JUEVES 14 DE ENERO DEL 2016.-
Hay siete estrenos en este segundo jueves del 2016. Entre ellos,
“Guerra de papás”, de Sean Anders, comedia con Will Ferrell y Mark Wahlberg
acerca de la pelea entre dos papás: el biológico y el padrastro. Una “guerra”
conocida para distraerse. También se estrena, luego de esperar varios meses,
“Llamas de nitrato”, documental de Mirko Stopar, sobre la vida de Renée
Falconetti, actriz francesa que deslumbró a Carl Dreyer quien la contrató para
el film mudo “La pasión de Juana de Arco”, una verdadera maravilla del cine
pre-sonoro con primerísimos planos de Falconetti que invitamos a ver. Se
encuentra completa en Youtube. Falconetti fue eclipsada por este rol,
desapareció de la actividad artística y todo indica que viajó a Buenos Aires
donde habría fallecido en 1946.
LOS 8 MÁS ODIADOS
Octavo film de Quentin Tarantino. Con Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Demián
Bichir, Michael Madsen, Tim Roth, Bruce Dern, entre otros. Música de Ennio Morricone (Globo de Oro a la mejor Banda Sonora 2016).
Duración: 167 minutos.
MUY BUENA. TARANTINO SE
RINDE ANTE SÍ
Para Quentin Tarantino,
éste es su penúltimo film. Reunió a sus actores fetiches como Samuel L. Jackson
y Kurt Russell,Tim Roth y Michael Madsen, e hizo un remixado de sus premisas:
el western sangriento, el machismo acendrado y la misoginia extrema.
Hiperviolento, apoya su argumento en un grupo de hombres como ya hizo en
“Bastardos sin gloria” y la muy cercana “Django sin cadenas”, especialmente
esta última, con menos poesía y mucho más diálogos. Dividida en capítulos,
encara una narración diferente desandando todos sus fantasmas a través de
diálogos extensos que van generando tensión. Ésta es una de sus maestrías. En
los tres primeros, la diligencia a lo John Huston recoge a un negro perdido en
medio de la nieve, el Mayor Marquis Warren (Samuel l. Jackson). Tras no pocas
vacilaciones, “John Ruth” (Kurt Russell), un cazador de recompensas que lleva
apresada a “Daisy Domergue” (la estupenda Jennifer Jason leight), le permite
subir. Es un comienzo similar al de “Django…” aunque sin el “gore “ inicial de
ese film.
El suspenso que genera
Tarantino, con diálogos que esconden violencia, en buena parte del film tiene
rasgos de Agatha Christie, y también le encontramos una profunda cercanía a “El
ángel exterminador” de Luis Buñuel, como ocurre en la anterior “Django sin
cadenas”: todos los personajes confluirán en una casa. En “Django…” era la
mansión de un esclavista, aquí es un bodegón de paso a la ciudad donde “Daisy”
deberá ser colgada por sus fechorías. La eclosión de la furia sangrienta no
tarda en llegar.
A nivel guión, están
estos paralelismos apuntados, conjuntamente con una narración diferente:
diálogos que preparan durante varios capítulos la fiesta salvaje. A nivel
actuación, el elenco es brillante, destacándose la inclusión de Bruce Dern como
el “General de la Confederación”, memorable actor de “Nebraska”. A nivel realización,
es impecable la fotografía, la búsqueda de rostros, gestos, excesos, así como
la de contrastes, desde la nieve-sangre hasta la rivalidad entre blancos y
negros, la exaltación de la masculinidad hasta ridiculizarla y la misoginia
exultante hasta que la debilidad supuesta del sexo femenino se transforma en
salvaje brutalidad. Tarantino juega con el poderío de los sexos opuestos, y los
destruye.
La banda sonora del
maestro Ennio Morricone, de 87 años, es una pequeña sinfonía que acompaña con
intensidades diferentes los momentos de gran cine así como los más comunes,
claroscuros narrativos de cualquier film. No en vano obtuvo el reciente Globo
de Oro a la mejor banda sonora 2015-2016.-
El film es para
“tarantinistas”. Para los “primerizos”, sugerimos que primero vean “Django sin
cadenas”. Hay muchos puntos en común y, en general, una síntesis de la
imaginería tarantiniana, con la explosión del gore hasta la butaca.
Elsa Bragato – Carlos
Pierre
MUSTANG (BELLEZA
SALVAJE)
Guión y dirección de Deniz
Gamze Ergüven. Con Günes Sensoy, Dogba Dogualu, Tugba Sunguroglu, Elit Iscan,
Ilayda Akdogan. Música de Warren Ellis. Duración: 97 minutos. Coproducción
Francia-Turquía-Alemania.
MUY BUENA. REPRESIÓN A
LA TURCA
“Mustang” es el nombre
de los caballos salvajes de los Estados Unidos y también el nombre de una flor
que integra el recetario del afamado doctor inglés Bach. Es el antidepresivo
por excelencia, el espíritu indomable, que no se quiebra y que anida en cinco
hermanas huérfanas, criadas por la abuela. Tienen entre 12 y 16 años y, luego
del año escolar, viajaron hasta un pequeño pueblo al norte de Turquía donde
ensayan, juegan, de forma inocente. Esta estada en la casa de la abuela y de la
tía, según va relatando en off la menor de ellas “Lale” (Günes Sensoy),
compromete el destino que la sociedad turca les impone: deben casarse a
temprana edad, a través de matrimonios convenidos.
El guión está estructurado
como si fuese un cuento clásico. Comienza de una manera “naif” para luego
ingresar en el drama, rozando lo trágico, a través de una narración equilibrada
de Deniz Gamze Ergüven, quien hace su debut en el cine.
Rejas por doquier en
puertas y ventanas, tests de virginidad, exposición en el pueblo de la mano de
la abuela para llamar la atención de los hombres y lograr un buen “partido”,
son algunas de las pruebas que las jovencitas deben soportar y sortear. La
menor, “Lale”, ve cómo se arregla el casamiento de su hermana mayor, el fracaso
matrimonial de otra, y el suicidio de “Ece” (Elit Iscan).
Se trata de un poderoso
mensaje feminista que fue cosechando premios y nominaciones, como el Short List
Foreign Oscar 2016, nominaciones a los Oscar y Goya como mejor película
extranjera, entre otros. Es que hay frescura y cohesión en el relato y en las
actuaciones de las cinco jóvenes actrices, calidad técnica y un guión que va de
menor a mayor hasta alcanzar el climax que choca con la férrea tradición turca.
Es también una denuncia de este sometimiento que se vive en Turquía de la mano
de Deniz Gamze Ergüven, radicada en París, donde los aires libertarios siempre
están presentes.
Carlos Pierre
JOY: EL NOMBRE DEL
ÉXITO
Guión y dirección de
David O. Russell. Con Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Virginia Madsen,
Isabella Rossellini, Edgar Ramírez, Bradley Cooper, entre otros. Música de West
Dylan Thordson. Duración: 123 minutos.
BUENA. ENREDADA BIOPIC
Joy Mangano es una
empresaria nacida en New York, hoy de 59 años, divorciada y madre de tres
hijos, que inventó el “Miracle Mop”, el famoso trapo de piso adherido a un palo
que, con un movimiento, lo estruja evitando que las manos deban hacerlo. Es
Jennifer Lawrence la encargada de protagonizar a Joy en su lucha por generar
dinero para mantener a su madre y sus hijos, mientras intenta que su ex marido
(el venezolano Edgar Ramírez que también es coprotagonista de “Punto de
quiebre”) se vaya del sótano de la casa y consiga un trabajo.
El film dura más de dos
horas y prepara durante casi 60 minutos un desenlace que se conoce: el invento
de Joy. Antes, es un ida y vuelta que incluyen algunos flash-backs, y
diferentes momentos del hogar: la madre de Joy que vive en la cama mirando
telenovelas, la abuela que le da ánimos para seguir adelante y que, en buena
parte del film, es la voz en “off”, el padre que es dejado por su segunda
esposa y le pide asilo a la hija, un Robert De Niro que roza lo caricaturesco y
que le pone una cuota de humor a un film que podría ser muy denso, y una
Isabelle Rossellini como la nueva pareja que pondrá dinero para ayudar a Joy en
la concreción de un invento. Bradley Cooper es el hombre de la televisión que
colaborará para que Joy logre publicitar su producto, sin romance en el medio.
Jennifer Lawrence se
agita, corre, trabaja, hace todo. Una mujer múltiple como lo fue Joy en su
juventud. Y este largo trayecto narrativo hasta la generación del “Miracle Mop”
funciona como un “stopper” de la emoción. La resolución de David O. Russell (el
realizador de Escándalo americano) es precipitada, sin disfrute alguno para el
espectador de los logros como telemarketinera de Joy Mangano. Solo vemos el
comienzo de un gran futuro. Hoy en día Joy Mangano es archifamosa y fundadora
de un matriarcado empresarial.
Jennifer Lawrence tiene la primacía absoluta
del film. Sin embargo, el guión fue un gran condicionante al punto que la aleja
de la sensibilidad que vive el personaje y aligera la profundidad de
situaciones determinantes en la vida de cualquier persona. Es una comedia
dramática más.
Elsa Bragato
PUNTO DE QUIEBRE
De Ericson Core. Con
Luke Bracey, Edgar Ramírez, Ray Winstone, Teresa Palmer. Música de Junkie XL.
Duración: 114 minutos. Coproducción de Estados Unidos-Alemania y China.
REGULAR. DEMASIADO…
PARA POCO
“Punto de quiebre” es
la remake del film de 1991 que protagonizaron Keanu Reeves y Patrick Swayze.
Algunos puntos hay en este film en común con la primera pero la pálida
actuación del australiano Luke Bracey, sus parloteos monótonos, deslucen una
producción que, por otra parte, basó en la fotografía su mayor logro: las
gigantescas olas de más de 30 metros ideales para los surfistas que se dan en
algunas zonas del océano Pacífico y en determinados momentos del año, son los
recreos visuales que tiene el espectador ante tamaña maravilla de la
naturaleza. Que no deja de meter miedo. La cámara ubicada (presuntamente) en el
rulo gigantesco que arman las olas, corriéndose a medida que va quebrándose,
tiene un impacto visual pocas veces alcanzado.
La idea es buscar un
“punto de quiebre” del ser humano ante la Madre Natura. “Johnny Utah” (Luke
Bracey) es un surfista avezado, de musculoso cuerpo que, luego de un trágico
motocross (impresionante secuencia inicial sobre picos de montañas), decide
sentar cabeza e ingresa al FBI. El primer reto, y definitivo para continuar en
las fuerzas de investigación, es detener a una banda que lidera “Bodhi” (Edgar
Ramírez), que cometen tropelías y asaltos insólitos, desde cargamentos de
diamantes que reparten entre poblaciones pobres hasta cajones de dólares que
despliegan sobre algunas ciudades de la India. “Bodhi” persigue los puntos de
quiebre propios: cumplimentar con riesgosas tropelías para lograr fuerza
espiritual hasta llegar a un escalón máximo donde el placer es la entrega de la
propia vida.
El guión es poco claro sobre
estos escalones de desarrollo espiritual. Se los va comprendiendo como se puede
desde la butaca, mientras “Johnny” practica surf, en una persecución “sui
generi” de “Bodhi”. La contrapartida son las bellezas naturales de Venezuela,
de Los Alpes, entre otros lugares paradisíacos. En sustancia, no hay nada.
Salvo las ganas de perder tiempo en el cine para ver a un galán que necesita ir
a una escuela de actuación en forma urgente.
Elsa Bragato
8 TIROS
De Bruno Hernández. Con
Daniel Aráoz, Luis Ziembrowski, Leticia Bredice, Alberto Ajaka, Roly Serrano,
Alejandro Fiore, María Nela Sinisterra, entre otros. Música de Scat music,
Andrés ortega, Sergio Terebeiko, Iván Rusansky. Duración: 87 minutos. 2013.-
BUENA. POLICIAL UN
TANTO FALLIDO
Es difícil calificar “8
Tiros” porque tiene momentos de excelente policial y, de cabo a rabo, la
narración es impecable así como las actuaciones principales. El tema es el
guión y lo que aparenta ser una producción con muy pocos recursos.
Daniel Aráoz realiza su
segundo papel en cine y es innegablemente un sólido y creíble actor como Luis
Ziembrowski: se produce un duelo actoral entre los dos que componen a dos
hermanos, el regreso de uno de ellos luego de 7 años y un ajuste de cuentas
entre maleantes pero, sobre todo, por acumulación de rencores.
El policial inicial,
aunque lento, va por caminos seguros, intrigantes y buena dosis de suspenso. La
cuestión se desmadra cuando aparece Roly Serrano en un prostíbulo regenteado
por Leticia Bredice, de pálida actuación. Es en esta secuencia donde se ve la
falta de producción o la escasez de inversión por las múltiples razones que se
conocen en la industria nacional, detalle no menor que se repite con la
representante de la DEA quien trabaja sola en un departamento. Es decir, la
soledad de los personajes embarcados en responsabilidades extremas para las que
se requieren oficinas y personal. Tampoco conforman las actuaciones del
“Comisario” ni las chicas del prostíbulo que parecen surgidas de un ingenuo casting
para publicidad gráfica sin relación con el trato de blancas. Ni queda resuelta
dignamente la secuencia en la que “Juan” (Aráoz) va a la casa del personaje de
Roly Serrano y descubre sus fechorías. Su esposa no reacciona. Queda en un
dudoso segundo plano que se desvanece. Es decir, los graves temas de fondo no
están ni rozados, solo mencionados (narcotráfico, trata de blancas), y el film
solo tiene sentido en el odio de los dos hermanos, generado por un padre
arbitrario y la muerte de una mascota.
Merece un párrafo
aparte la banda sonora, especialmente en el comienzo, se recurrió a un cuarteto
de cuerdas, sintetizadores, es decir, hubo un trabajo de producción
interesante, así como un trabajo en el sonido de postproducción que destacamos.
Elsa Bragato