JUEVES 15 DE MAYO DEL
2014.-
Hay cuatro estrenos (se
vuelve a la normalidad) que incluyen dos films nacionales y uno mexicano. Hay
que agregar “Ramón Ayala” que tendrá un circuito muy reducido y exclusivo, es
la biopic de un enorme artista misionero, quien da título al film. “No se
aceptan devoluciones” es de Eugenio Derbez, México, a quien una mujer le deja
en la puerta de su casa un bebé, fruto de una relación fugaz. La paternidad
“forzada” tendrá un par de vicisitudes que pondrán en jaque al protagonista. Culebrón
cinematográfico de gran éxito en su país de origen.
GODZILLA
De Gareth Edwards. Con
Aaron Taylor Johnson, Juliette Binoche, Bryan CRanston, CJ Adams, Ken Watanabe,
entre otros. Música de Alexandre Desplat. Duración: 123 minutos.
BUENA. APOTEOSICO
MUESTRARIO DE EFECTOS ESPECIALES
Gareth Edwards es un
joven director inglés cuyo único antecedente en largometrajes es “Monster”, de
2010. Su tarea ha sido televisiva en gran parte y es una de las revelaciones inglesas
de los cuatro últimos años. Prometió mantener la historia real de Godzilla,
monstruo mítico japonés, nacido presuntamente del apareamiento de una ballena
con un gorila. Funciona como el “antihéroe” ya que salvó a Tokyo de ser
destruida.
En el film de Edwards
se hace referencia a varios desastres tremendos para darle a Godzilla,
transformado en Gojira (primera mutación de la historia original que Edwards no
respetó provocando el enojo de los japoneses), el carácter de “catástrofe”: la
tragedia nuclear de Fukushima, el ataque a las Torres Gemelas en New York, el
tsunami de Sri Lanka (diciembre 2004), y el poderío militar norteamericano en
el Pacífico (revancha por Pearl Harbor). Suponemos que por este motivo el único
japonés que aparece actuando es Ken Watanabe. Y algunos rostros de “relleno”.
La premisa de la
historia la tiene el personaje de Bryan Cranston, J. Brody, científico que ha
estado midiendo durante años las pulsaciones del océano porque no cree que se
haya producido ningún tsunami natural sino que es “algo” que viene “comiendo”
la radioactividad terrestre y está en la profundidad de los océanos. Y bien
podría tener relación con el 6 de agosto de 1945 cuando Estados Unidos arrojó
la primera bomba nuclear sobre Hiroshima. Apenas unos 15 minutos dura la
idílica y sesentosa relación familiar de Brody con su mujer (Binoche) y su
pequeño hijo Ford Brody (CJ Adams) pues un “tsunami” arrasa con la planta
nuclear y con su mujer, científica también. Quince años después, Brody está
todavía en Japón investigando lo sucedido mientras su hijo Ford (Aaron Taylor
Johnson) es militar destinado a reconocer y anular elementos explosivos,
viviendo en San Francisco. Antes fue Vietnam, ahora son Irak y Afganistán.
De ahí en más, con
mucha flojedad en el relato de la familia Brody, se inicia un film apoteósico
en recursos técnicos y efectos especiales. Es el mayor logro del film porque
mantiene en vilo las dos horas de duración. No hay respiro. La banda sonora
creada por Alexandre Desplat es una protagonista más, también empleando todos
los recursos sonoros y armónicos posibles, desde orquestas sinfónicas hasta
coros, con alguna apoyatura tecnológica. Destacamos la secuencia de los
paracaidistas sobre San Francisco, donde se viven minutos sobrecogedores a
través de una trágica belleza visual. Impacta que uno de los monstruos choque
con un edificio de San Francisco a la manera del ataque a las torres Gemelas en
el 2001, así como la caída en paralelo al edificio de los paracaidistas
recordándonos, con bastante mal gusto, a las decenas de víctimas que se
arrojaron del World Trade Center al vacío.
Asistimos a la creación
de los OTENI o sea objetos terrestres no identificados, suerte de cucarachas
gigantescas que se traban en lucha con Gojira-Godzilla, un monstruo que cae, que
es atacado y que renace para darnos la seguridad de que esto continuará. Cabe
agregar que toda la acción se desarrolla en el Pacífico, como símbolo sin duda
alguna de la Segunda Guerra Mundial y, por ahí, hay un “mea culpa” por el
ataque nuclear a dos ciudades japonesas entonces (Hiroshima y Nagasaki). Tres
localidades son el centro del derrotero de la narración: Japón (casi sin
japoneses a la vista), Hawaii y San Francisco. ¿Godzilla-Gojira? No lo esperen
de entrada, primero están los OTENI como “culpa corpórea” de las bombas
atómicas, luego el poderío norteamericano en el Pacífico y, a las cansadas,
Gojira-Godzilla. Lucha de monstruos a todo o nada. El film, como dijimos, nos
pone los pelos de punta aún con su débil argumento familiar y hasta antiguo, pero
tiene efectos especiales que, aún sin ton ni son, nos entretienen.
Elsa Bragato
REY MILO
Documental de Federico
Bareiro sobre Milo Lockett. Duración: 90 minutos.
MUY BUENO. BUENA BIOPIC
SOBRE MILO LOCKETT
Milo Lockett no es ni
europeo ni norteamericano, es chaqueño y es un destacadísimo artista visual,
multifacético con un dejo roquero y de avasallante creatividad. El realizador
Federico Bareiro (además pintor, editor de video y camarógrafo) encaró este
documental con rigor: dos años de preproducción. Esto le permitió resaltar
todas las aristas de Milo, desde el pintor, hasta el hombre de negocios y su
veta solidaria hacia los más necesitados.
Entre las actividades
filantrópicas de Milo en su provincia, Chaco, está la localidad de Sauzalito (a
600 km de la capital, Resistencia), donde logró la pintada de adolescentes con
síndrome de Down de la fachada de una escuela muy pobre, centro de estudios de
las comunidades aborígenes Wichi, cercanas al Impenetrable. La actividad de
Milo Lockett en su provincia es incansable: dada su visión cultural y
comercial, montó la Bienal de Arte en la Municipalidad de Resistencia,
encarando la construcción de una Casa Cuna al estilo del Garrahan porteño.
Ciclópeas obras de este
artista son mostradas con fluidez y detalle por Federico Bareiro: desde su fama
actual hasta su origen humilde y los oficios a los que tuvo que echar mano para
poder comer. Milo tiene la enorme capacidad de gestar y crear al mismo tiempo,
como lo hizo en su momento el gran Salvador Dalí.
Estamos frente a una
catarata creativa que se extiende a Buenos Aires y es apoyada por la crítica y
por notables artistas del mundo como Jennifer Aniston quien tiene dos obras de
Milo, y su admirada Martha Minujin. Sin duda, es difícil trazar un perfil acabado
de Milo Lockett dado que su actividad no se detiene. Milo nos deslumbra y nos
enorgullece y este documental de Bareiro nos pone frente a un retrato de un
argentino que merece ser conocido aún más.
Carlos Pierre
RAMÓN AYALA
Documental de Marcos
López.
MUY BUENO. VALIOSO
RETRATO SOCIO-MUSICAL DE RAMÓN AYALA
Marcos López, también
artista, obliga a la reflexión sobre la cultura popular con este documental
sobre un gran artista argentino: don Ramón Ayala, nacido en Misiones. Es un
tributo en vida, como debe hacerse, a un artista que pintó y pinta en sus
canciones y con su voz la cultura de su pueblo y las características de esa
sociedad. “El mensú”, por ejemplo, famosísima canción, rinde homenaje al hombre
que trabajaba en los montes del Alto Paraná bajo la feroz mirada del “capanga”,
mientras que el “gualambao” es la pulsación que Ramón Ayala escuchó en las
entrañas de su tierra y transformó en ritmo y canción misioneras.
López muestra una
cámara ágil, inquieta, que no solo refleja la presencia de Ramón Ayala en un
festival sino que recorre sus alrededores, el asombro del hombre común al ver
los preparativos, la admiración de otros artistas reconocidos como Juan Falú,
el Tata Cedrón, Liliana Herrero, entre varios más, por su magnífica trayectoria
y su vigencia, los estudios de este hombre casi nonagenario con un maestro de
canto del teatro Colón, vocalizaciones casi diarias para no perder sonido. Y
hasta incluye un fragmento de “Las aguas bajan turbias” para explicarnos el por
qué del Mensú y de esa vegetación tan bella, profusa y notable de Misiones.
Posadas, las Cataratas de Iguazú, Buenos Aires, el vendedor ambulante de aquí y
de allá, el colorido de telones improvisados y la venta de sus CD tanto como la
ausencia de los mismos en las bateas. Se muestra a Ramón Ayala como marido
enamorado durante los últimos 27 años de María Teresa, como cantor que ensaya
con su voz, como virtuoso de su muy especial guitarra, en una entrevista
telefónica, tomando un mate, una taza de café, en un sencillo hotel, caminando
entre su gente, dándole oportunidad a los jóvenes artistas. Este documental
es una pintura socio-musical de ésas que resultan invalorables para nuestra
cultura. Se la puede ver en el Malba a precios módicos para jubilados y
estudiantes. No deje de ir.
Elsa Bragato
MUERTE EN BUENOS AIRES
Guión y dirección de
Natalia Meta. Con Demián Bichir, Chino Darín, Mónica Antonópulos, Carlos
Casella, Hugo Arana, Emilio Disi, Luisa Kuliok, Gino Renni, Martín Wullich,
entre otros. Música de Daniel Melero. Duración: 94 minutos.
BUENA. POLICIAL DE
FLOJO GUIÓN Y BUENA FACTURA
La reunión auspiciosa
de Natalia Meta en la dirección de su ópera prima, y de Verónica Cura,
productora, logra un film para analizar, interesante, teniendo en cuenta los
bagajes artísticos de cada una de ellas. Meta fue productora de “Un amor” y de
la excelente “Las acacias”, mientras que Cura fue productora de “Las acacias”
también y de “La mujer sin cabeza”. En el caso de “Muerte en Buenos Aires”,
echaron mano a muy buenos recursos técnicos y artísticos logrando una mega producción
aún con los altibajos que se notan en su narración.
El elenco que sostiene
el guión es de gran valía: el mexicano Demián Bichir, nominados a los Oscar
2012 por “A better life” como mejor actor, además del debut del Chino Darín en
un protagónico fuerte, junto a un elenco de renombradas figuras nacionales,
indicadas en la ficha técnica.
El género policial que
las dos realizadoras abordan desde el título de la película tiene una vasta
tradición en el cine argentino de las décadas del 40 y 50 en forma especial. Un
adinerado hombre de la clase alta porteña es asesinado (participación de Martín
Wullich como el “muerto”), surgiendo varias pistas que se manejan y que
confluyen en el inspector a cargo de Bichir y en el novato policía que compone
Chino Darín. Las incógnitas son muchas y resultan de difícil resolución,
incluso para el espectador, y es en este aspecto, sustancial, en el que el film
pierde ritmo y calidad. No así en algunas secuencias como la estampida nocturna
de caballos filmada en las diagonales porteñas. Magnífica y artística, cuidada
y rigurosa.
Es decir que la
construcción del guión, de la narración propuesta, no es el punto destacado de
esta película nacional. Aunque sí lo es en lo formal, en los aspectos técnicos
y artísticos. Se puede ver a pesar de muchas situaciones poco creíbles.
Carlos Pierre