PANTALLAZOS (CRÍTICAS DE BRAGATO Y PIERRE)

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jueves, 19 de enero de 2017

"NIEVE NEGRA", "ASSASSIN'S CREED", "ES SOLO EL FIN DEL MUNDO", ESTRENOS JUEVES 19 DE ENERO DEL 2017



JUEVES 19 DE ENERO DEL 2017.-
Seis estrenos llegan a los cines nacionales. Entre ellos, la muy valorada animación “Moana”, de la factoría Disney, la número 56 luego de Zootopia, una de las favoritas para los Oscars. Además, hay dos nacionales que se presentan tímidamente, sin mayor difusión: “Línea de 4”, de Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich, filmada entre 4 paredes y con 4 personajes femeninos, y finalmente la ficción “Interludio”, de Nadia Benedicto.
NIEVE NEGRA
Guión y dirección Martín Hodara. Con Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia, Laia Costa, Dolores Fonzi, Federico Luppi, entre otros. Música de Zacarías de la Riva. Duración: 87 minutos. Coproducción Argentina-España
BUENA. DARÍN-SBARAGLIA, DUELO ACTORAL
Martín Hodara, asistente de dirección de Fabián Bielinsky en la siempre recordada “Nueve reinas” y “El aura”, expone un fuerte relato dramático de apretado suspenso, desgranando a cuentagotas el nudo central narrativo. Es una hora y media de estar en vilo, sobre una nieve blanca que es negra por los oscuros y sombríos sucesos que ocurrieron en el invierno de l978, en la Patagonia.
Muere el hijo de una familia en un accidente de caza y culpan a Salvador (Ricardo Darín). Este acontecimiento terrible lo afecta transformándose en un hombre retraído, peligroso y maleducado. Sabrina (Dolores Fonzi), su hermana menor, también padece las consecuencias del trágico hecho, presuntamente cubierto u oculto por las nevadas de los años pasados. Si bien la presencia de un actor como Ricardo Darín hace pensar en su protagonismo absoluto, no ocurre así en este film: Leonardo Sbaraglia ocupa ese lugar, como “Marcos”, su otro hermano, quien llega a visitarlo con su esposa “Laura” desde España (la ascendente Laia Costa) con dos ideas para llevar a cabo: una de ellas, vender el terreno heredado de su padre y enterrar las cenizas de éste en el bosque. Pero está su hermano “Salvador” (Darín).
Los enfrentamientos, los secretos familiares, los celos, el resquemor por un pasado que se avizora y un presente teñido de mentiras y codicias van generando una tensión argumental que, en principio, no es develada aunque en poco más de cinco minutos Hodara revela el secreto familiar profundo dejándole poco trabajo al espectador. Es aquí, en medio de un paraje inaccesible y solitario, donde los roles de víctima y victimario se trastocan una y otra vez, creando intenso suspenso. Hermetismo, cuentagotas, y la aparición breve de Federico Luppi como el amigo del padre fallecido, conforman un elenco de notables de la escena nacional, demasiado contenidos por la dirección actoral. Es un complicado juego de naipes donde cada personaje se reserva una carta salvadora sobre el suceso luctuoso ocurrido tiempo atrás.
Esta coproducción argentina-española fue filmada en los Pirineos Catalanes y Andorra (España), completándose el rodaje en Buenos Aires, en una cabaña con gigantografías de fondos y nieve artificial. Ciertamente, el frío del invierno nevado es mucho, mortificante, y se trasunta al espectador porque, aunque hay una buena mano del realizador, la historia no toca el corazón.
Siendo la primera vez que Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia comparten protagónicos (en “Relatos Salvajes” tuvieron esqueches diferentes), ambos son vasos comunicantes que se equilibran y se complementan. En algún momento, Leonardo Sbaraglia resulta ser el protagonista y Ricardo Darín, quien compone a la contrafigura. En definitiva es un duelo actoral que el cine nacional merecía tener.
Destacamos la fotografía de Amau Valls Colomer, deslumbrante que funciona como un personaje más al iluminar el oscuro drama en parajes desoladores. La música incidental es escasa compensada por un trabajo de sonido que a veces resulta excesivo. Es una historia complicada, intrincada, que obliga a mantener la atención en forma constante. Martín Hodara logra una película muy bien realizada con un elenco extraordinario pero no consigue movilizar los sentimientos. El thriller está.
Carlos Pierre
 ES SOLO EL FIN DEL MUNDO
Guión y dirección Xavier Dolan. Con Gaspard Ulliel, Marion Cotillard, Vincent Cassel, Nathalie Baye, Léa Seydoux, entre otros.Basado en la novela de Jean-Luc Lagarce. Música de Gabriel Yared. Duración: 95 minutos. Coproducción Canadá-Francia (Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes  yen el  Festival de Hamburgo 2016) .
MUY BUENA. CUANDO LA VIDA SE NOS VA
El realizador Xavier Dolan (seis películas, entre ellas “Mommy”, 2014) es dueño de un estilo de gran despliegue visual, exuberante y sensual, donde la fotografía, el encuadre y las tomas, son fundamentales para lograr el envase estético que desea.
Dolan se basa textualmente en la obra de Jean-Luc Lagarce, fallecido en 1995, logrando un film teatral. La historia se centra en un joven escritor, homosexual, que regresa a la casa materna tras 12 años de ausencia. “Louis” (Gaspard Ulliel). Retraído, de escasa comunicación con su familia, padece una enfermedad terminal y quiere despedirse de los suyos.
La impronta teatral está dada por los diálogos de a dos personajes, los primeros planos, la soledad del personaje que cavila sobre su destino. “Louis” mantiene charlas con su cuñada (Marion Cotillard), con su hermana (Léa Seydoux), su hermano mayor (Vincent Cassel), y su madre  Nathalie Baye). Muchos años sin visitarlos, una partida que conmocionó a todos, dan lugar a velados reproches. El drama de “Louis” queda marginado siendo sus seres queridos quienes se apoderan del protagonismo, enfermos como están de una histeria desbordante por la lejanía del hijo que nunca terminaron de aceptar: dos realidades afectivas se enfrentan. El jardín de la casa y un paseo en coche son los únicos dos exteriores del film.
En este sentido, el clima que logra Dolan es perfecto: mantener al público dentro de una asfixiante atmósfera, apoyado en la fotografía (André Turpin) de sensualidad irresistible, mágica, con una fruición especial en tomas de los elementos que hacen a la vida cotidiana de la familia.
El elenco estelar elegido por el realizador tiene duelos actorales de gran nivel, compiten unos con otros, logrando una cohesión dramática y brillante a la vez. Hay, también, una sinceridad extrema en los diálogos, dolorosa, punzante, así como metáforas fotográficas relevantes sobre la fugacidad del tiempo: por ejemplo, el reloj cucú y su pájaro que escapa enloquecido. La finitud de la vida y cierto dejo existencialista muy francés en los diálogos, conforman la urdimbre del drama.
La narración tiene notables logros técnicos, aunque se queda más en los efectos visuales que en el desarrollo de los personajes. Hay dos problemáticas: la de “Louis” y la de su familia. Resulta una historia perturbadora.
Carlos Pierre
ASSASSIN’S CREED
De Jones Kamapola. Con Michael Fassbender, Marion Cotillard, Michael K. Williams, Jeremy Irons, Brendan Gleeson, entre otros. Fotografía de Adam Arkapaw, Música de Jed Kurzel. Basada en “Assassin’s Creed” de Ubosoft. Duración: 115 minutos. Coproducción Estados Unidos-Francia.
REGULAR. REGRESO A LA EDAD MEDIA
Si no se frecuentaron los videojuegos “Assassin’s Creed”, la película de Jones Kamapola ofrece desafíos de información al espectador novato en el tema. Primero, hay que explicar que “El credo de los Asesinos” es una orden de Oriente Medio, rama de la religión chií-ismaelita. El nombre de “asesinos” proviene del árabe “hashshashin” o fumadores de “hashís”. Ubicados en Irán y Siria aunque con sede en El Cairo, tuvieron (y tienen) reglas a seguir estrictas como pelear por la libertad de la humanidad y desterrar a reyes, califas, presidentes, que quieran dominarla. La muerte y el degollamiento son los métodos empleados. Asimismo fueron enemigos acérrimos de Los Templarios, los caballeros (clérigos- soldados) que cuidaban el Templo de Salomón y que llegaron a ser más importantes que el Papa mismo por lo que fueron exterminados luego de la primera cruzada.
“Callum Lynch” (Michael Fassbender) es un criminal que, en el momento de ser ejecutado, obtiene una segunda oportunidad de vida. La sociedad “Abstergo” lo necesita dado que es el último representando vivo de los “Assassin’s Creed” y han perfeccionado su proyecto “Animus” por el que inducen a una brutal regresión y se logra saber exactamente lo que pasó. La persona, en este caso “Callum”, que es llevada a la tremenda aparatología revive los recuerdos en acciones que toma y no en un simple ensueño. Hay flashbacks puntuales muy interesantes, aparece Marion Cotillard (la estrella de esta semana en el cine) en el papel de una médica que le explica donde está y qué pasará con él. De manera involuntaria, “Callum” es llevado a la máquina de la regresión (monstruosa, con enormes brazos mecánicos). Las sesiones se repiten una y otra vez, y “Callum” termina por ser voluntario del sistema.
Las luchas con los Templarios, siendo “Callum” el último representante del “Credo de los asesinos”, llegan en secuencias muy fuertes pero que no despegan jamás de la violencia, de la máquina de regresión, de las luchas cruentas y asesinatos. Ahí se mantiene la acción que, finalmente, aburre por su medianía narrativa.
Marion Cotillard no se luce, ni tampoco Jeremy Irons. Michael Fassbende rmuestra su trabajado físico pero no es un rol donde pueda demostrar su capacidad actoral. Solo sus músculos al servicio de un videojuego trasladado al cine, primer paso de lo que se intuye como una saga.
Elsa Bragato