JUEVES 26 DE ENERO DEL 2017.-
Hay siete estrenos en esta última semana de enero. Incluyen tres
películas nacionales, entre ellas, “La valija de Benavídez”, de Laura Casabe,
con Norma Aleandro, Jorge Marrale, y un gran elenco: se trata de una comedia
negra basada en un cuento de Samanta Schweblin. Y también llega a las pantallas
el documental “Pueblo verde”, de Sebastián Jours, algo así como una “road
movie”, documental en relatos de vida.
LA LA LAND, UNA HISTORIA
DE AMOR (LA CIUDAD DE LAS ESTRELLAS)
Guión y dirección Damien Chazelle. Con Ryan Gosling, Emma Stone, J. k.
Simmons, Finn Wittrock, Rosemarie De Witt, John Legend, entre otros. Música de Justin Hurwitz. Duración: 128 minutos.
xxxxx. CARTA DE AMOR AL MUSICAL
El segundo film musical
del joven realizador Demian Chazelle es un verdadero atrevimiento por elegir la
música esencial americana, el jazz, unida a una historia de amor y a la danza.
Gloriosos ejemplos hay como Fred Astaire y Ginger Rogers o Gene Kelly, ejemplos
jamás superados. Chazelle había dado su puntapié inicial con “Whiplash”,
sorprendente historia de un estudiante de batería, donde aportó datos de su
propia vida.
El título del film
alude a LA , abreviatura de Los Angeles, y a LAND, tierra. No fue fácil
concretar la película, en principio, por el género musical que no le fue
aceptado durante mucho tiempo por las productoras. Chazelle explicó que la idea
(anterior a la autobiográfica “Whiplash”) fue concebida cuando estudiaba en
Harvard junto con su compañero Justin Hurwitz; tiempo después Hurwitz terminó
siendo el compositor de la banda sonora. Y otro gran obstáculo fue la férrea
convicción de Chazelle de no aceptar que protagonista encarnara a un roquero.
Exigió siempre el personaje de un músico de jazz, piedra basal del proyecto. Y,
como una curiosidad que hace a la calidad, rodó en 35 mm y en un muy moderno
Cinemascope, como en los viejos tiempos. Sin duda, Chazelle tuvo razón en sus
exigencias porque acaba de conseguir 14 nominaciones a los premios Oscar,
igualando a “Titanic”.
Es una historia con
recuerdos musicales que, en este tercer milenio, son hallazgos narrativos:
desde la pareja protagónica, Ryan
Gosling y Emma Stone, con una química formidable que ilumina la
pantalla, hasta el juego entre lo viejo y lo nuevo, la música, las canciones,
los bailes, la admirable fotografía de Linus Sandgren, el jazz, la tácita
alusión a films como Cantando bajo la lluvia, Un americano en París, Sombrero de
copa, y el sobrevuelo de los Astaire, Rogers y Kelly, que mencionamos al
comienzo, como guardianes de los mejores musicales de Hollywood ( barrio de Los
Angeles ).
La historia refleja
vívidamente la lucha de los jóvenes músicos, en este caso, un pianista de jazz
(Ryan Gosling).: tocar en locales pequeños mientras se sueña con un lugar
propio para revivir el jazz. Emma Stone es la aspirante a actriz que trabaja como
camarera en un bar sin suerte en los castings. Ambos se enamoran mientras las
aspiraciones individuales corren por caminos diferentes que pueden quebrar el
equilibrio entre el arte y el amor.
Si bien ni Ryan Gosling
ni Emma Stone son eximios bailarines, tienen la juventud y el espíritu para
hacerlo en forma más que digna. A nivel musical, esta encomiable película de
Demián Chazelle fue cuestionada por no tener un “leit motiv”. No es así: hay
una canción muy bella titulada “City of Stars”, que emociona al espectador y
que es la guía melódica de la narración. El clima, la historia en sí, las
actuaciones, así como la habilidad técnica del realizador, confirman que Demian
Chazelle es uno de los jóvenes directores con capacidad para devolverle al
género musical el esplendor que supo tener. Tradicional y no convencional, “La
La Land” tiene magia, dulzura, e inteligencia. Chapeau!
Carlos Pierre
UN MONSTRUO VIENE A
VERME
De Juan Antonio Bayona.
Con Liam
Neeson, Felicity Jones, Sigourney Weaver, Lewis MacDougall, Geraldine Chaplin,
Tom Holland, entre otros. Música de Fernando Velázquez.
Duración: 108 minutos. España-Estados Unidos.
xxxxx- ALERTA: LAGRIMÓN FÁCIL
Este film cierra la
trilogía de Juan Antonio Bayona sobre la relación madre-hijo, que inició con
“El orfanato” y continuó con “Lo imposible”. Será la fantasía, en este caso las
tres fábulas en boca de un monstruo, la que ayudará a un niño a sobrellevar la
enfermedad terminal de su madre.
Basada en la novela de
Patrick Ness “A monster calls” de 2011, quien realizó también el guión de la
película, cuenta la historia de un arbóreo monstruo (voz de Liam Neeson y captura
de movimiento del actor Tom Holland) que se convierte en sostén esencial de un
niño de 12 años, Connor (Lewis MacDougall). La separación de sus padres lo
transforma en el hombre de la casa, ayudando
a su madre (Felicity Jones) a
enfrentar un cáncer terminal. Solo con el sostén del monstruo va sobrellevando
los miedos, las pérdidas, lo irremediable. Fantasía, cuentos de hadas e
historias imaginarias, chocan con la fría y calculadora abuela (Sigourney
Weaver) y el acoso despiadado de sus compañeros de colegio.
La mesa está puesta,
lista, para el lagrimón fácil. No obstante, la técnica narrativa de Bayona y su
creatividad permiten aligerar el dramón con la preponderancia de la técnica al
recrear animaciones en acuarela relativas a las tres leyendas. Surgen elementos
conspirativos tales como la letanía argumental y los pasos consabidos hacia la
sensiblería.
El joven Lewis
MacDougall se carga al hombro el protagonismo con acierto, secundado por
Felicity Jones, quien encarna a la madre
con cáncer. También aparece Geraldine Chaplin como la directora del colegio
(una actriz fetiche de Bayona), y Sigourney Weaver. Solvente y, por lo visto,
acostumbrada a los monstruos cinematográficos.
Liam Neeson y Tom Holland,
uno por la voz y el otro por la actuación, contribuyen con eficacia a darle
vida al monstruo arbóreo. Es ese ser tan extraño el que más empatía genera en
el espectador, al que le espera un instintivo llanto, bien pergeñado por Bayona
y su equipo. No obstante, se deja ver.
Carlos Pierre
VIVIR DE NOCHE
De Ben Affleck. Con Ben
Affleck, Elle Fanning, Sienna Miller, Zoe Saldana, Chris Cooper, Brendan
Gleeson, entre otros. Música de Harry Gregson-Williams. Producción: Leonardo Di
Caprio, Jennifer Davisson, Ben Afflek, Jennifer Todd. Duración: 128 minutos.
xxxxx- SIN PASIÓN DELICTIVA
Ben Affleck es el
ganador del Oscar por “Argo”, gran película basada en un hecho real, con mucha
acción. En este caso, el actor y director toma por segunda vez una novela de
Dennis Lehane (la anterior fue “Gone Baby Gone”sin olvidarnos de “Atracción
peligrosa”) para llevar al cine. Con narración en off, Affleck nos ubica en la
primera guerra mundial en la que su personaje(Joe Coughlin) lucha, y las marcas
en el alma que le quedan. No volvió hecho un santo sino un forajido. Y se une a
las mafia irlandesa de Boston de la década del 20, aunque su padre (un notable
Brendan Gleeson) sea un oficial de alto rango de la policía de la ciudad.
Asesinatos y un amor prohibido: la novia del capomafia “Alberto White” (Robert
Glenister), la bella alocada “Emma” (Sienna Miller) lo llevan a un camino sin
salida. Abandona la ciudad y se une a la mafia italiana de la ciudad de Tampa
(Florida) que capitanea “Maso Pescatore” (Remo Girone).
La recreación de la época
de los años 20 y luego de la Ley Seca es impecable, contando con la fotografía
de Robert Richardson, colaborador de Oliver Stone y Quentin Tarantino, entre
otros realizadores. La atmosfera oscura y definida es también otro logro de la
película así como las balaceras, las destrucciones de edificios, y las
persecuciones automovilísticas.
El “pero” de la
película está en la pureza estilística de Ben Affleck que termina por alisar a
su personaje. “Joe” aquí es un niño grande, de casi dos metros, que no tiene
nervio o pathos delictivo. Es la recreación de algún gangster, pero sin
espíritu para serlo. La narración transita por una intensidad que no termina de
explotar aunque las escenas de luchas estén magníficamente coreografiadas y los
tiros hagan saltar de la butaca.
La banda sonora de
Harry Gregson-Williams, compositor inglés que llegó a Hollywood por el gran
Hans Zimmer, tiene una fuerza arrolladora pero justa, atinada, consecuente con
la historia. Es decir, aquí los violines no suenan, y sí está la fuerza de la
percusión de manera preponderante.
La película de Ben
Affleck es interesante, bien realizada, y hace honor al género pero tiene una
pasión delictiva pasteurizada. Pero… se puede ver. Producción y esfuerzo están
al servicio de una historia de aquéllas, las de antes.
Elsa Bragato
RESIDENT EVIL, CAPÍTULO
FINAL
De Paul W. S. Anderson.
Con Milla Jovovich, Ali Larter, Shwn Roberts, Fraser James, Rola, Ruby Rose,
entre otros. Fotografía de Glen MacPherson. Música de Tomandandy y Bassnectar.
Duración: 110 minutos.
XXXXX. ROAD MOVIE ESPELUZNANTE
Llega el capítulo final
de la saga “Resident Evil”, que comenzó en el 2002 con la dirección de Paul W.
S. Anderson, a cargo de las tres finales también. Todas parten de la serie de
videojuegos del mismo nombre, resultando una franquicia taquillera. Si bien
ninguna de las películas sigue a pie juntillas las secuencias del video juego,
se ha tomado la esencia de las mismas dentro de la recreación similar del
ambiente.
Milla Jovovich es la
heroína en el papel de “Alice”. La Humanidad está devastada por el Virus T.
Quedan pocos sobrevivientes que no sean zombies. Tras una persecución que dura
los 20 minutos iniciales del film, llega a una Washington en ruinas. Son
notables los logros de la computación y estremece el resultado al que puede
llegar el ser humano. Perseguida por la corporación Umbrella, debe llegar a Raccoon
City para obtener el Antivirus T de manos de uno de los asesinos de su padre.
Los zombies, muertos
vivos, persiguen en masa a cualquier sobreviviente sin virus: son su alimento
perfecto. De allí que Anderson no ahorra estas escenas, muchas veces con
virajes en el color que colaboran en la creación de una atmósfera siniestra.
Hay que sobrevivir a estos ataques, aunque Alice sabe que tiene inoculado el virus
T y esparcir el Antivirus T salvará a la Humanidad pero terminará con su vida.
Cada 10 minutos de
reorganización de Alice y sus amigos para contraatacar, vuelven las
escalofriantes escenas de luchas, que incluyen caminos tortuosos como playas de
estacionamiento plagadas de muertos-vivos colgando de ganchos o un estremecedor
y espeluznante ventilador de aspas gigantescas que succiona y tritura a objetos
y seres humanos. Llegar al corazón del laboratorio es una “road movie de
terror”.
Bien dosificada la narración,
con un estilo muy determinado basado en tantos minutos de acción y tantos otros
de intensa calma, este final de la saga conforma a sus seguidores. Tiene todo y
más, desde los personajes que se conocieron en el 2002 hasta el final como debe
ser. Para fanáticos del terror en la ciencia ficción.
Nota de Redacción: los
films anteriores son “Resident Evil”, 2002; “Resident Evil, Apocalipsis” 2004;
“Resident Evil, Extinción”, 2007; “Resident Evil, ultratumba”, 2010; y
“Resident Evil, venganza”, 2012.
Elsa Bragato
VAPOR
Guión y dirección
Mariano Goldgrob. Con Julia Martínez Rubio, Julián Calviño, entre otros. Música:
Diego Petrecolla y Martín Garrido Duración: 78 minutos.
XXXXX. INTENTONA QUE PROMETE
Mariano Goldgrob quiso
crear una historia de amor, pequeña y fugaz tal vez, y sintió una iluminación,
un chasquido espiritual, para encarar el guion de este primer largometraje. Sin
originalidad, buscó las razones amorosas de un hombre y una mujer.
Dos ex amantes se
encuentran en el velatorio de la madre de ella (Julia Martínez Rubio). La
aparición en escena de él (los personajes no tienen nombre propio, son “él” y
“ella”) está desencajada de la narración, es sorpresiva. Y es uno de los
primeros traspiés del film. La desolación de la circunstancia que enfrentan los
lleva a recorrer la ciudad nocturna, en un verano sumamente cálido.
Transitan la soledad de
la noche, peregrinan por bares y cervezas, y vuelven a amarse cometiendo (al
menos uno de los personajes) una flagrante infidelidad. Caminan, caminan, ella
canta una canción, van en subte y colectivos llegando al cementerio de día. Son
dos seres anónimos, cargados de indecisiones, deseos y frustraciones, pasajeros
fugaces de un pasado amoroso.
Es inevitable recordar
la trilogía “Before” de Richard Linklater: “Antes del amanecer”, “Antes del
atardecer” y “Antes del anochecer”, elaboradas en un lapso de 19 años (la
última fue en el 2013) donde la dialéctica y el amor fueron de la mano. En el
caso de Mariano Goldgrob no ocurre lo mismo si bien el guion tuvo puntos muy a
favor a desarrollar y, como suele suceder en el cine nacional, se refieren a
los diálogos y la oportunidad de los mismos. La película recibió el premio a la
Innovación Artística del BAFICI 2016. Para nosotros, Goldgrob tiene todos los
atributos para descollar como realizador, solo debe hacer unos pasitos más para
tocar el corazón del espectador. Esto fue tan solo “vapor”. Careció de
solidificación.
Carlos Pierre