JUEVES 14 DE NOVIEMBRE DEL 2013.-
Hay seis
estrenos en soporte fílmico, de las cuales una es argentina, “Sola contigo”, la
otra es una “vieja” producción española “Arrebato”, y la tercera es la uruguaya
“Tanta agua”.
1.- SOLA
CONTIGO, de Alberto Lecchi, con Ariadna Gil y Leo Sbaraglia. Ya está ONLINE.
2.-
ARREBATO, opera prima de Iván Zulueta, con Eusegio Poncela y la argentina
Cecilia Roth. Estrenada en 1979. Reestrenada en 2002.
3.- TANTA
AGUA, opera prima de Ana Guevara y Leticie Jorge, ofrecida en el BAFICI 2013.
LA BIOPIC
DE LA SEMANA
EL
MAYORDOMO
De Lee
Daniels. Con Forest Whitaker, Pprah Winfrey, John Cusack, Jane Fonda, Vanesa
Redgrave, Robin Williams, entre otros. Música de Rodrigo Leao. Duración: 132
minutos.
MUY
BUENA. FIEL RETRATO DE LA DESIGUALDAD SOCIAL CONTRA LOS AFROAMERICANOS
El
concierto para piano de Robert Schumann ilustra las primeras secuencias de este
film muy bien realizado con sólidas actuaciones. Es un drama épico ambientado
en los Estados Unidos, especialmente en la Casa Blanca, durante ocho décadas.
Un joven, proveniente de los algodonales del sur, logra salir y ve cómo su
padre es muerto a manos del patrón, que ha ultrajado a su madre.
El
desertor es el personaje de Forest Whitaker, uno de los grandes actores de
Hollywood, quien será mayordomo de la Casa Blanca, cargo que ejerció durante
siete administraciones presidenciales. Mantuvo a su familia y crió a dos hijos
varones, uno de ellos muerto en Vietnam y el otro, líder del movimiento de los
derechos civiles. David Oyelowe cumple con excelencia el rol de este joven
díscolo que busca la igualdad social (hasta bien entrados los 60, la
discriminación racial en los Estados Unidos producía enfrentamientos
sangrientos en las ciudades especialmente las del sur, donde los negros no
podían tomar el mismo ómnibus que los blancos, o bien no podían compartir aulas
o lugares para comer, entre otras brutales desigualdades).
El film
es muy extenso y es uno de sus lados “flacos”: más de dos horas con secuencias
parsimoniosas que desalientan un poco al espectador. Sin embargo, la narración
lo admite porque se deben contar las vicisitudes del mayordomo durante siete
períodos presidenciales americanos.
La
película atrapa porque tiene grandeza en su realización, impecable, con
actuaciones convincentes como la del protagonista, y porque retrata
fehacientemente un largo período oscuro del segregacionismo norteamericano,
feroz como el sudafricano.
Además de
la vida en la Casa Blanca, la cámara de Lee Daniels ahonda en la vida del
afroamericano en su país, desde la explotación en los campos de algodón, hasta
las calles donde eran comunes las represiones, y la vida de los “negros” en
medio de una tierra que los usaba pero que los despreciaba profundamente.
Destacamos
que el film está basado en hechos reales, en la biografía de este mayordomo tan
especial, y que Lee Daniels maneja los contrastes en la historia de manera
inteligente, el racismo y la igualdad
como sustento de la biografía, o la serenidad del protagonista enfrentada a la
explosión social por la desigualdad reinante.
Atrapa
también el elenco de primerísimas figuras que rodean a Forest Whitaker, con la
curiosidad de la actuación de la multimillonaria conductora y ahora dueña de un
canal de televisión Oprah Winfrey, hoy una de las grandes benefactoras de
diferentes países africanos. Este dato no aporta excelencia a su actuación que,
sin embargo, es verosímil.
Puede
resultar lenta, pero es tan ilustrativa que merece ser tenida en cuenta para
explicar qué fue el segregacionismo en los Estados Unidos y, en menor medida,
en muchos de nuestros países, sin contar el de Sudáfrica con un ejemplo de
lucha maravilloso como el de Nelson Mandela. Dos continentes, dos explotaciones
iguales, abusos sociales y una conquista de igualdad que hoy disfrutan los
afroamericanos. Resulta, en definitiva, interesante, atrapante por las caras
famosas que se ven, y porque la historia en sí lo amerita.
Carlos
Pierre
LA SAGA
DE LA SEMANA
THOR, UN
MUNDO OSCURO 2, EN 3D
De Marvel
Cómics, dirigida por Alan Taylor. Con Chris Hemsworth, Natalie Portman, Tom
Hiddleston, René Russo, Anthony Hopkins, entre otros. Música de Brian Tyler.
Duración: 112 minutos.
BUENA. EL
SUPERHÉROE DEL MARTILLO REGRESA
Proveniente
de la literatura escandinava, bastante alejada de la formación nuestra, esta
segunda parte de “Thor”, el héroe del martillo, encuentra en el actor
australiano Chris Hemsworth a un muy digno exponente, como en el primer film,
para componer al forzudo superhéroe.
Thor en
esa oportunidad debe lidiar con el vengativo Malekith, quien regresa para
restablecer la oscuridad en el cosmos. Thor debe luchará contra su hermanastro,
inglés Tom Hiddleston, y liberará a su amada Jane, que encarna Natalie Portman,
aquí bastante alejada de su papel del “Cisne negro” y más cercana a muchos
films supercomerciales que tiene en su haber. Es la actuación que menos
convence.
Los nueve
Reinos están presentes, por una extraña alineación dan lugar a la creación de
portales de energía. Y este “quid” argumental le permite al director ubicar la
historia en la Londres actual, despoblada.
El padre
de Thor, Odín, reaparece, a cargo de Anthony Hopkins, con un solemne discurso
que lo acerca más a los personajes históricos que encarnó que a este ser comic-mitológico
que le tocó en suerte. Y es Odín quien quiere delegar el reino en Thor y no en
su hermanastro. He aquí otros de los conflictos a resolver.
A
diferencia de la anterior realización, en esta película no está el gran Kenneth
Branagh, y el guión tiene un tono diferente más cercano a la exageración del
cómic y al romanticismo por lo que la cinta es disfrutable pero también en
pasajera.
El 3D
está bien utilizado porque permite darle corporeidad a los castillos y
ejércitos, una visión cósmica inusual de la ciudad de Londres, y permite
comprender los vacíos del cosmos que, en verdad, se tornan en una maravilla de
la tecnología. Por momentos, puede resultar apabullante para el espectador.
Alan
Taylor viene de la televisión, es el realizador de “Game of Thrones” y, por lo
visto, está bien metido en estas historias de superhéroes, de exageración en
todos sus niveles, o bien del estilo freak del cómic.
Uno
espera de este tipo de películas las luchas, que Thor –en este caso- utilice su
martillo contra los malvados, y la clásica lucha del bien y mal con la
tecnología del 3D y la computación actual. Todo esto se encuentra. Puede
resultar elemental, puede resultar infantil, pero sin duda el film entretiene
sin mayores honduras argumentales y sí, en cambio, una factura tecnológica que
asombra. De las actuaciones, nada en especial y mucho menos de lo esperado.
Para fans.
Carlos
Pierre
LA
DECEPCIÓN DE LA SEMANA
“EL
ABOGADO DEL CRIMEN”
De
Riddley Scott. Con Michael Fassbender, Javier Bardem, Penelope Cruz, Bruno Ganz,
Cameron Díaz, Brad Pitt, entre otros. Música de Daniel Pmberton. Duración: 117
minutos.
MALA.
DESCONCERTANTE CARROUSELL DE FAMOSOS
¿Como se
llamará el “abogado del crimen”? Nadie lo sabrá nunca salvo que Michael
Fassbender es el actor que lo interpreta. Este film que lleva la dirección de
Ridley Scott, nos remite a cualquier película clase C sobre los narcos
mexicanos afincados en la ciudad de Juárez (buenas “sights” de Scott), con
golpes bajos de cabezas que ruedan, sin saberse muy bien porque tanta saña
contra el “abogado” del título. Cuesta creer que este melifluo, pacato y
débil personaje esté a cargo de un gran actor como Fassbender. Su llanto,
en una de las secuencias finales, no tiene lágrimas y parece un ensayo en una
escuela de teatro.
La película,
mientras el “abogado” recorre el mundo para buscar un diamante especial y se
encuentra con el gran Bruno Ganz, tiene dos secuencias de gran erotismo, marquetineadas
para atraer. La primera es la inicial con Penélope Cruz, en el papel de
Laura, la esposa del “abogado”, sexo oral sin caer en tomas XXX, demasiado
extensa, grititos, jadeos, palabras amorosas, y no mucho más. La segunda está a
cargo de Cameron Díaz quien “le hace el amor” al blíndex frontal del costoso
auto de alta gama de su pareja, un amorochado Javier Bardem.
Entre
tantas caras famosas, los personajes se pierden, tienen conexión casual pero no
hay una verdadera ligazón entre ellos, parecen ubicados allí para decir lo que
deben sin una urdimbre dramática que los aglutine. Tienen parlamentos,
pero se habla más de sexo que de la materia que lleva a tal grado de insólita
desesperación, por lo mal actuada y no por los motivos, a Fassbender.
A Brad
Pitt se le dio un papel interesante pero no sustancial, como parece que no
son los restantes de esta película, tiene más exposición que Bardem, mucho
más que Penélope Cruz, contratada para no más de tres secuencias, mientras
Cameron Díaz, inocua al comienzo, es la mala previsible que roba cámara aún
cuando no nos damos cuenta. Esta ahí… eso queremos decir.
Hay
momentos de acción pero resultan “freak”: al parecer, estos mexicanos se
dedican a cortarle la cabeza a determinadas personas o por venganza o porque
los descartan, por lo que veremos rodar más de alguna, o a un Brad Pitt en
plena ciudad de Chicago “autocortándose” el cuello y explotando en sangre. Son
golpes de efecto que ha buscado Ridley Scott junto con el guionista, autor del
bestseller homónimo, don Cormac McCarthy (Pullitzer incluído).
Agregamos
que el desencadenante de tanta hipocresía cinematográfica
(se arma
un elenco de estrellas para atraer incautos sin que nos dejen algo de
actuación) es una boleta por una infracción de tránsito que le cayó a un
desgraciado que va en moto.
Hay mucha
moralina: los colombianos son bravos con la “merca”, pero los de Juárez no se
quedan atrás. ¿Novedad? Y se las ingenian hasta para combinar, entre la droga,
algún muerto que se pudre en una tinaja con agua. Sin embargo, llegan a Chicago
sorteando todo tipo de control, que no advierte que es un camión atmosférico
cargado de excrementos cuyo destino en USA debería, al menos, resultar
extraño. Y los malos son los americanos porque ellos buscan la droga,
mientras el resto del mundo les sirve para conseguirla. Más allá de que algo de
estas apreciaciones tengan una pizca de verdad, lo que muestra el film es tan
deshilachado que desconcierta.
Es
realmente una mala película, con actuaciones que bien podrían ser unipersonales
en el caso de Javier Bardem, con un pobre Fassbender, una Cameron Díaz cuya
“cumbre” actoral es la escena erótica con el automóvil, un final previsible y
una moralina que molesta. No gaste su dinero, espere a verla en cable, y será
pronto.
Elsa
Bragato