JUEVES 30 DE JUNIO DEL 2011.
Hay dos estrenos en soporte fílmico en Buenos Aires.
TRANSFORMERS 3, EL LADO OSCURO DE LA LUNA, 3D
De Michael Bay. Con Shia Labeouf, Josie Huntington-Whiteley, Frances Mcdormand, John Turturro, John Malkovich, entre otros. Música de Steve Jablonsky. Duración: 157 minutos.
MUY BUENA. INGENIOSA TEORÍA SOBRE EL VIAJE A LA LUNA Y SUS EFECTOS COLATERALES
No busquemos la narración convencional ni las sutilezas de, por ejemplo, “Mis tardes con Margarita”, por dar un ejemplo al azar. Se trata de un tanque de Hollywood que ha tenido, esta vez, la rara delicadeza intelectual de ubicarnos en 1969, el 16 de julio, cuando la Apolo XI descendió en la Luna y se dijo, desde entonces, que los astronautas vieron extraterrestres. La magia de los efectos especiales ha logrado más de media hora de increíble hazaña para que revivamos aquel momento, con filmaciones originales en blanco y negro y la yuxtaposición de la propuesta argumental del siglo XXI en color , habiéndose recreado desde la primera pisada del hombre hasta el polvillo lunar. Maravilloso.
En esta tercera película de la saga Transformers, donde los buenos robots son los “Autobots” y los malos son los “Decepticons”, el subtema político salta a la vista pero no para el mundo entero sino para los norteamericanos: ahora hay que defender el propio país. Las ciudades norteamericanas están amenazadas y el ejército ya no es un ejército de invasión sino de salvación de Chicago en este caso, ciudad tomada como ejemplo en los últimos films de efectos especiales y ciencia ficción (está en las salas la efectiva “8 minutos antes de morir”). Para los Estados Unidos, sus hombres del ejército son los mejores como para nosotros lo siguen siendo los soldados de San Martín. No busquemos otra explicación ni connotación porque no la tiene. El mensaje del film, que lo tiene, es para el pueblo de USA, no para nosotros ni ninguna otra parte del planeta.
La inclusión de documentales reales de los presidentes Kennedy, Nixon y hasta el actual presidente Obama, en este último caso personificado por un actor afroamericano, le dan ese matiz político del que hablamos. La Apolo XI y sus efectos colaterales están a la vista. Y los astronautas, que han descubierto en ese lado oscuro de la luna a “transformers” deberán traer la información para salvar a su país de un ataque masivo de los Decepticons. Están los Autobots para la lucha.
En el film aparecen artistas importantísimos como John Turturro, Frances Mcgorman, John Malkovich, en momentos clave, aportando talento y credibilidad a una acción que será, en última instancia, la lucha del bien contra el mal.
Un tema a analizar es la duración del film: los últimos 45 minutos están dedicados a una lucha sin cuartel entre malos y buenos. Y, en este sentido, hay reiteración, pero no aburrimiento en el espectador.
Un elemento a tener en cuenta es el ataque a un edificio tan alto como las Torres Gemelas, y allí se detienen el director y sus productores de efectos especiales de tal manera que, por momentos, es una recreación del horror que se debió vivir durante el ataque del 11 de setiembre del 2001. El mensaje político es, entonces, muy claro: el ejército norteamericano está para salvarlos, salvar sus ciudades. Estas secuencias son impresionantes desde todo punto de vista.
En síntesis, pochoclera o no, Transformers 3 en 3D nos proporciona entretenimiento, y, si queremos ver un poco más allá, también hay subtemas que están expuestos así como una recreación lunar increíble. No es poco para un “tanque”.
Elsa Bragato
MEDIANOCHE EN PARÍS
De Woody Allen. Con Owen Wilson, Rachel McAdams, Marion Cotillard, Adrien Brody, Carla Bruni, entre otros. Duración: 94 minutos.
MUY BUENA. FANTASÍA EN PARÍS, EN UNA COMEDIA ROMÁNTICA Y SINGULAR
Woody Allen nos asombra desde hace varias décadas. Para quien esto suscribe, dentro del Allen posterior a los comienzos muy psicológicos de sus films, uno de las películas más logradas fue “La rosa púrpura de El Cairo” por la comprensión del universo femenino y sus ilusiones. Hubo otros films maravillosos así como otros reiterativos hasta llegar a éste, Medianoche en París, donde la 0 hora es un momento exacto para que todo se transforme.
Woody Allen, más que basarse en historias complicadas de reconocidos autores, da la impresión de haber recurrido a sus propios recuerdos y ensueños y uno al alcance de todos es el de la Cenicienta: a la medianoche todo cambiaba. Si para la rústica muchacha del cuento devenida en princesa era para mal, aquí Owen Wilson, el alter ego de Allen, la medianoche es para bien, para conocer el París de los 20, para sentarse a la mesa con Hemingway, Cole Porter, Salvador Dalí, Gertrude Stein, la musa de Picasso y de Modigliani, todo es posible en ese París de los 20. Recordemos que Hemingway lo retrató en París era una Fiesta.
Hay paneos cortos que han sido muy tratados como el de Carla Bruni, que aporta su presencia y lo que significa (la primera dama de Francia). En cambio, Marion Cotillard, dueña de una belleza muy europea sin los afeites hollywoodenses, encarna a las mil maravillas a la musa que todo artista querría tener. Y tiene un hermoso personaje que puede desarrollar con extensión.
También merece una consideración especial la actuación de Rachel McAdams, la compañera de aventuras de Owen Wilson en este film… Bella, sutil, tal como la trama lo requiere.
La búsqueda de la creatividad perdida es el motor argumental que le permite a Woody Allen rendirle un homenaje a la ciudad de París desde el lugar que todos podemos admirarla, el de sus sitios tan bellos, que tanto recuerdan a otros de Buenos Aires, el turístico, o bien los que todos queremos conocer. Y además hacer un tributo a la unión de tantos intelectos prominentes que el estilo de vida de la ciudad permitió unirse en bares y barrios hoy míticos.
Owen Wilson encarna a un guionista frustrado de Hollywood que aprovecha el viaje con su novia, por razones familiares, a París para buscar algo que despierte su capacidad de creación. Por momentos, pensar en Woody Allen y su compromiso artístico es inevitable. El realizador también busca renovar su capacidad de asombro ante la vida y transmitirla en sus películas.
Es un film para el recuerdo, para la emoción, para tenerlo como un hito dentro de la historia del cine porque Woody Allen retrata la ciudad de París como hacía décadas que no veíamos (en los 50 hubo films americanos memorables), con un ritmo romántico, de ensueño, que hace bien, que nos deja felices por dentro y por fuera. No se la pierda.
Elsa Bragato