JUEVES 9 DE SETIEMBRE DEL 2016.-
Una decena y pico de estrenos llegan a las salas de cine del país: la
esperada por sus fans “Star Trek 3: sin límites”, dirigida por Justin Lin y con
Chris Pine en el protagónico, promete batallas estentóreas, enemigos
monstruosos y más de lo mismo, dentro de una narración que perdió la magia.
También estrena su ópera prima la reconocida guionista y productora Luciana
Piantanida, titulada “Los ausentes”, que filmó en las cercanías de la localidad
de Roque Pérez, una ficción que bordea la pesadilla y la angustia. “El club de
las madres” es la comedia norteamericana ligera de la semana, de Jon Lucas y
Scott Moore, con la bella Mila Kunis en el rol principal, una señora que se
cansa de ser perfecta e inicia una revolución de mamás. “Newen” es el
documental de Myriam Angueira en busca de sus raíces mapuches. El título
significa “energía vital” que la realizadora busca en sus ancestros
patagónicos. “Amor y amistad”, basada en
un cuento de Jane Austen, es un film de época de Will Stillman, con Kate
Beckinsale, en una de sus mejoras interpretaciones, dueña como es de una
ezquisita femineidad. También se anuncia el estreno de un film XXX,
“XConfessions” de la galardonada, y cuestionada, sueca Erika Lust, quien es una
de las grandes defensoras de la pornografía femenina, teniendo en su haber el
premio Feminist Film Award, entre otros.
LA LUZ ENTRE LOS DOS
OCEANOS
De Derek Cianfrance.
Con Michael Fassbender, Alicia Vikander, Rachel Weisz, Florence Clery, entre
otros. Música, Alexandre Desplat
Duración, l32 minutos
BUENA. ROMANTICISMO A
RAJATABLA
El director Derek
Gianfrance realizó la adaptación y el guión de la primera novela de M.L.Stedman
con una panorámica potente en el vacío infinito de un faro, Janus, entre dos
océanos, ubicado una isla remota de Australia. Janus es una interpretación
etimológica o acaso metafórica del
nombre del lugar dado que significa “enero, mes del año donde convergen el año viejo
y el que comienza.
La adaptación de una
novela al cine supone muchas veces una sujeción vertebrada al texto que le da
sostén y consistencia argumental, por lo que, en este caso, se pierde pasión
tornándose en una historia más lineal. Basta decir que el paso del tiempo en
esta película es muy extenso, desde l926 (inicio de la historia) hasta l950, y
el recurso narrativo es el intercambio epistolar entre los dos protagonistas, perdiéndose
el nervio, la pasión, que encierra la propuesta.
La inmensidad oceánica
y la desnudez agreste y salvaje que rodea al faro están captados por una
fotografía agigantada y desolada. Otro detalle significativo en esta
realización impecable es la música incidental compuesta por Alexandre Desplat,
que sabiamente supo escribir solos de piano que resultan ser un protagonista
menor en la trama: un piano antiguo tecleó fuertemente en los sentimientos de
uno de los personajes.
Un fuerte alarido de
maternidad frustrada y luego robada es la de “Isabel”, encarnada por la
oscarizada Alicia Vikander, quien se enamora de “Tom” , rol del excelente actor
Michael Fassbender, a cargo del faro. Habían pasado siete años desde que fuera
combatiente de la primera guerra mundial. La pareja vive en la soledad de
Janus. La maternidad es un problema para “Isabel” hasta que, en un día desapacible, el mar les
acerca un bote donde yacen un hombre muerto y un bebé que llora. La pareja
decide adoptar sin legalizar a la niña,
a quien llaman “Lucy” (Florence Clery).
Esta casi bucólica
vida, se entorpece cuando se descubre que el hombre muerto era esperado por una
mujer y que la niña tiene una madre que guarda luto por ella: “Hannah
Roennfeldt” (Rachel Weisz), llamada, en verdad, “Grace”. El climax de la
dramática historia se acerca cuando “Tom” le dice a “Hannah” que ellos tienen a
su hija en un rapto de honestidad. Los problemas legales sobrevendrán y el film
se torna intensamente dramático, angustioso. Es un dramón con todas las letras,
muy afín a la época en que la escritora australiana Stedman ubicó su historia.
Hay enorme belleza
fotográfica, una atrapante seducción dolorosa por el sufrimiento del
matrimonio, y una angustia infinita por todo lo que deben pasar tras un gran
acto de amor y honestidad. En este sentido, el film fluctúa entre la solidez
que otorga la novela y los vaivenes del guión, que va aportando espléndidos
paisajes y profundidad emotiva de los personajes. Sin embargo, se producen
quiebres del clima, tal como apuntamos antes, por los recursos narrativos
empleados para poder recorrer tantas décadas. Más allá de todo esto, es una
película de notable realización técnica con impecables actuaciones, que fue
presentada en el reciente festival de Venecia.
Carlos Pierre
EL CIUDADANO ILUSTRE
De Gastón Duprat y
Mariano Cohen. Con Oscar Martínez, Dady Brieva, Andrea Frigerio, Gustavo
Garzón, Emma Rivera, entre otros. Música de Toni M. Mir. Duración: 120 minutos.
BUENA. UN BIZARRO
REGRESO…
El guión original de
Andrés Duprat se basa en un refrán conocido: “Nadie es profeta en su tierra”:
un ganador del premio Nobel de Literatura, “Daniel Mantovani” (Oscar Martínez)
regresa a su pueblo tras tres décadas de ausencia. Bombos y platillos en la
recepción que luego irá decayendo por la insoslayable hipocresía social y ese
tufillo a envidia que se suele sentir con más aspereza en localidades pequeñas.
La vida de “Mantovani”
enfrenta inesperadas e insalvables diferencias con sus coterráneos: surgen una
serie de situaciones que, lejos de ser sugerentes y atrapantes, el trazo grueso
narrativo les quita potencia. Cuesta creer que todo un pueblo no tenga idea de progreso, que se mantenga en su vida rústica y
conformista, sin que nadie, ninguno de
ellos, sea capaz de ver un poco más allá de la realidad. Surge entonces una contradicción:
de este pueblo salió un premio Nobel y, sin embargo, la chatura imperante es
aplastante.
El film está dividido
en cinco capítulos: La invitación, Salas el pueblo, Irene, Volcán y La cacería,
capítulos que corresponden el nuevo libro de “Daniel Mantovani”, quien vive la
insólita situación de ser invitado por su pueblo, Salas, donde quiere pasar
desapercibido. Su visita causa una revolución social que tendrá su parte muy
negativa. Aquello que aparece como positivo luego será un compromiso: el intendente
de Salas (a cargo de Manuel Vicente) lo nombra Ciudadano Ilustre con monumento
incluido. Y, entre tantas vivencias casi simultáneas, aparece un amigo de
juventud, “Antonio” (Dady Brieva) que se casó con su ex novia, “Irene” (Andrea
Frigerio), generándose nuevas situaciones. Agnóstico, “Mantovani” mantiene una
posición antimonárquica, que le valió repudio durante la entrega del premio
Nobel, dentro de un estilo de vida que nada tiene que ver con el de su pueblo
natal. Enfrenta una precariedad aplastante, una medianía pueblerina estancada
en el tiempo, tachonados por coches destartalados hasta concursos de pintura
paupérrimos. El entorno no se condice con su intelecto desarrollado en Europa
y, de la euforia inicial, pasará a sufrir el desprecio social.
La película es una
comedia llevadera, a pesar de los trazos gruesos apuntados, que tiene en los
gags y en algunas secuencias simpáticas sus mejores logros. Oscar Martínez
mantiene su notable excelencia actoral, por sobre el guión y la propuesta cinematográfica
en sí. Dady Brieva está en un rol a su medida, extravertido, a igual que Andrea
Frigerio. Hay una vuelta de tuerca en el guión que le da un tinte de sarcasmo y
hasta de film noir que no logra cuajar con la idea inicial. Se cargan las
tintas, la ironía no es fina y lo burdo y bizarro a la vez ganan un lugar
preponderante. El film se ha presentado en la sección oficial de Venecia.
Carlos Pierre
NO RESPIRES
De Fede Alvarez. Con Dylan Minnette, Jane Levy, Daniel Zovatto, Stephen
Lang. Música de Roque Baños. Duración: 88 minutos.
Coproductor: Sam Raimi.
MUY BUENA. ¡PARA ATARSE
A LA BUTACA!
“No respires” es una de
las mejoras películas de género que se vieron este año. Se basa en tres
jóvenes, alguno de ellos de buena posición económica, que se dedican a robar
casas sin tener, hasta el momento, consecuencias. Una de estas casas está
aislada y saben que allí vive un ex combatiente de Vietnam, que quedó ciego.
Para la protagonista “Rocky” (Jane Levy), tener una buena cantidad de dólares
(calculan que, en el atraco, podrán robar 300.000 dólares) significa iniciar
una vida nueva junto a su hermana menor en California y alejarse de su madre,
drogadicta que vive de la prostitución.
El ingreso a la casa es
complicado, muchos cerrojos, rejas, y un perro guardián que, ante una palabra
de su dueño –el hombre ciego- ataca sin piedad. A partir del momento en que los
tres jóvenes dejan el viejo auto a dos cuadras y entran, comienza una acción
que no se vale de lo “gore” sino de los recursos narrativos del uruguayo Fede
Alvarez, autor también del guión. La música incidental de Roque Baños es
puntual, incisiva, una percusión acuciante, sonidos electrónicos, van generando
ahogo en el espectador: el miedo va creciendo y así será hasta el final.
Es muy interesante la
propuesta de “No respires” porque de eso se trata: el que respira, muere. Los
jóvenes no están en un bosque sino dentro de una casa de alguien que sabe
manejar armas. “Rocky” quiere ese dinero, pero se da cuenta de que esta vez
será muy difícil. Y quiere, en más de una oportunidad, abortar el asalto pero
sus dos compañeros son portadores de una gran ingenuidad. El realizador Alvarez
apunta a un rápido y profundo a la vez desarrollo de los personajes, que
ostentan una ética compleja. ¿Está bien lo que hacen o es mejor dejar todo para
salvar la vida? Entre el miedo que corre por los pasillos de la oscura casa y
la defensa que inicia el “hombre ciego” van transcurriendo escenas de alto impacto,
que no deja al espectador indemne. Se tiene la sensación de que hay que escapar
de la sala o bien no mirar.
Hay un elemento, un
nuevo personaje, que tuerce la historia, que le da un giro inesperado, aunque
luego regrese al planteo inicial. Sin embargo, no se puede hacer un “spoiler”
de ningún tipo. Sería desentrañar otro aspecto del film que lo hace
absolutamente diferente. Para corazones fuertes. Si pueden, no se la pierdan.
Elsa Bragato
AVANT
De Juan Álvarez Neme.
Documental sobre Julio Bocca.
REGULAR. JULIO BOCCA EN
MONTEVIDEO
El “S.O.D.R.E” funciona
en la ciudad de Montevideo, Uruguay, como el Teatro Colón de Buenos Aires. Sus
condiciones arquitectónicas hoy son pobres: se ve a los zapateros del teatro
trabajando en una mesita ubicada en un pasillo, a las vestidoras en un cuarto
casi sin espacio, y la oficina de Julio Bocca con un modestísimo escritorio, y
sin el glamour que uno puede suponer para quien es hoy el Director Artístico
del Ballet Nacional del SODRE, del que se alejó un tiempo para regresar a las
tareas. Al menos hasta el momento de escribir este comentario.
Hay algunas
curiosidades en este documental que lo alejan del objetivo buscado: las
secuencias en ensayos de ballet sin la presencia de Bocca, largas charlas de
algunos trabajadores que están en el ingreso, o bien que preparan cemento para
alguna reconstrucción (el teatro la necesita con urgencia, si está tal como se
lo ve), hacen desear que el objeto del largometraje aparezca cuando antes. A
Julio Bocca se lo ve, obviamente, mirando desde lejos un ensayo, cumpliendo con
su misión de director artístico e impartiendo órdenes para la puesta de un
clásico ballet, charlando largamente con un joven bailarín, pero nunca hablando
a cámara. En las secuencias más interesantes, o sea el ensayo de la nueva
“etoile” (serán dos las consagradas por Bocca), impartiendo consejos sobre
posturas, se escucha solo su voz cuando hubiese sido fantástico ver a Bocca en
acción, o sea haciendo esos pases o esa postura que indicaba. Se nota que las
hace, las “etoile” lo siguen atentamente, pero no se lo muestra, está fuera de
cuadro. Puede ser a pedido del gran artista del ballet, pero, en todo caso,
debió aclararse.
Sentimos que es un
documental al que le falta mucho para retratar la vida del director artístico Julio
Bocca, si bien se muestran breves secuencias (con excepción de dos que son
extensas aunque sin aportar mucho) de todas sus actividades. Esperábamos mucho
más.
Elsa Bragato