JUEVES 16 DE AGOSTO DEL 2012.-
Hay cuatro estrenos.
EL MOLINO Y LA CRUZ
De Lech Majewski. Con Rutger Hauer, Charlotte Rampling, Michael York, entre otros. Música de Lech Majewski y Jozef Skrzek. Polonia-Suecia. Duración: 91 minutos.
EXCELENTE. UNA JOYA DEL CINE PARA ADMIRAR BASADA EN UNA OBRA DEL GRAN BRUEGHEL
El multifacético realizador polaco Lech Majewski tardó tres años en completar este film donde recrea el cuadro “El camino al calvario” del pintor flamenco Pieter Brueghel (1528-1569). Se trata de una obra maestra del cine, una joyita, para cuya realización utilizó un método basado en la combinación digital de imágenes en tres formas diferentes. Los actores se colocaron enfrente de una pantalla azul que luego se integró con la fotografía realizada en locaciones de Polonia, República Checa, Austria y Nueva Zelanda, y, con un telón de fondo de la obra pictórica (llamada también “La cruz a cuestas”, que se encuentra en el Museo de Viena), pintado en lienzo por el propio Majewski.
Sin duda, fue una tarea titánica porque en el cuadro de Brueghel hay más de 100 figuras humanas que están desperdigadas en un extenso paisaje, acorde con los preceptos de los pintores flamencos, quienes pintaban las costumbres populares a diferencia de los pintores italianos, que preferían las figuras humanas por sobre el entorno.
Brueghel, con el acoso español, pintó el calvario de Cristo en su propia tierra, en esa Flandes de la Reforma protestante, ocupada brutalmente por España. Fue un pintor filósofo, que utilizaba la alegoría en medio de las más simples costumbres del pueblo. Ocultaba en el mismo cuadro su verdadero significado. Había que desenmascararlo con un análisis.
En el film, la gente común baila, ríe, vive su vida indiferente al dolor de Cristo quien, solo en medio de la multitud, va con su cruz a cuestas. Se ven jinetes de capa roja que son los soldados españoles, crueles y despiadados como símbolo de la Inquisición de España.
En lo alto de una montaña está emplazado un enorme molino que viene a representar a Dios, el creador de todas las cosas, y desde allí observa el calvario de su hijo, Cristo, abandonado a los hombres. Se trata de una gran metáfora de Brueghel que resistió la ocupación hispana en 1564, precisamente el año de esta realización pictórica, resaltando en esa gigantesca obra la libertad de Fe, de religión.
Rugger Hauer compone a Pieter Brueghel, llamado “El viejo” (tuvo tres hijos pintores), mientras que Charlotte Rampling es la Virgen María y Michael York, el amigo del pintor, un crítico y coleccionista de arte.
Lech Majewski es un artista notable, cabal, de vasta trayectoria en el cine (más de 10 films), así como en el arte y en el teatro. En este caso, además de la laboriosa dirección, realizó el guión, la fotografía y la música.
No nos equivocamos al afirmar que cada fotograma de esta película es un cuadro parcial del paisaje despreocupado, en apariencia, y a la vez agónica del gran Brueghel. Es un film que provoca admiración por la enorme capacidad artística de Lech Majewski. Y nos permite preguntarnos de cuánta belleza es capaz el cine cuando los objetivos superan lo comercial y se aferran a dos grandes y fundamentales valores: la ética y la estética. He aquí un gran ejemplo.
Carlos Pierre
LOS INDESTRUCTIBLES 2
De Simon West. Con Sylvester Stallone, Jason Statham, Jet Li, Dolph Lundgren, Chuck Norris, Jean-Claude Van Damme, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger, entre otros. Música de Brian Tyler. Duración: 102 minutos.
BUENA. JUEGO MORTAL ENTRE EL BIEN Y EL MAL CON HÉROES Y VILLANOS DEL CINE DE ACCIÓN. PARA FANÁTICOS Y PARA AFERRARSE A LA BUTACA
De la vigorosa mano de Sylvester Stallone, esta segunda parte de Los indestructibles aparece con más acción y aventura que la primera. Baste como ejemplo la escena inicial a modo de abertura sorprendente por el juego mortal que desatan estos tipos formidables, como recién salidos de un cómic mitológico y sangriento, donde todo reluce con el fuego de las armas y el resplandor de los cuchillos.
Cuando Mr. Church (Bruce Willis) encomienda a Los indestructibles un trabajo en apariencia simple para estos mercenarios de la vieja escuela (a la manera de aquéllos estupendos “los doce del patíbulo), la tarea no sale bien y uno del equipo, el más joven y recién incorporado es muerto por la banda comandada por Jean-Claude Van Damme. Entonces comienza la revancha como un mandato impostergable, desmantelando una amenaza inesperada (cinco toneladas de plutono, mucho más que suficiente para cambiar el equilibrio del poder en el mundo).
Los indestructibles 2 se comenzó a filmar en Bulgaria en el 2011 y se completó en Hong Kong y Nueva Orleans a comienzos de este año. Gran parte porque NV Image/Millennium Films es, desde el 2006, el nuevo dueño de los Estudios Boyana Films, privatizados a raíz de los cambios políticos producidos en esa región europea.
Con un total de 13 estudios y la particular y variada geografía de Bulgaria, que incluyen espectaculares cavernas subterráneas, capaces albergar la entrada de un avión en sus entrañas, se ha provisto al film de una espectacularidad envidiable y atrapante.
Sarcasmo, bravuconadas, acción a la antigua, como la misma veteranía de estos héroes, se van derramando a lo largo de la película. El hidroavión es un ariete cotra los malos (en este caso, Van Damme) y logran la ayuda inesperada y solitaria de Chuck Norris.
Un verdadero juego mortal entre el bien y el mal se desata en el segundo aeropuerto más grande de Bulgaria, en Plovdiv, como juegos devastadores de artificios y gran impacto visual. Auténtico remate a tanta acción que no decae en ningún momento, para beneplácito de los seguidores de estos titanes de carne y hueso ya de todos los tiempos.
Carlos Pierre
DOS MÁS DOS
De Diego Kaplan. Con Adrián Suar, Carla Peterson, Julieta Díaz, Juan Minujín, Alfredo Casero, entre otros. Música de Iván Wyszogrod. Duración: 103 minutos.
BUENA
Estamos frente a una comedia erótica que apunta a la materialización de las fantasías de dos parejas amigas. La formada por Diego (Adrián Suar) y Emilia (Julieta Díaz) se siente conmocionada e invadida por la propuesta de la otra pareja, Betina (Carla Peterson) y Richard (Juan Minujín, sobrino de Marta Minujin. La idea es poner en práctica el cambio de parejas.
Los dos maridos son dos afamados cardiocirujanos y ambos poseen un próspero sanatorio. A pesar de la profunda amistad, Diego es más estructurado que su colega, tiene un hijo adolescente y bajo ningún modo quiere afrontar el desafío sexual. Su esposa, Emilia, está aburrida por la rutina sexual y le pide que se conviertan en “swingers amigables”. Diego se siente acorralado y solo acepta un “ensayo”. Es interesante el planteo del guión porque, jugando al límite, hay resultados insospechados y movilizadores de la sexualidad apagada aún con las reticencias de unos y la apertura mental de otros.
Diego Kaplan, quien había dirigido a Adrián Suar en “Igualita a mí”, lleva la comedia con mano segura permitiendo que los actores demuestren su oficio y también sus respectivos carismas. Se suma el director de fotografía Félix Monti (comparte los dos Oscars ganados por el cine nacional en Hollywood), mientras que la directora de Arte, Mercedes Alfonsín, le confiere un refinamiento a la ambientación, resultando elegante y prolija a la vez.
Por la temática, se necesita que los cuerpos de los actores estén desnudos pero se llega a un límite adecuado, que no molesta y jamás se cae en lo explícito y burdo. Jamás se muestra un pecho a pleno, por ejemplo, permitido en films para todo público. Ni se cae, ni de casualidad, en la procacidad del cine condicionado, lo que habla muy bien del manejo de cámaras, de la fotografía estudiada y del planteo de la filmación de las escenas.
Otro logro de esta película es el haber prescindido de la impronta televisiva, a la que es tan afecta nuestro cine, dejando de lado los tics y lugares comunes de una realización de ese tipo.
La comedia está lograda y va a tener un buen rédito en la taquilla.
Carlos Pierre
LA ERA DEL ROCK
De Adam Shankman, escrita por Justin Therous, Crhsi D’Arienzo y Allan Loeb, basada en el musical de D’Arienzo ofrecido en Broadway. Con Alec Baldwin, Tom Cruise, Paul Giamatti, Julianne Hough, Diego Boneta, entre otros. Duración: 127 minutos.
BUENA. UN MUSICAL CON INESPERADOS PROTAGONISTAS, PARA PASARLA BIEN SIN ANALIZAR MUCHO
Si no se es muy exigente en las actuaciones de la joven generación, estamos ante otro musical que se disfruta a pesar de varios clishés, de bastante previsibilidad, pero divertida y tierna al fin. Definitivamente, La era del rock entretiene y nos muestra facetas increíbles de Alec Baldwin y de Tom Cruise.
El film se ubica en 1987, justo cuando se editó “Appetite for destruction”, el primer álbum de Guns N’ Roses. No obstante, suenan canciones posteriores a ese año, especialmente “More than words” y “I remember you”. Y está dirigido por Adam Shankman, el mismo del otro musical “Hairspray”, que tanto éxito tuvo en cine y en la versión teatral de Broadway y en la nacional también.
Una joven del interior, “Sherrie”, encuentra de casualidad a un futuro astro del rock, “Drew”, surge el amor en medio de canciones y especialmente del bar Bourbon Room, en pleno Sunset Street, que regentea un ya canoso rockero, Dennis Dupree (Alec Baldwin). Hay cierto descuido en el lugar donde la liberalidad de los 80, como consecuencia directa de los “hippies” de los 60, es abierta, y el negocio roquero no pasa por su mejor momento. Pero un inquieto representante, Paul Gill (el impagable Paul Giamatti), promete la llegada el gran astro del rock, un tanto decadente, Stacee Jaxx (Tom Cruise, que muestra su torso cincuentón y no queda nada mal), mujeriego y drogón como pocos que busca el gran amor. Mientras tanto, no menos de tres hermosas chicas, diferentes cada vez, sacian su fogosidad. En medio de idas y venidas, de la necesidad de levantar el lugar, surge la figura de Alec Baldwin, diferente, con su peluca de cabello largo, y una homosexualidad reprimida, características opuestas a su personalidad por lo que hay que destacar su actuación.
Tom Cruise nos sorprende con su roquero, muy al estilo de los Guns N’ Roses, exagerado pero divertido. El Hollywood del rock de ese entonces surge entonces con paneos breves de lugares clave como el Chateau Marmont, propiedad hasta 1985 de Regina Sarlot de Bragato.
La actuación de la pareja protagónica deja mucho que desear. Se los nota titubeantes, casi sin convicción por momentos. Pero, por otro lado, están los tres monstruos de Hollywood (Baldwin, Cruise y Giamatti) que aportan solvencia actoral “todo terreno”. Como antecedente de esa década, no debemos olvidar Saturday Night Fever (1977), que tuvo no solo música y danza sino también un costado social importante. Aquí no hay costado social como moraleja, salvo la del personaje de Catherine Zeta Jones, una puritana que dará que hablar, en el papel de la moralista esposa del gobernador de California, Patricia Whitmore. Bien, demasiado delgada, con momentos musicales que presagian lo que uno ya empieza a prever.
No obstante estos bajones en el guión y en algunas actuaciones, el film entretiene y tiene cierto sabor nostálgico que no viene mal.
Elsa Bragato