JUEVES 19 DE MARZO DEL 2015.-
Seis estrenos cambian la cartelera porteña de cine, con variados
géneros para todos los gustos. Entre ellas, las nacionales “Las enfermeras de
Evita”, de Marcelo Goyeneche, y “El gurí”, de Sergio Mazza. “La danza de la
realidad”, del chileno Alejandro Jodorowsky, de 86 años de edad, es la nueva
producción del realizador tras 23 años de “desaparición” cinematográfica. Es
una “psicomagia” que nos remite a su niñez en Chile, en un pueblo perdido del
hermano país que se redescubre a través del film. Tiene netas características
de surrealismo y es también una “autoayuda” que el director se hace a sí mismo.
Cine de culto, cine arte que encuentra una nueva expresión en Jodorowsky.
Especial para amantes de las realizaciones independientes con gran valor
autoral.
LA CENICIENTA
De Kennet Branagh. Con Cate Blanchett, Lily James, Richard Madden,
Helena Bonham Carter, entre otros. Música de Patrick Doyle. Duración: 105
minutos.
MUY BUENA. NARRACIÓN BRILLANTE DEL CUENTO TRADICIONAL
Un espectador avezado se preguntará quién es el realizador de esta
nueva y fantástica versión de “La cenicienta” tan solo por ver la fotografía,
los encuadres, el concepto cinematográfico con el que está narrado. Kenneth
Branagh, notable actor inglés y director teatral y de cine, se dio el lujo de
tomar el cuento de Charles Perrault y hacer una pequeña obra maestra actual.
Auspiciosamente de carne y hueso, la famosa “Cenicienta” que los Estudios
Disney nos regalaran en versión animada en 1950, toma vuelo apartándose de los
enfoques más duros y dramáticos de otras versiones como “Blancanieves y el
cazador”. El resultado es más que convincente, pleno de malabarismos formales
de Branagh, que nos remiten a las Meninas de Velázquez.
La historia de la Cenicienta, por aquello de sus tiznes en el rostro
por los trabajos duros que hacía, encuentra en Cate Blanchett a una madrastra
soberbia como contraposición de la bella heroína encarnada por Lily James,
quien cautiva desde el comienzo. Y enamora, en el bosque, al apuesto príncipe a
cargo de Richard Madden.
Helena Bonham Carter compone al Hada Madrina que tiene intactos sus
poderes para convertir a los ratones en caballos, a dos lagartijas en pajes de
la carroza y a un ganso en cochero. Malas, caprichosas y torpes son las dos
hermanastras de Cenicienta, quienes jamás podrán calzarse el zapato de cristal
de la joven. Hollyday Grainger y Shopie McShera imponen una disparatada gracia
en sus actuaciones en contraposición a la belleza rubia de Cenicienta.
Kenneth Branagh contó con un presupuesto de 100 millones de dólares
para esta versión de carne y hueso de un cuento tradicional que apunta a
instalar este formato no animado en las narraciones infantiles. El resultado es
maravilloso y será un disfrute para toda la familia.
A tal punto la versión de cuentos para chicos es ya una suerte de
franquicia a explotar con actores de verdad que Tim Burton, otro de los grandes
realizadores, ha sido convocado para dirigir la versión de “Dumbo”. En el caso
de “La Cenicienta”, no se la pierdan.
Carlos Pierre
DIRECTO AL CORAZÓN (DANNY COLLINS)
Guión y dirección de Dan Fogelman. Con Al Pacino, Annette Bening,
Christopher Plummer, Jennifer Garner, entre otros. Música de RYan Adams y
Theodore Shapiro. Duración: 106 minutos.
MUY BUENA. PACINO EN CAUTIVANTE ROL
Muy buena fortuna tiene Dan Fogelman con este arribo al largometraje
en calidad de director, tras ser guionista de muchas películas (Cars,
Enredados). A partir de un hecho real, logra con Al Pacino en el rol de Danny
Collins, una narración cautivante y de notable altura emotiva.
El origen es un hecho real, tomado libremente: el cantante de folk
inglés Steve Tilston fue entrevistado en 1971 y manifestó que su ideal era
parecerse a John Lennon. El notable “Beatle” le envió una carta que se perdió
en la redacción y llego varias décadas después a manos del músico. Aquí aparece
nuestra historia, de la mano de un representante avezado que encarna
Christopher Plummer quien le entrega la carta a “Danny Collins” (Al Pacino). El
notable tema “Imagine” envuelve al protagonista que había logrado, en tantos
años de carrera, fama y dinero además de vicios varios. Esta carta, lejana en
el tiempo, le produce un cambio en su vida, “quid” del film. No solo cambia su
estilo musical sino que busca al hijo que abandonó. Se instala en el pequeño
Hotel Hilton y traba amistad con la gerente (la enorme Annette Bening).
Encontramos actuaciones que van directo al corazón: Al Pacino regresa
a un protagónico de enorme fuerza, pleno de emotividad profunda. Y se logra un
producto que es una lección de vida por el guión alejado de la reivindicación
de la tercera edad en sí al dotarla de energía vital. El target es el público
de mediana edad para arriba, cuando algunas fuerzas pueden fallar y un empujón
de optimismo sobre las vueltas de la vida empieza a ser necesario.
Carlos Pierre
EN UN PATIO DE PARÍS
De Pîerre Salvadori. Con Catherine Deneuve, Gustave de Hervern, Feodor
Atkine, entre otros. Música de Gregoire Hetzel y Stephin Merritt. Duración: 97
minutos.
BUENA. LA AGRIDULCE COTIDIANEIDAD
En los “cortiles” europeos, como se llaman en italiano, surgen
personajes y situaciones cotidianas de vida que son el motivo de este film,
“Dans la cour”. Es una suerte de pulmón de manzana al que dan ventanas y
puertas de diferentes edificios. Siempre hay un administrador, en este caso, la
luchadora Mathilde (Catherine Deneuve) y su marido. Un músico de 40 años llega
como portero, adicto a las drogas pesadas y con gran nihilismo.
La amistad entre la administradora y el portero se transforma en una
relación amable, pero surgen dificultades por una sensación de pánico creciente
en Mathilde mientras Antoine (Gustave de Hervern) se sumerge en las drogas.
El secreto de este film está en los diálogos, en el interés creciente
que despiertan los personajes en el espectador, hábilmente delineados por
soberbios actores como por el director Salvadori. Catherine Deneuve entrega un
trabajo como hace mucho no se le veía en la pantalla mientras que De Hervern
construye un desahuciado espiritual sólido, creíble. Es que no se necesitan
efectos especiales para contarnos historias agridulces que son cotidianas, con
mayor o menos dramatismo, sino guiones verosímiles que aún, desde la historia
más pequeña, conmueven y atrapan.
El final no es el esperado, un golpe bajo que desvirtúa en algún
aspecto la propuesta inicial. Sin embargo, la calificamos como buena, y hasta
podría ser muy buena, porque hemos visto cine, simplemente cine.
Elsa Bragato