JUEVES 12 DE NOVIEMBRE DEL 2015.-
Hay siete estrenos de cine este jueves. Entre ellos, la ficción
nacional “Cómo funcionan todas las cosas”, de Fernando Salem, presentada en
algunos festivales.
LOS HUÉSPEDES
Guión y dirección de M. Night Shyamalan. Con Kathryn Hahn, Olivia
Dejogen, Deanna Dunagan, Peter McRobbie, Ed Oxenbould, entre otros. Música de
Paul Cantelon. Duración: 94 minutos.
REGULAR. SUSPENSO CON PILOTO AUTOMÁTICO – APUESTA AL ASCO
M.Night Shyamalan es uno de los directores esperados siempre. Desde su
“Sexto sentido”, hasta “Unbreakable” y “Sign” o “The village”, su estilo de
abordar el género del terror y suspenso es bienvenido. No todas sus
producciones han sido exitosas y ha caído en bodrios fenomenales. En este caso,
“Los huéspedes” o “The visit”, está a medio camino. El film atrapa pero no es
novedoso en su tratamiento narrativo. Tiene, a su favor, un suspenso progresivo
perturbador. Pero no mucho más.
Shyamalan utiliza el “found footage”, o filmación con cámara en mano o
no estabilizada al estilo de “The Blair Witch Project” que, por momentos,
cansa. Y que, desde el film mencionado, es de práctica en los films de suspenso
y en ciencia ficción. Da la “falsa” credibilidad de un documental.
La historia gira en torno a dos pequeños, “Rebecca” y “Tylor” cuya
mamá, como “Kathryn”, desea tener un fin
de semana con su actual pareja y envía a los niños a la casa de sus padres,
dado que, por peleas familiares, no los conocen. Allí están “Doris” y “Peter”,
dos abuelos setentones que se acuestan temprano, a las 9 y 30 de la noche, y que llevan una
vida austera y extraña. Salir a buscar algo a la heladera durante la noche es
realmente peligroso. La abuela deambula, grita, se desnuda, mientras que,
durante el día, el abuelo va temprano hasta un granero desvencijado. Todo es
extraño.
Este clima de suspenso, aún con una exageración en la cámara no
estabilizada porque los chicos quieren registrar esa “novedad” de conocer a los
abuelos, está bien mantenido por Shyamalan, si bien incurre en escenas
escatológicas desagradables que solo aportan al asco. El giro brusco en la
narración, característica de Shyamalan quien parece seguir a rajatabla la
estructura del cuento literario más que el de la novela, nos enfrenta al
terror, con “piloto automático”. No hay novedad y sí una búsqueda de los
opuestos con lo que se ve y el “soundtrack” elegido, una melodía tradicional de
los 40. Nada produce empatía y, en esa búsqueda de reacciones encontradas, hay cierto
mérito del director indio. No mucho más.
Elsa Bragato
SENTIMIENTOS QUE CURAN
Guión y dirección de Maya Forbes. Con Mark Ruffalo, Zoe Saldana,
Imogene Wolodarsky, Ashley Aufderheide, entre otros. Música de Theodore
Shapiro. Duración: 90 minutos.
MUY BUENA. ESPERANZADORA SOBREVIVENCIA FAMILIAR
Basada en una historia real, “Sentimientos que curan” (el título en inglés alude a un oso, "Infinitely Polar Bear” por una característica del personaje de Mark Ruffalo), es un sensible y esperanzador retrato de familia, situado en Boston en 1978. Un padre maníaco-depresivo, “Cameron Stewart”, a cargo de un monumental Mark Ruffalo, trata de recuperar a su esposa “Maggie” (la bella Zoe Saldana, afromericana), asumiendo la responsabilidad de atender a las dos pequeñas hijas, “Amelia” (Imogene Wolodarsky), de piel blanca, y su hermana “Faith” (Ashley Aufderheide), afroamericana como la mamá.
Este padre bipolar tiene una crisis nerviosa que lo deja sin empleo, es internado en un centro de rehabilitación temporario, y su esposa lucha por cubrir los gastos para mantener a la familia. Acepta una beca en New york dejando a sus hijas al cuidado de papá “Cameron” o “Cam”. Es un impredecible intento que dura poco más de un año para superar la débil economía familiar. Y, en el film, se estructura con subtítulos que indican las estaciones del año.
Son muchas las virtudes de esta película de Maya Forbes, desde la inclusión de escenas a modo de películas caseras, el contrapunto existencial entre el padre hiperkinético y sus dos hijas precoces, hasta la progresión ágil del guion pleno de matices y sensibilidad, incluyendo toques de humor dramático. La desocupación laboral de “Cam”, como lo llaman sus hijas, ese aire de libertad en los floridos bosques de un Boston señorial, dan un aire de placidez y alegría a una familia de menguada economía pero que lucha día a día por sobreponerse. Este entorno es una frescura renovadora, dolorosa también, que traspasa la sensibilidad de este padre y sus hijas transformándolos en personajes que nos pegan en el corazón, queribles, enormes en la sensibilidad que nos transmiten: “Maggie” (Saldana), férrea en su afán de progreso para sostener a sus seres queridos; “Cam” (Ruffalo), diligente en las tareas domésticas y en el cuidado de las dos hijas, y éstas, con diálogos espontáneos y frontales con su padre, puntualizándole las excentricidades que, por su estado, hace.
Imogene Wolodarsky es la propia hija de la realizadora Maya Forbes, quien tomó una historia casi personal, dedicándole el film a sus padres. Su papá se llama “Cameron”. Estamos frente a una superlativa actuación de Mark Ruffalo y a tres mujeres que lo secundan bajo una delicada pero segura marcación actoral de Maya Forbes. Un film pleno de sensibilidad.
Carlos Pierre
UN FIN DE SEMANA EN PARÍS (LE WEEK.END)
De Roger Michell. Con Tim broadbent, Lindsay Duncan, Jeff Goldblum, entre otros. Música de Jeremy Sams. Duración: 89 minutos. Año: 2013.-
MUY BUENA. SECRETOS A LA LUZ
Una pareja de profesores británicos, Nick y Meg (Jim Broadbent y Lindsay Duncan), deciden pasar un fin de semana en París, aun estando escasos de dinero, para revivir la luna de miel que disfrutaron tres décadas atrás. No será tan idílico este reencuentro de cuerpos y espíritus, ya sin hijos en la casa y tratando de vivir dignamente.
Se ve la mano de Roger Michell, el realizador exitoso de “Nothing Hill” (1999), en la narración profunda sobre la relación de dos ancianos: las palabras no dichas, las actitudes escondidas, en diálogos amargos a partir del guión de Hanif Kureishi, quien desnuda el snobismo de dos adultos que vivieron el “hippismo” de la década del 60 y que, en sus momentos más divertidos, recurren a chiquilinadas como no pagar en un oneroso restaurante, o bien que Nick se arrodille ante Meg por un instante de sexo. La rutina de esos días, donde los reproches son descarnados, se quiebra por la aparición de un discípulo, encarnado por Jeff Goldblum. Exitoso escritor de best-sellers, tiene fama, dinero y una joven esposa. Es la contracara de los quisquillosos Nick y Meg.
Resulta muy interesante el planteo social e histórico, aunque superficial, que hace Rober Michell al confrontar el estilo de vida de los 60 con la actualidad, incluyendo el jazz aún vigente en aquella época. “Nick” y “Meg” se quieren, se maltratan, y tienen una ironía y desparpajo que, por momentos, no encuadran en el presente. Y aún más atractivos resultan los diálogos, aunque ásperos, entre los protagonistas. Tanto Tim Broadbent como Lindsay Duncan y Jeff Goldblum sostienen con enorme solidez la narración del film, más que disfrutable aún con los enfrentamientos de un matrimonio que lleva años y que está decidido a sobrevivir por amor.
Carlos Pierre
BRISAS HELADAS
Guion y dirección de Gustavo Postiglione. Con María Celia Ferrero, Juan Nemirovsky, Gastón Pauls, Norman Briski, Elli Medeiros, entre otros. Música de Iván Tarabelli y Gustavo Postiglione.
REGULAR. DEL TEATRO AL CINE
Gustavo Postiglione nos asombró con “El asadito”, filmado en las terrazas de Rosario, de donde es oriundo, así como “El cumple”, “La peli” y “Días de mayo” (2009). En el caso de “Brisas heladas”, segunda obra de teatro de su autoría que lleva al cine, maneja los tiempos narrativos de manera discontinua, deambula entre la comedia y el policial, incluye diálogos sobre viejos films, y no desarrolla personajes a cargo de famosos actores (Norman Briski, Gastón Pauls), a los que les da breves parlamentos y, por uno u otro motivo, saca de escena.
La historia se centra en dos hermanos, “Bruno” (Juan Nemirovsky) y “Mabel” (María Celia Ferrero), que se encuentran en la casa del primero en una noche tempestuosa. Hay un bolso que tiene “Mabel” y que es requerido por el dueño de un bar, personaje que interpreta Norman Briski, y va hacia atrás en el tiempo para mostrar un interrogatorio a “Mabel” a cargo de un funcionario policial que encarna Gastón Pauls. La inclusión de la cantante franco-uruguaya Elli Medeiros resulta discordante por su personaje exótico, lejano a la vida marginal de los protagonistas.
En el comienzo del film se ven otros personajes en un gimnasio de boxeo, también discurren sobre técnicas cinematográficas, tomas-secuencias, que dan un planteo inicial de comedia para luego trastocarse en policial. No es ocioso apuntar que Gustavo Postiglione es un destacado profesor en Santa Fe, y que regresa al cine luego de seis años. Y resume en esta película todo su bagaje de conocimientos explicitado en guiones, libros y obras teatrales.
De todas maneras, es un film cuestionador, con una catarata de alusiones a la realización cinematográfica, propia de un realizador de ley, muy personal con una inquieta manera de filmar. Tanto que se da el gusto y la licencia de aparecer al final del relato como el esposo de “Mabel”, junto a su hijo. Muy a lo Hitchcock…
Carlos Pierre
MÁXIMA PRECISIÓN (GOOD KILL)
De Andrew Niccol. Con Ethan Hawke, January Jones, Zeo Kravitz, Bruce Greenwood, entre otros. Música de Christophe Beck. Duración: 102 minutos.
BUENA. SANGRE EN LA CONCIENCIA
La guerra contra el terrorismo permitió desarrollar nuevas formas de aniquilamiento entre seres humanos. Es el tema que encara Andrew Niccol con Ethan Hawke en el rol de un ex aviador de los F-16, ahora encargado de operar, durante ocho horas diarias, ataques con “drones”, devastando al enemigo. Como si se distrajera con un videojuego, apretando un botón rojo o dirigiéndolo.
La película nos indica, al comienzo, que está basada “en un hecho real”, algo que siempre da credibilidad sobre lo que veremos, sin especificarnos cuàl. El relato de Andrew Niccol es conciso, frío, aséptico, como el “nuevo estilo de guerra”, desértico como el mismo refugio de los supuestos terroristas en Afganistán o Yemen: un hombre solo en un cuarto matando terroristas a “control remoto”. La situación de “Tommy Egan” (personaje de Ethan Hawke) sufre una crisis cuando recibe órdenes de la CIA más drásticas y letales. Peleas conyugales, pasea su soledad y su furia en Las Vegas, ciudad cercana a su condado. Desea olvidar los rostros de los que mató que, con los satélites, pudo ver nítidamente antes de apretar el botón rojo y lograr la “good kill” o “buena muerte o asesinato”. La controversia surge: sus colegas, y hasta él mismo, consideran que hay que aniquilar a los terroristas, pero “Egan” siente remordimiento por lo hace aunque lo crea justo.
La película es sólida y atrapante. Sin duda, no está basada en un solo hecho real sino en muchos que pueden ser cotidianos aunque no lo sepamos. Ahora se “mata a distancia”, sin sangre en las manos, pero con sangre en la conciencia. Gran actuación de Ethan Hawke. Tema muy interesante.
Carlos Pierre
SUITE FRANCESA
De Saul Dibb. Con Michelle Williams, Matthias Schoenaerts, Kristin Scott
Thomas, entre otros. Música de Rael Jones. Duración: 107
minutos. Coproducción de Reino Unido, Francia y Canadá.
MUY BUENA. MELODRAMA EN
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Basada en el drama
romántico de la escritora Irene Nemirowsky, “Suite Francesa”, de Saul Dibb, se
ambienta en la década del 40 durante la ocupación Nazi a Francia y bajo el
régimen de Vicky, por el acuerdo firmado por el mariscal Patain con Alemania.
Nemorowsky nos adentra en un drama que conoció: la guerra, la ocupación nazi,
hasta morir en Auschwitz en 1942 junto a su marido. Sus dos hijas, escondidas
en un pueblo francés, lograron publicar las obras de su madre, y rescatar su
nombre del olvido cuando había sido una judía ucraniana convertida al
catolicismo de enorme prestigio en Francia.
Los hechos son reales,
aunque no biográficos. El ejército naci ocupó París y era orden, tanto en la
primera como en la segunda guerra mundial, recibir a los oficiales alemanes.
Estos ubicaban las casas de mejor pasar y destinaban a sus comandantes a los
diferentes hogares. Es lo que nos cuenta Nemirowsky y lo que lleva al cine Saul
Dibb con notable eficacia, solidez, belleza fotográfica, y contundencia
dramática.
“Lucile Angellier”
(Michelle Williams) es una joven que aguarda noticias de su marido, prisionero
de guerra, mientras pasa sus días tocando el piano, bajo la mirada de su
controladora suegra (Kristin Scott Thomas). La casa de los Angellier es
destinada al teniente “Bruno” (Matthias Schoenaerts), obligado huésped, con la
característica de ser compositor. “Suite francesa” es su obra y la escribió
para “Lucile”, por ese amor oculto que nace entre ellos, en medio de la guerra
y las soledades.
Saul Dibb sigue la mano
de la escritora Nemirowsky para narrar este melodrama muy folletinesco que
tiene una fotografía impactante, resaltada con logrados planos cortos y medios
que revitalizan secuencias de manera muy puntual. Y, aunque pueda caer en
clishés del género romántico y bélico, es un drama que interesa y conmueve. La atracción
no decae por la gran actuación de los protagonistas, introvertidos, refinados y
elegantes, en medio de una tragedia humana. Y, aunque en forma solapada o no
muy explícita, surge la existencia de estas relaciones o amores prohibidos que
fueron comunes en medio de tanta devastación, muerte y dolor. Para ver.
Carlos Pierre