JUEVES 4 DE AGOSTO DEL 2016.-
Se anuncian 10 estrenos para este jueves, algunos en salas no
comerciales. Se presentan los documentales
"Cuerpos dóciles”, de Matías Scarvaci y Diego Gachassin sobre el
abogado penalista Alfredo García Kalb; “Monumento”,
de Fernando Díaz sobre la construcción del Monumento Nacional a las Víctimas
del Holocausto Judío, y “Dónde estás,
Negro?”, de Alejandro Maly, sobre la vida del famoso ventrílocuo “Chasman”
y el muñeco “Chirolita” agregando decenas de visitas a ventrílocuos argentinos.
La película de terror de la semana es “La
cabaña del miedo”, de Travis Zariwny, producida por Eli Roth quien realiza
una remake de “su” película homónima. Estas películas mencionadas pueden
cambiar fecha de estreno. En principio, son los films preparados para este
jueves.
EL NIÑO Y LA BESTIA
De Mamoru Hosoda. Animé. Duración: 119 minutos.
MUY BUENA. ANIMACIÓN CON
MORALEJA
El realizador japonés Mamoru Hosoda regresa con un cuento extenso y
atractivo que pueden disfrutar chicos y grandes: un niño de 9 años que acaba de
perder a su madre encuentra en una criatura sobrenatural a su protector luego
de ingresar a un mundo paralelo, en su búsqueda de consuelo. No será fácil la
relación porque deberá aprender artes marciales y acostumbrarse a modales
diferentes, propios de las personas no
humanas. Como todo animé, maravilla la realización, la dinámica de estos
dibujos planos con protagonistas de ojos más grandes que lo común y, en el caso
de “Kyuta”, con gestos de asombro en su boca muy llamativos, gestos de sustos
grandes.
Hosoda va por más y analiza, sutilmente, las consecuencias de las
artes marciales en un niño y en una sociedad que tiene en ellas un principio
rector de la conducta, de la ética. La perfección de los dibujos y los niveles
alcanzados a través de una cámara inquieta que no es otra que la de los ojos
del realizador mismo vuelven a maravillar. El animé es un arte en sí mismo. Y
siempre asombra aunque dure casi dos horas.
Elsa Bragato
BELLES FAMILLES- SOMOS UNA FAMILIA
De Jean Paul Rappeneau. Con Mathieu Amalric, Marine Vacth, Nicole
García, Gemma Chan, Guillaume de Tonquédec, Gilles Lellouche, entre otros.
Música de Martín Rappeneau. Duración: 113 minutos.
MUY BUENA. CASI UNA BIOPIC…
A 12 años de su último film, Bon Voyage, regresa Jean Paul Rappeneau,
de 84 años, a encarar una historia quasi autobiográfica y también muy familiar
no solo por el tema sino por la participación de dos de sus hijos: Julien en la
elaboración del guión junto a su padre, y Martin en la composición de la banda
sonora, más que destacable, de gran factura armónica.
“Belles Familles”, título en francés, ubica la historia en la década
del 50 cuando el propio Rappeneau vivía junto a sus padres en una provincia
francesa, en una casa similar a un castillo rodeada por enormes jardines. La
globalización hizo de las suyas: la casa fue demolida, y hoy esos terrenos
están ocupados por bloques de edificios modernos.
Estamos frente a una comedia dramática y romántica a la vez. “Jerome”
(Mathieu Amalric) es un financista que vive en Shanghai y pasa por su hogar
paterno camino a Londres. Está acompañado por su novia “Chen Li” (Gemma Chan). En
la casa paterna se entera de un gran litigio que hay por lo que puede ser
demolida, a raíz del fallecimiento de su padre quien tenía una amante, una
relación sólida con “Florence” (Karin Viard) quien es la madre de “Louise” (encarnada por la bella
Marine Vacth), fruto de una unión anterior a la del padre de “Jerome”.
Rappeneau traslada el peso de la historia al encuentro de “Jerome” con
“Louise”, el amor que surge entre ellos, en medio de las disputas por la
herencia. La Justicia sella la puerta de acceso pero no puede impedir la pasión
entre los dos jóvenes, que no son hermanastros de sangre aunque sí por pruritos
convencionales.
Si bien hay previsibilidad en la historia, la narración de Jean Paul
Rappeneau es sólida, atrapante, logrando una profunda empatía entre el
espectador y la historia planteada. Rescata al amor por sobre las convenciones
sociales y le da un toque cultural muy francés con el concierto para piano de
Robert Schumann, secuencia que le permite cerrar la historia de la novia china
desairada, “Chen”, quien se enamora del pianista oriental.
Para Jean Paul Rappeneau la familia es algo bello, lo demuestra
trabajando con sus hijos, poniendo mucho de su propia vida en el guión: en
familia se crece y se trabaja, también surge el amor, el odio, la pérdida, los
cambios, el dolor, la traición y el perdón. Sin duda, Rappeneau, el mismo de
“Cyrano de Bergerac” (1990) regresa con un cine intacto en fondo y forma, con
una comedia donde todo tiene un por qué, nada queda librado al azar. Un tanto
convencional, previsible, pero maravillosamente realizada es esta película del
gran Rappeneau.
Carlos Pierre
PERMITIDOS
De Ariel Winograd. Con Lali Espósito, Martín Piroyansky, Liz Solari, Pablo
Rago, Benjamín Vicuña. Música de Darío Eskenazi. Guión de Julián Loyola y
Gabriel Korenfeld. Idea original de Gabriel Korenfeld.
BUENA. LOS CHICOS SE DIVIERTEN
Luego de “Sin hijos”, excelente comedia, Ariel Winograd regresa con
una buena comedia basada en un guión sin muchas novedades pero en actores que,
hoy por hoy, están en la cresta de la ola: Lali Espósito es una excelente
cantante, admirada en América Latina por sus supershows, mientras que Benjamín
Vicuña es el “latin lover” chileno, así como Liz Solari es la bella mujer de
los comerciales de la tele, ex “Bailando…”. Los caballeros también son famosos:
nada menos que Pablo Rago y el más que ascendente Martín Piroyansky.
“Camila” (Espósito) y “Mateo” (Piroyansky) deciden jugar con la
imaginación y con la vida real: darse un “permitido” con una figura imposible
de alcanzar, un superfamoso. La magia del cine, y de la vida también, les
permite a cada uno encontrarse con ese hombre y esa mujer soñados, cambiando
radicalmente los planes que tenían entre ellos como pareja.
La narración de Winograd tiene mucho ritmo y lujosas locaciones que
enriquecen la fotografía, así como las actuaciones resultan espontáneas y
creíbles. Liz Solari es una piedra de escándalo como la “famosa” que se
interpone en la vida de “Mateo” mientras que Benjamín Vicuña es el otro
personaje que atrapa a “Camila”. El cine de Hollywood nos ha regalado muchas
películas con “permitidos”, todas intrascendentes. En el caso de “Permitidos”,
Winograd le da un toque sugerente al básico guión: se plantea el encuentro con
un “famoso”. Esta diferencia aporta todos los elementos que juegan en una
historia divertida a pesar de los sentimientos encontrados de los protagonistas.
Para quienes quieran distraerse… No está mal.
Carlos Pierre
BIEN DE FAMILIA
Guión y dirección de Eugenia Fontana. Con Eliseo Barrionuevo, Delfina
Oyuela, Celeste Sanazi, Lucita Gandolfo, Federico Fernández Wagner, Jimena
González. Música de Francisco Ruiz Barlett y Fernando Acedo. Duración: 85
minutos.
BUENA. CINE MUSICAL NACIONAL
“Bien de familia” es toda una novedad en el cine nacional, realizada
por jóvenes que surgen del cine independiente y del audiovisual. En este caso,
se trata de Eugenia Fontana quien es también la generadora de la idea del
guión. La muerte del jefe de familia deja a tres hermanos confundidos y con un
legado para el que cada uno tiene un destino: un trencito de la felicidad con
el que se llevaba a los chicos del barrio a pasear. La llegada del hijo mayor,
Marcos Cedrone, al funeral inicia una sorda guerra con sus hermanas Olivia y
Vicky. No hay mucho más: la herencia es ese trencito, o reacondicionarlo o
venderlo.
La realizadora Fontana abre el juego narrativo mostrando a los
hermanos en sus intentos individiuales de rehacer la vida: la mas pequeña se
une a una tía, hermana del fallecido Cedrone, que tira las cartas y hace
brujerías “buenas”, el mayor está decidido a vender el trencito enredándose en
amores con una hermosa pelirroja que vende plantas, mientras que Vicky, la
mayor (buena voz y actuación de Delfina Oyuela), tiene a su cargo el peso del
hogar, intenta disfrutar de boliches bailables pero no lo consigue.
Es aquí donde lo central se diluye pero, hábilmente, Fontana retoma lo
fundamental: el trencito de la alegría.
La curiosidad es que muchos parlamentos individuales de los
protagonistas son cantados, tienen una base melódica pedagiza, y, aún con
alguna desafinación, inician el cine musical nacional. Hay una diferencia entre
películas musicales y cine musical: hasta ahora conocimos en nuestra
cinematografía inserts o bien secuencias de cantantes o de shows televisivos,
pero no cine cantado a la manera de “Piel de asno”, por ejemplo, o “Los
paraguas de Cherburgo”. Si bien no tiene estas alturas, Eugenia Fontana sabe
cómo administrar estos parlamentos cantados donde los personajes exponen sus
tristezas y sus deseos.
Es una buena experiencia, una buena realización aún con algunas idas y
venidas narrativas que no opacan la excelente fotografía aunque a veces deje
interrogantes como dónde está ese bosque al que los hermanos llegan. O bien es
un elemento de fantasía que hay que aceptar tal como se ofrece. Para ver,
especialmente los jóvenes cineastas y los adultos que buscan experiencias
audiovisuales diferentes. Eugenia Fontana está abriendo un camino muy
interesante.
Elsa Bragato
JASON BOURNE
De Paul Greengrass, coguionista junto con Christopher Rouse. Con Matt
Damond, Julia Stiles, Alicia Vikander, Tommy Lee Jones, Vincent Cassel, entre
otros. Música de David Buckley y John Powell, fotografía de Barry Ackroyd.
Duración: 123 minutos.
MUY BUENA. REGRESO MÁS QUE ESPERADO
En esta quinta entrega de la saga “Jason Bourne” reaparecen el
director Paul Greengrass y el protagonista Matt Damond, a cargo de “Jason
Bourne”. En la cuarta película ninguno de los dos estuvo y se dio por
“desaparecido” a “Jason”, surgiendo el personaje “Aaron Cross” a cargo de
Jeremy Renner, un excelente actor que no fue incluido en esta película. A pesar
de tener éxito, la taquilla sigue “prendida” a Matt Damon que hizo este
personaje con notable trabajo psicofísico.
Como es habitual en Greengrass, las locaciones son fundamentales:
desde Tenerife, pasando por Atenas, Berlín, hasta la estación Paddington en
Londres o bien la Greenwich, para llegar a Washington y Las Vegas. Siempre con
rabioso frenesí, la vida de “Jason Bourne” no tiene calma. Reaparece luego de
12 años en un lugar oscuro, recordando quién fue y adónde pertenece: cuerpo de
elite de la CIA, perseguido por el nuevo director, que encarna Tommy Lee Jones,
y un asesino a sueldo que lo busca, “Asset”: Vincent Cassel, el actor y
director francés (“El cisne negro”) se pone en la piel de este personaje que
solo tiene un encuentro con “Jason” y será a todo o nada. “Nicky Parsons”
(Julia Stiles), compañera de “Jason” en el primer film, continua en la saga
ayudando a su colega. Una incorporación muy interesante es la de Alicia
Vikander, ganadora del Oscar por “La chica danesa” en el papel de una
ciberespía, “Heather Lee”.
Básicamente, existen los mismos principios narrativos: la memoria
débil de “Jason” (ahora recuerda a su padre), el enfrentamiento con los jefes
de la CIA, y un asesino pagado por la entidad para matarlo. Luego está el
desenfado furioso de Paul Greengrass para filmar con la inestimable
colaboración del equipo técnico, un montaje basado en breves tomas que resulta
envolvente y hasta abrumador para el espectador, no dándole respiro.
Al tener una memoria de flashes, “Jason Bourne” promete continuidad de
la saga: de a poco irá recordando más, motivo suficiente para poner manos a la
obra en nuevos guiones. Es, sin duda, el personaje más atrapante creado en el
siglo XXI. Corridas, persecuciones, peleas a puño limpio, saltos acrobáticos,
son solo algunos de los condimentos de esta película que es éxito de taquilla
en los Estados Unidos. La dupla Greengrass-Damon es portadora de éxito seguro.
Si le gusta la acción, no se la pierda.
Elsa Bragato
VELOZ COMO EL VIENTO
De Matteo Rovere. Con Stefano Accorsi, Matilda de Angelis, Giulio
Pugnani, entre otros. Música de Andrea Farri. Fotografía de Michele
D’Attanasio. Duración: 119 minutos.
BUENA. INTENSO DRAMA EN EL CIRCUITO DE IMOLA
Matteo Rovere toma el circuito de Imola para narrar una historia
familiar donde se unen los destinos de tres hermanos, solos ante la muerte de
los padres, y la pasión por el automovilismo, pasión que es también la manera
que conocen de ganarse el pan.
“Giulia” tiene 17 años y es una experta corredora, alentada por su
padre quien fallece repentinamente. El hermano mayor regresa al hogar, Loris,
con su novia, llevando una vida de drogas y un pasado de buen corredor. El
hermano pequeño es quien observa a los adultos enojarse, insultarse, y tratar
de salir adelante aún con el problema de salvar la casa, hipotecada por el
padre.
Dentro de estos parámetros transcurre una muy interesante narración
donde los circuitos automovilísticos (se incluyen fragmentos reales del
Campeonato italiano de Gran Turismo) tienen un sentido de pasión y de salvación
económica, aún cuando estos tres hermanos apenas sobreviven. Este mix de
automóviles, boxes y un hogar muy pobre, la droga y sus estragos, se conjugan
sabiamente para meternos en un drama familiar que duele, ciertamente, verosímil
y diferente a la vez.
El tiempo y las necesidades económicas irán transformando la ríspida
relación fraternal, convirtiéndose Loris ahora en el mentor de su hermana tal
como lo hacía su padre. Nada les será fácil, ni siquiera proteger al hermano
menor.
Es una película movilizadora por su gran carga emotiva, lejos de
clishés. No hay aquí un ejemplo anterior que nos permita comparaciones. En este
sentido, Matteo Rovere toma una parte de la esencia italiana, la de las famosas
escuderías, y la lleva al terreno personal, llano, de un hogar: no hay millones
ni mansiones. Hay esperanza de sobrevivir. Es un film que vale la pena ver.
Elsa Bragato