JUEVES 7 DE AGOSTO DEL 2014.-
Hay diez estrenos este jueves, que incluyen los
documentales “Gabor”, de Sebastián Alfie, sobre un fotógrafo ciego en Bolivia,
y “La cárcel del fin del mundo” de Lucía Vassallo, que nos remite a la cárcel
de Ushuaia. Hay datos que los jóvenes realizadores desconocen: en esa cárcel-
museo estuvieron presos muchos músicos paraguayos tales como el padre de la
guarania, José Asunción Flores, y el buen pianista Francisco Alvarenga. Pero no
se los recuerda o no hay conocimiento sobre el objetivo de la cárcel en sí:
reprimir no solo a los criminales sino también a los artistas e intelectuales
de la época por sus ideologías.
“Tierra de María”
es un film católico de Juan Manuel Cotelo, surgido de la fundación Centro de
Medjugorje, donde se produjo una aparición de la Virgen María. Miles de
personas siguen el legado de Jesucristo y adoran a la Virgen, ¿engañados o no?
Una investigación interesante y emotiva destinada al público esencialmente
creyente.
Entre las “biopic” del año surge “Violette”, de Martin
Provost, el mismo realizador de la estupenda “Seraphine”, dedicada a la artista
Seraphine de Sentis, un film que deslumbró hace unos años. “Violette” está
dedicada a la escritora Violette Leduc, en los tremendos tiempos de la
postguerra, una mujer de rostro poco agraciado, con una elección sexual
condenada en la época. Está dentro del género “autoficción”.
Como curiosidad, ya presentada en salas alternativas y
festivales, está “La ballena va llena”, del círculo artístico Estrella de
Oriente, de seis directores: Daniel Santoro, Juan Capurro, Pedro Roth, Tata
Cedrón y Marcelo Céspedes. Es un documental ficcionado sobre un proyecto
artístico muy interesante, que fuese presentado en el 2007 en Recoleta. Subsidios,
becas, y sus sinuosos caminos para dar vida a un plan artístico de alto vuelo.
Viene con muy buenas críticas “Mauro”, opera prima del
reconocido montajista Hernán Roselli, presentada en el BAFICI y con premios. El
submundo de un pasador de dinero falso, la droga, y un universo que existe, con
propias reglas, desconocido en el “downtown” porteño. Roselli ha sido muy
distinguido por la solidez de su narración a partir de una historia pequeña.
Tiene una estética muy personal.
Asimismo hay otra ficción nacional, estrenada en Mar del
Plata, “Tiro de gracia”, de Nicolás Lidijover, sobre un asalto a un
supermercado. En este caso, no nos convenció para nada la dirección actoral y,
en consecuencia, las actuaciones nos resultaron poco convincentes. El esfuerzo
de un policial nacional sí es valioso.
Finalmente tenemos otro documental, “Escuela de sordos”,
que ya tuvo un preestreno hace un año o más, de Ada Frontini, producto cordobés
auspicioso por la realización. Nos cuenta la vida de Alejandra Agüero que ha
creado esta escuela para sordos en la zona de Bell Ville, Córdoba.
JUNTOS… PERO NO TANTO
De Rob Reiner. Con
Michael Douglas, Diane Keaton, Sterling Jerina, entre otros. Música de Marc
Shaiman. Duración: 94 minutos.
BUENA. COMEDIA SIN EXIGENCIAS
Rob Reiner, con el blasón de su recordada “Cuando Harry
conoció a Sally”, encaró el guión de Mark Andrus con la vía libre que le dieron
dos artistas del calibre de Michael Douglas y Diane Keaton, de por sí, un
atractivo taquillero de esta comedia bien hollywoodense.
Entretenida, por momentos punzante y hasta con climas
tiernos, estamos en presencia de un film que nos muestra ciertos rasgos
discriminatorios de la sociedad norteamericana, entre ellos, la descalificación
de los latinos. Hay una secuencia que nos cae mal: Michael Douglas, un
recalcitrante hombre de pensamiento “tea party”, se refiere a su nieta de 9
años como parecida a “una guatemalteca”. La pequeña llega al abuelo cuando su
hijo va a la cárcel por lo que el hombre y la pequeña son dos desconocidos
entre sí. Una vecina amable, compuesta por Diane Keaton, lo ayudará.
Recordamos a Diane Keaton junto a Jack Nicholson, con
“Cuando menos te lo esperas”, del 2003. Esta película de Rob Reiner nos remite
a este tipo de protagonistas cuyos destinos cambian por algo que ni se
imaginan. Keaton es la coestrella fundamental para hacer amable un film que,
como el que nos ocupa, comienza de manera ácida para transformarse en una
comedia amable. El personaje de Douglas tiene un inicio neurótico, que nos
lleva al personaje de 1992 en “Un día de furia”, persiguiendo a un perro que le
ensucia un terreno lindero a su casa.
La pequeña Sterling Jerina, de promisorio futuro, logra
un reacomodamiento de su alterado abuelo, al que se suman el encanto de Diane
Keaton, su grácil figura y su generosa sonrisa. A esta comedia no hay que
exigirle nada más. Deja una buena sensación, nos relaja durante una hora y
media, y, si bien es “más de lo mismo”, su realización es sólida, favorecida
por exteriores e interiores de casas bellas y coloridas. Entre tanta violencia
y “tanques” con monstruos, es reconfortante un film que no pretende nada más
que entretener con una historia convencional y amable a la vez.
Carlos Pierre
LÍBRANOS DEL MAL
De Scott Derrickson. Con Eric Bana, Edgar Ramírez, Olivia
Munn, Sean Harris, Joel McHake, entre otros. Música de Christopher Young.
Duración: 118 minutos.
BUENA. BRUTAL BATALLA CONTRA EL MALIGNO
“Líbranos del mal” se basa en hechos que el sargento
Ralph Sarchie, en la vida real, vivió en el barrio del Bronx. Escribió el libro
que da base al film.
Scott Derrickson es el mismo realizador de “Sinister”,
tiene una estética particular, muy densa, se maneja con enorme solidez en la
fotografía y el montaje, y es un sabio conocedor del “tiro de cámara”
ubicándola de manera tal que da la impresión al espectador de compartir los
hechos con los protagonistas. Además, no se priva de ninguna toma por lo que
veremos a New York desde el aire, de noche y de día, y recorreremos el Bronx
paso a paso con Eric Bana, quien asume el papel del policía del barrio, casado,
con una pequeña hija, y con enormes responsabilidades que van surgiendo,
trastocando su vida.
No podemos pasar por alto un mensaje entrelíneas del
film: tres marines, en plena guerra de Irak, son “poseídos” por el Maligno al
ingresa a un túnel que termina con un paredón donde hay inscripciones
diabólicas en latín. Estas escenas así como la narración posterior nos remiten
inmediatamente a la “teoría de los dos demonios” del ex presidente George W.
Bush, el demonio está en Irak y poseyó a tres marines. Es tan así como lo
decimos.
De regreso a su país, estos marines serán las tres puntas
a seguir por el sargento Sarchie, en noches muy lluviosas y oscuras, de calles barrosas,
de New York junto a su compañero de móvil. Cada marine tiene su propia historia
de posesión. Pero hay uno en especial, Santino, que se las trae y para Sarchie
no es algo que pueda aceptar fácilmente dado que se ha transformado en un ateo,
no cree en Dios. La aparición sin vueltas de un jesuita, el padre Mendoza
(Edgar Ramírez, venezolano), será el punto de unión de estas historias donde se
mezclan lo nítidamente policial con lo religioso y concretamente con la
posesión demoníaca.
La solidez, como decíamos, de la narración, atrapa al
espectador. Uno debe sostenerse en la butaca para no saltar por la angustia o
el susto que muchas escenas producen gracias a un extraordinario manejo del
sonido. Hay, en cambio, algunos puntos narrativos que confunden y, por
momentos, también alivian provocando una sonrisa: los demonios buscan “la
puerta” del alma para ingresar y no hubo mejor idea que recordar a “The door”
con la voz de Jim Morrison.
No hay aspecto que el director no toque: el ingreso de
Sarchie a tantos hechos oscuros y sangrientos conmueve los cimientos de su
hogar con derivaciones que no resultan muy claras o bien pudieron tener otra
resolución más verosímil.
Sobre el final se viven situaciones diversas: el
exorcismo del padre Mendoza a Santino es espeluznante, sobrecogedor,
estremecedor. Es la primera vez que, sin que a nadie le gire la cabeza en el
cuello o escupa una repugnante saliva verde, un exorcismo tiene visos de
realidad aún con detalles de ficción como el resquebrajamiento de la frente de Santino
de manera estrepitosa marcándosele la corona de espinas de Jesús. El padre
Mendoza utiliza, en un latín dudoso, la oración de San Benito, así como se
muestra la medalla del fundador de los conventos contra el Maligno, detalles
que evidencian el conocimiento de la religión católica de Derrickson. De hecho,
es un egresado de la carrera de Teología.
El otro aspecto que diluye la enorme fuerza narrativa
expuesta es la aceptación de Dios por parte de Serchie en una secuencia rápida
e inocua, que contrasta brutalmente con la fuerza arrolladora del inicio. En
síntesis, la película es atrapante y brutal, con escenas impresionantes de
asesinatos, tiene varios puntos flacos en su guión, y algunos personajes poco
resueltos. No obstante, los espectadores con espíritus fuertes pasarán casi dos
horas de estremecimiento puro por lo que el objetivo primario está alcanzado.
El “oculto” tiene que ver con los demonios que habitarían Irak (SIC)… Y ahí
entramos en cuestiones políticas.
Elsa Bragato