JUEVES 13 DE JUNIO DEL 2013.-
Hay cuatro estrenos que incluyen el nacional “La huella del
doctor Ernesto Guevara”, de Jorge Denti, sobre el “Che” antes de ir a Cuba, y
la película dinamarquesa “La cacería” de Thomas Vinterberg.
EL HOMBRE DE ACERO
De Zack Snyder. Con Kevin Cotsner, Russell Crowe, Amy Adams,
Henry Cavill, Michael Shannon, Diana Lane, entre otros. Música de Hans Zimmer. Producción:
Christopher Nolan, entre otros. Duración: 148 minutos
REGULAR. DESANGELADA
Y APOCALÍPTICA PRECUELA DE SUPERMAN
Rara sensación es la que se tiene
luego de ser la muy extensa “El hombre de acero”. ¿Un cómic, un blockbuster de
explosiones, una precuela, o un juego de playstation espacial? Nos quedamos con
las dos últimas: es la precuela de Superman a manera de playstation espacial,
donde monstruos y negros aviones supercósmicos atraviesan los espacios y se
estrellan, destruyéndose mutuamente, aniquilándolo todo. Dos horas y 20 minutos de atronadoras explosiones y una
falta de lineamiento del espacio del film a la manera de fotonovela.
Desangelada y apocalíptica, esta versión de Superman sintetiza toda la
violencia que no queremos en el siglo XXI.
Dónde estamos? Sabemos que empezamos, junto con el futuro
superhéroe, en Kripton. Pero luego, dónde? Se cae en el cinturón de asteroides?
Estamos detrás de Saturno, o bien cerca de la Tierra? Dónde ocurren semejantes
batallas espaciales? En algún momento apareceremos en Kansas, es la otra
seguridad que tenemos.
La presencia de Christopher Nolan como productor ejecutivo nos asegura
una ingeniería narrativa muy especial y espacial: nada queda en pie, New York se derrumba como los sueños de su muy
buen film “EL origen”. Y extrañas y alargadas armas o algo similar penden del
cielo neoyorquino lanzando láseres destructores como aquellas vainas de “Guerra de los mundos”. Es imposible no
remitirse al trágico ataque del 11 de setiembre a las Torres Gemelas de New
York porque se reproducen las escenas que vimos en los videos de la época con
la gente corriendo por las calles y los edificios viniéndose encima (“El
origen”, de Nolan). Nada grato para recordar. Muchas reminiscencias de hechos
trágicos, de otros films de la “colección Nolan” (destrucción de un símbolo) que
impuso en la trilogía Batman. Superman
debió ser otra cosa.
La historia de Superman es
respetada en su llegada al planeta (recuerdan “Starman” con Jeff Bridges?), con
sus padres adoptivos (Diane Lane y Kevin Costner), la aparición de la
periodista que está asombrada buscando al ser de otro planeta escondido en la
zona de Kanzas, y la lucha de su padre biológico, encarnado por un potente Russell Crowe en Kritpon, donde se
desarrolla gran parte del film. Por eso es precuela.
Y se lo presenta como un “redentor”. “Vengo a salvar la Humanidad, por eso es
la S”. Demasiado, no?
Nada de romanticismo: la
periodista y este Superman no demuestran
tener química, la chica es Amy Adams y hace lo que puede con este personaje
de investigadora siguiendo a las fuerzas
armadas que están en lucha como en la guerra de Kuwait o Irak. En dos
escenas los protagonistas se acercan para darse un beso pero aquí no hay pasión
sino un guiño a la hinchada: ojo, no se vayan, estamos viendo “Superman”!
La falta de lineamiento del personaje se transfiere a la narración.
De pronto, este muchacho de Kansas asume quién es y, sin ninguna explicación,
aparece con el traje de Superman. Su madre, en medio de un ataque feroz de los
malvados de Kripton que le destruyeron la casa, le dice “qué bonito traje tenés”, como para cortar la sucesión de efectos especiales
atronadores y despertar una carcajada.
Los 55 minutos primeros nos
muestran Kripton y las batallas de esa raza por sobrevivir y la inmolación del
padre biológico de Superman. La segunda hora es Kent en su casa, que ve cómo su
padre adoptivo (Cotsner) es “disuelto” por un huracán, quedando solo con su
madre y su perro. Hasta que aparecen los helicópteros de guerra, los tiros, las
bombas, las naves aéreas estrellándose en la atmósfera terreste, es decir un
caos excesivo, descomunal, con decibeles que aturden, que nos remiten a las
guerras de Medio Oriente. Alguien se
pregunta “Y quién salva a los Estados Unidos?”, y allí está Superman para decir
“yo”. Una pregunta innecesaria y localista.
El malvado es Michael Shannon,
semejante al “Joker”, inigualable de Hedge Ledger en Batman begins, también de
Nolan. Semejantes, o idénticos.
¿Dónde queda Zack Snyder, el realizador? Es el mismo de “300”, film que nos da
una idea acabada de lo que estamos viendo como narración audiovisual: el salto de una secuencia a otra, como si
fuese un fotograma, con el protagonista ya ubicado en otra acción y con otro
atuendo, siempre en un color más opacado. Este
trabajo en el color es característico de Zack Snyder.
Hans Zimmer, gran compositor,
siempre trabajó con Christopher Nolan y aquí no es la excepción. Pero su banda queda reducida a reforzar las
explosiones con percusiones muy sofisticadas y trabajadas en postedición.
Es una banda sonora con mucha ingeniería de sonido, estrepitosa, que se
confunde con las explosiones y estruendos por lo que tiene la función estricta
de música incidental. Podrá haber
algún pasaje melódico, como en los créditos, pero no toca el corazón, solo daña
los tímpanos.
Sobresaturación de efectos
especiales, el Superman que nunca vimos en su Kripton natal, los mismos
monstruos de siempre (serpientes cósmicas que atacan a Superman), planetas que
explotan, y un protagonista que no dice nada: el joven Henry Cavill, que solo sabe gritar y es inexpresivo. Sus vuelos son
de computadora, sale como por un tiro
hacia el cielo, no hay impulso “vital” sino efecto especial y mucha tecla y
“mouse”.
La sorpresa está en el final y es
la que anuncia algo interesante en la secuela con este nuevo actor. Será un éxito de taquilla, sin duda,
pero, para quienes amamos el cine, esto no es más que una superproducción de
efectos especiales para un domingo aburrido.
Elsa Bragato
EL GRAN CASAMIENTO
Guión y dirección de Justin Zackham. Con Robert de Niro,
Katherine Heigl, Diane Keaton, Susan Sarandom, Robin Williams, Ben Barnes,
Amanda Seygried, entre otros. Música de Nathan Barr. Duración: 89 minutos.
BUENA. COMEDIA TRIVIAL PARA UN ELENCO ESTELAR
El inminente casamiento del hijo
adoptivo de un matrimonio disfuncional, de clase aristocrática, trae discordias
a sus miembros tanto de relación como religiosas. Don Griffin (Robert De Niro),
separado de Ellie (Diane Keaton) convive con quien fuera la mejor amiga de su
mujer, Beba- Susan Sarandom. El hijo adoptivo de ambos se casa y hay que
invitar a la la madre biológica del joven (el inglés Ben Barnes componiendo a
un colombiano), de origen colombiano trastoca la normalidad de las parejas y
surgen algunos gags que, según con qué ojos se los mire, serán divertidos o
banales.
En realidad, este film viene
siendo fustigado porque es más d e lo mismo y, muchas veces, nos resulta
inaceptable que estrellas como las que aparecen en este elenco coral hagan
papeles menores a los que les conocemos. Sin embargo, sería bueno aceptar que esto sucede y que los integrantes del
elenco se divirtieron filmando juntos.
Lo más interesante del film es el guión inspirado en la comedia francosuiza
Mon frere se marie, de Jean Stephane Bron y el mayor orgullo del director
Zackham es haber dirigido a semejantes estrellas en un entremés semidivertido.
La locación es el lugar donde
vive Zackham: Greenwich, en Connecticut, donde hay un altísimo nivel social. Y,
por razones también sociales, los gags son de menor tenor. Se basan en las
miserias humanas que, ante situaciones límites, afloran en ricos y pobres. Para
quien espere una comedia brillante y aspire a desternillarse de risa, esta
comedia no va. En cambio, será bienvenido quien desee ver un buen tratamiento cinematográfico con cierto refinamiento que supera al guión y que se sustenta en
actuaciones siempre buenas, aún en roles que podrían considerarse de menor
valía. Es una comedia bien realizada, a pesar del director.
Carlos PIerre