisión, cuanto
menos.
Ni lo snob ni esto, un cine inteligente como el de Campanella,
Trapero, Murga, y tantos otros directores, que llega a todos y deja algo más
que la visión de Marley comiéndose insectos o las curvas de Salazar o Jelinek,
o los chistes consabidos, gastados, perimidos. Cine nacional es “cine”, esto
que vemos es un subproducto que molesta a la inteligencia. ¿Taquilla ganadora?
Sin duda, tiene el suficiente ”tachín
tachín” en los medios como para atrapar a un público generoso. Deseamos que al
cine nacional le vaya más que bien pero descartamos el “arribismo” de películas
que insisten en ser consideradas “cine” cuando son una mera prolongación de una
tele grosera y armada para y por unos pocos empresarios.
“Proyecto mariposa” es un interesante documental de Sergio Cucho Costantino
sobre el amor de David Mazal y Catalina Garraza, quienes se conocieron
epistolarmente en los 8 años de proceso militar que sufrimos. Encarcelados por
sus ideologías, lograron mantenerse con vida, si bien recorrieron todos los
penales del país. A la salida de la cárcel, en 1983, comenzaron juntos la nueva
vida.
LA HORCA
De Travis Cluff y Chris Lofing. Con Reese Mishler, Pfeifer Brown,
entre otos. Música de Zach Lemmon. Duración: 81 minutos.
REGULAR. “DEJA VÚ” INSOPORTABLE
Bajo presupuesto y elenco de desconocidos jóvenes actores: fórmula
perfecta para “una de terror” con cámara al hombro, puertas que se cierran,
falta de luz, gritos y algún fantasma prometedor de agonías varias. Ya vimos
esta película un montón de veces pero es cierto que el interés se renueva
esperando nuevos sustos. Aquel Proyecto Black Witch es la madre de muchos
desatinos actuales convertidos en éxito de taquilla por un público cautivo del
terror.
A “La horca” le otorgamos cierta novedad por la elección de la tortura
(un patíbulo, una horca) y por mantener la tensión con cámaras y camaritas de
celulares en la escasa hora y minutos que dura. Dos a favor. El resto, sobre 10
puntos, en contra. Porque si bien cambió el origen del mal (hace 20 años un estudiante fue asesinado por la horca que era el
centro de una obra teatral escolar y se vuelve a representar con el peligro
real del fantasma de “Charlie” rondando el escenario y dispuesto a vengarse),
los trucos son los mismos: el elenco estudiantil queda encerrado en el teatro, las
puertas se golpean con fuerza, las tramoyas rechinan, sabemos de antemano que
un estudiante “solo” significa “muerte segura”, previsibilidad máxima que
conspira contra la inteligencia. No hay argumento sino una vaga línea con
diálogos improvisados y la capacidad de gritar frente a cámaras. Muy poco.
Elsa Bragato
TERMINATOR GÉNESIS 3D
De Alan Taylor. Con Arnold Schwarzenegger, Emilia Clarke, Jai
Courtney, Jason Clarke y J.K.Simmons, entre otros. Música de Lorne Balfe.
Duración: 126 minutos. En 2D y 3D.
BUENA. PARAFERNALIA DE METAL Y RUIDOS
Arnold Schwarzenegger, a los 69 años, se da el gusto de regresar con su
personaje, Terminator, en la continuación inesperada de su propia saga. Luego
de pasar por la política de su país, no podía faltar la vuelta a Hollywood. Con
la dirección de Alan Taylor, avezado en super efectos, y un elenco joven y
exitoso en productos de impacto visual, “Terminator” regresa “viejo pero no
obsoleto”, para continuar el cuidado de “Sarah Connor”. Los personajes de la
saga, que se inició hace 31 años, están: el problema lo trae Skynet que ha
destruido al mundo pero aún es posible evitar que esto suceda, o sea cambiar el
rumbo de la historia.
Para eso hay que viajar al pasado: se produce una serie de viajes en
el tiempo que no surten el efecto esperado en el guión. La idea es buena pero llega
a confundir porque se viaja a 1984, pero también al futuro (2029) y de pronto
quien es hijo se convierte en padre. Demasiado... “El guardián” está siempre
activo, en pasado, presente y futuro, o sea el amigo Arnold, que hace alarde de
su muy buen estado físico al enfrentarse a los androides que se adueñaron del
mundo y esclavizaron a la humanidad.
La tecnología es el atractivo, aunque no es novedad a estas alturas. San
Francisco aparece destruida porque el Golden Gate es la atracción de todos los
directores: hay que destruirlo en cuanto apocalipsis se quiera filmar. Las
superescenas de peleas tienen solo una pequeña novedad: los androides son metal
líquido al que el calor los derrite, un punto flaco. La escena en que “El
guardián” sostiene a un androide del cuello y lo acerca al calor es realmente
desagradable.
Como en los anteriores films, hay momentos breves de humor, “El
guardián” insiste en sonreir pero no le sale en forma natural, y sus frases
están dichas en tono “androide”. Suficientes motivos para que el espectador
sonría. Frente a tanto estallido de efectos especiales, viajes en el tiempo,
destrucciones, la aparición de Terminator nos asegura una buena dosis de
trompis, que de eso se trata esta parafernalia de metal y ruidos. En este
sentido, no está mal. En cuanto a concepción de película, no hay nada nuevo. Ni
siquiera cuando empiezan a aparecer los créditos –hay que quedarse- y se nos
muestra un núcleo vivo en el subsuelo de la fábrica de androides que asegura la
continuación. Nada nuevo, tan solo el regreso de Schwarzenegger.
Elsa Bragato
MI VIEJA Y QUERIDA DAMA
Guión y dirección de Israel Horovitz. Con Maggie Smith, Kevin Kline,
Kristin Scott Thomas, Dominiique Pinon, entre otros. Música de Mark Orton.
Duración: 107 minutos Coproducción de Francia, USA y Reino Unido.
BUENA. HISTORIA PREVISIBLE BIEN ACTUADA
El dramaturgo y guionista Israel Horovitz, de gran reconocimiento
mundial, llega con su primer largometraje, basado en una novela suya cuya
historia gira en torno a un atribulado viaje a París de “Mathias Gold” (Kevin
Kline), norteamericano cincuentón que recibió la herencia paterna de un departamento
en esa ciudad. Hay muchos puntos en común con su propia vida: Horovitz vive
entre USA y París y conoce Broadway al dedillo, por lo que su primerizo
lenguaje cinematográfico está amenazado por su notable experiencia teatral. El
montaje teatral se hace evidente en muchas secuencias de esta película en la
que se alternan el pasado familiar y la transacción comercial.
El departamento que reciba “Gold” está habitado por dos mujeres: la
anciana “Mathilde Girard”, a cargo de esa enorme actriz que es Maggie Smith, y
su hija “Chloé”, que encarna Kristin Scott Thomas. En un entramado que huele a
escenario, salen a relucir las más variadas y disparatadas situaciones, en un
ambiente claustrofóbico y en tono de comedia. Horovitz conoce París tanto como
New York por lo que adorna la película con el sena, Notre-Dame y esos lugares
turísticos de la Ciudad Luz. Por otra parte, los actores convocatos, o sea el
trío protagónico, elevan superlativamente la historia propuesta con actuaciones
verosímiles, alejadas del pseudodramatismo, y evitan que la previsibilidad del
guión arrase con la módica emoción que produce.
Como puntos a favor, además de las actuaciones, destacamos la
fotografía y la banda sonora de Mark Orton, en cuya elaborada partitura
sobresale un clarinete. La recomendamos para personas mayores para quienes la performance
de Maggie Smith será altamente emotiva.
Carlos Pierre