JUEVES 15 DE SETIEMBRE DEL 2016.-
Varios estrenos renuevan los cines del país. Entre ellos, la secuela
de “The Blair Witch Project” que se estrenó hace 17 años bajo el título de
“Blair Witch”, regresando a buscar a la hermana de uno de los jóvenes que
desaparecieron entonces. Las colinas de Maryland esconden el secreto que dio
origen a “la leyenda de la bruja Blair”, basada en una historia de 1785 en
torno a la vida de la anciana Elly Kedwsard. Se añaden tres documentales
nacionales que solo se pueden ver en el cine Gaumont: “La fidelidad”, de
Eduardo Yedlin y Walter Tejblum, quienes colaboran en forma directa con la
creación del Parque Nacional la Fidelidad, zona de biodiversidad única en el mundo
ubicada en el Chaco argentino. También se puede ver “Fascinación”, documental
de Alex Jablonskis sobre la vida de don Luis, maestro de música de 90 años que
vive rodeado de recuerdos y objetos valiosos adquiridos a lo largo de su vida.
Debe empezar a venderlos para poder sobrevivir, pero no se decide, Finalmente
“Hotel de la amistad” de Pablo Doudchitzky es un interesante relato
autobiográfico de su vida en China junto a su familia. En 1963, su padre
levantó a toda la familia y de Montevideo parasron a vivir en Pekín. Pablo
regresa con uno de sus hermanos luego de 50 años, relatando en off el
aprendizaje del idioma chino, y la generación de la “revolución cultural” que
le tocó vivir en las tierras orientales.
GILDA, NO ME ARREPIENTO DE ESTE AMOR
Guión y dirección de Lorena Muñoz. Coguionista Tamara Viñes. Con
Natalia Oreiro, Lautaro Delgado, Javier Drolas, Roly Serrano, Susana Pampín,
Daniel Melingo, Daniel Valenzuela, Angela Torres, entre otros. Dirección
musical de Guillermo Beresnak. Duración: 118 minutos.
MUY BUENA. GRAN BIOPIC DE UN ÍCONO POPULAR
A 20 años de la muerte de Gilda, ocurrida en un gravísimo accidente en
el kilómetro 129 de la Ruta Nacional 12, camino a Chajarí (Entre Ríos), la
documentalista Lorena Muñoz logró que el hijo Fabricio Cagnin de la tan
especial bailantera aceptara la propuesta de llevar la vida de su madre al
cine. Recordemos que, en ese accidente, fallecieron “Gilda”, su madre, su hija
y tres músicos y que el entonces pequeño Fabricio fuese rescatado por uno de
los músicos sobrevivientes. La preproducción le damondó a Muñoz y a Oreiro (fue
uno de sus sueños artísticos desde siempre) cinco años de investigación y
trabajo junto a un grupo de colaboradores.
A pesar de no ser una tarea fácil, estuvo cargada de emoción y de
fidelidad histórica, partiendo de los bellos 28 años de “Gilda”, cuando decidió
abandonar su tarea de maestra jardinera para cantar, su gran pasión, ser
alguien conocido por sus propias canciones. Fue una férrea lucha contra la
oposición de su madre y de su esposo, incluyendo el rechazo de la gente de la
bailante por esa mujercita que invadía un lugar muy masculino o bien de mujeres
voluptuosas. Myriam Alejandra Bianchi, de clase media, nacida en Villa Devoto,
se convirtió en “Gilda”. Era muy delgada, de patitas flacas, menuda y
romántica. Y logró con su peculiar estilo abrirse un camino meteórico en cuatro
años hasta convertirse en una voz popular y exitosa con sus canciones donde
tanto nombraba al corazón.
Una multitud increíble de fans la aceptó, la idolatró. Tanto que hasta
se le atribuyeron poderes de curación de los que nunca hizo gala, aceptando la
actitud de sus seguidores con inmensa ternura. Fue una cantante diferente
dentro de la bailanta y su mundo, una suerte de cantante pop con el ritmo del
cuarteto porteño.
Hay que señalar la lograda ambientación de Lorena Muñoz y su equipo,
prometedora ópera prima de la realizadora que tiene una gran carrera como
documentalista (“Yo no sé que me han hecho tus ojos” sobre la cantante Ada
Falcón, “Los próximos pasados”, “Sucesos intervenidos”). No solo retrata la
actuación frente al público de “Gilda” sino también la maraña socioeconómica
detrás del escenario, adonde se sumergió sin temblarle el pulso. Por supuesto,
no se puede disociar del éxito preanunciado del film a la notable presencia de
Natalia Oreiro, tanto actoral como vocal, al estudiar los mínimos gestos y
fraseos de “Gilda”. Y el diseño de arte merece un párrafo aparte, comprometido
con la recreación de las giras de “Gilda” y el ambiente de los 90-
La película tiene todos los condimentos del éxito preanunciado. Es la
biopic de uno de los grandes íconos de la canción popular argentina, que solo
tuvo un año de su vida para demostrar quién era: entre sus 33 y 34 años.
Encantó a multitudes con su menuda figura, sus canciones y su cálida voz.
Escondió el dolor de la separación y fue una madraza con sus hijos. Entre el
escenario y su vida privada, Lorena Muñoz apunta a varios hechos personales que
condicionaron a “Gilda”, pero no entra en el terreno oscuro: la muerte trágica
de la cantante, con la que comienza el film, es suficiente golpe del destino
para quien recién podía disfrutar de lo que empezaba a conseguir: la felicidad
apenas rozó a “Gilda”. Es un tributo y no una “trituración” de un ídolo popular,
con zonas grises y la claridad y la luz de la actuación de Natalia Oreiro y la
firma cámara de Lorena Muñoz. Un suceso asegura, merecido y de calidad.
Carlos Pierre
LE NOUVEAU
Guión y dirección de Rudi Rosenberg. Con Rephael Ghrenassia,
Joshua Raccah, Geraldine Martineau, Guillaume Could-Roussel, ente otros.
Edición de Julie Lena. Duración: 81 minutos.
MUY BUENA. APRENDIENDO
A VIVIR
“Le nouveau” llega a
nuestras salas con un interesante background de elogios. Fue la película que
logró el Premio del Público en el BAFICI 2016 y también fue premiada en San
Sebastián.
Rudi Rosenberg es un
flamante director de este largometraje donde se observa frescura, solidez
narrativa y emoci´´on, ésa que contagian los chicos de una escuela primaria
que, como pueden, buscan insertarse en la comunidad escolar haciéndole frente a
esa peculiar maldad de algunos o sinceridad brutal. El nuevo es “Benoit”, que
tiene 13 años (el pequeño Rephael Ghrenassia), y sus padres acaban de mudarse a
Paris. Ingresa a la escuela y solo encuentra burlas, desprecio y
discriminación. En las primeras secuencias aparece la mesa familiar, sus padres
y su hermano menor, que lo instan a atraer a los demás chicos con dulces, o
buscar un medio para demostrarles que él es un buen chico, tan bueno como el resto.
La narración ingresa
directamente en la vida de “Benoit”, en sus muchas tribulaciones, pero sin caer
en dramatismos. El niño va viviendo, asimilando y superando situaciones poco
agradables sin quedarse en ellas. Una caja de bombones, la invitación a su casa
de los tres peores compañeros, las burlas de las chicas y la aparición de una
niña sueca muy bella, que no sabe apreciarlo, conforman un presente complicado.
“Benoit” irá creciendo con estas idas y vueltas, dispondrá de su casa y logrará
formar su propio grupo de amigos, también rechazados.
Lo curioso del film es
que la familia de “Benoit” desaparece de escena, apenas alguna mención del
protagonista, teniendo los docentes una nula acción ante los destratos que
observan en casa. Los chicos están solos frente a sus propias rutas de vida,
sin más contención que la charla inicial y los ejemplos familiares. Seguramente
Rudi Rosenberg observó la actividad de los padres actuales, ausentes por
razones laborales, los niños quedando librados a su suerte aunque con algunos
consejos básicos, reflejando los muchos “Benoit” que existen hoy en día. El
pequeño Rephael Ghrenassia muestra una sabiduría actoral muy llamativa que le
augura un gran futuro, si es que toma el camino de la escena. Una bella
historia de chicos, bien tratada, que nos llega al corazón y nos deja pensando.
Elsa Bragato
EL INFILTRADO
De Brad Furman. Con
Bryan Cranston, Juliet Aubrey, John Leguizamo, Diane Krueger, entre otros.
Música de Chris Haijian. Duración. 127 minutos.
BUENA. LA ACTUACIÓN POR
SOBRE EL GUIÓN
Bryan Cranston ha sido
el “Breaking bad” que se las ingeniaba para fabricar drogas, logrando un éxito
internacional como protagonista y por la serie. En “El infiltrado”, Cranston se
pone en la vereda de enfrente, basándose en la vida real del agente de la DEA
Robert Mazur quien, en 2009, lanzó el libro sobre los cinco años que vivió
infiltrado en Colombia para desbaratar el blanqueo de dinero proveniente del
cartel de Pablo Escobar. Cranston se transforma entonces en “Bob Musella”,
alias que eligió el propio Mazur para su tarea, tomando los datos de un hombre
fallecido que había tenido una vida parecida a la suya: contador, bancario,
hasta llegar a la DEA en su caso. Con el apoyo de los servicios de inteligencia
de su país, se infiltró en Colombia de manera muy lenta pero certera.
Si bien la película de
Brad Furman transita por lugares comunes, ya vistos y muy conocidos, mantiene
la suficiente adrenalina para atrapar al espectador y dejarse llevar
especialmente por el trabajo de Bryan Cranston, con su peculiar tono de voz. Se
adueña del personaje de manera muy personal por lo que la historia propuesta se
vive a través de “Bob Musella” y no de Cranston, tal la notable simbiosis
alcanzada.
La novedad del relato
no está. Es una historia que tiene aristas diferentes de otras de espionaje
pero cuyo transcurrir no dista mucho de los tantos films sobre el tema
conocidos. Lo más que atractivo es justamente la actuación del protagonista que
supera con creces cierta medianía narrativa.
Elsa Bragato