JUEVES 25 DE FEBRERO DEL 2016.-
Nueve estrenos se integran a la cartelera de cines del país. Entre
ellos, “13 horas: los soldados secretos de Bengasi”, de Michael Bay
(Transformers) sobre el ataque sufrido por norteamericanos destacados en esa
ciudad de Libia y el grupo de 6 profesionales “seals” de la CIA para combatir y
salvar a sus compatriotas. Está basada en el libro de Mitchell Zuckoff titulado
“13 horas”, que fuera un best sellers del New York Times. Se le suman “El
bosque siniestro”, de Jason Zada, un film de terror sobre un famoso bosque a
los pies del monte Fují que ha sido tema también de seis películas anteriores,
así como las nacionales –sin exhibición a la crítica- “Pantanal” de Andrew
Sala, ficción que presentara en el 2014, sobre un viaje a esa zona del Mato
Grosso brasileño.Trabajó con gente de las distintas localidades que fue
visitando.
BROOKLYN
De John Crowley. Con Saoirse Ronan, Emory Cohen, Jim Broadbent, entre
otros. Música de Michael Brook. Duración: 111
minutos.
EXCELENTE. DOS CULTURAS
SE UNEN
Este film de John
Crowley, director irlandés, es uno de los ocho nominados a los premios Oscar
que se entregan el domingo 28. Se basa en la famosa novela de Colm Toibin sobre
el amor entre una chica irlandesa y un hijo de italianos en Brooklyn. Como
curiosidad, decimos que el papel le fue ofrecido a Rooney Mara, la fantástica
actriz de “Carol” como “Therese”, nominada a los premios de Hollywood, quien lo
rechazó, recayendo en Saoirse Ronan el rol de “Eilis Lacey”, también nominada.
Jóvenes actrices de la nueva generación del cine internacional.
Crowley conoce como
nadie los problemas socioeconómicos de su Irlanda natal, eligiendo la novela de
su compatriota Toibin donde se relata el caso de “Eilis”, la joven mujer que
desea tener otro futuro y es llevada por un sacerdote amigo de la familia hacia
Brooklyn, el sueño de los inmigrantes en los años 50 (uno de los cinco barrios
de New York donde se forja el espíritu americano basado en dos corrientes
inmigratorias, la irlandesa y la italiana). Las carencias económicas, la madre
manipuladora, su hermana que la consuela y da fuerzas, y una sociedad
castradora, hacen que “Eilis” no dude, aún con temor, en viajar hacia un país
desconocido, meca de millones de personas.
El realizador retrata a
la perfección el ambiente de aquellos años post guerra, las pensiones para
chicas que buscaban trabajo donde va a vivir “Ellis”, la búsqueda de empleo en
las grandes tiendas neoyorquinas, y, eventualmente, el amor. La vida de “Eilis”
se torna feliz, diferente, cuando conoce y se enamora de “Tony” (Emory Cohen),
hijo de italianos, plomero, en los bailes que las diferentes comunidades
organizaban.
Con enorme sutileza, se retrata
este amor que los lleva a “Tony” y a “Eilis” a casarse aún cuando un golpe del
destino obliga a la joven esposa a volver a Irlanda. La rigidez de la sociedad
irlandesa de entonces se desnuda con fuertes trazos. “Eilis” se ve impulsada a
buscar otro trabajo y hasta a aceptar un pretendiente en su país.. Deberá
elegir entre dos amores y dos países.
Hay un diseño de
producción impecable, que sustenta una pequeña gran historia de amor, poco
frecuente en los últimos años en la industria del cine. Es conmovedor el amor entre
“Tony” y “Eilis”, esa primera noche de casados, la inocencia de una joven mujer
que, no obstante, sabe qué quiere para su vida.
El contraste entre dos
culturas también es uno de los logros de esta película: Brooklyn, pujante, e
Irlanda, bella y acendrada en su tradición.
“Brooklyn” es una
pequeña joyita del cine actual, plagado de efectos especiales pochocleros. Los
celestes ojos de “Ellis” son el reflejo de la decisión y de la esperanza:
inolvidables.
Carlos Pierre
UNA NOCHE DE AMOR
De Hernán Guerschuny.
Con Sebastián Wainraich, Carla Peterson, Soledad Silveyra, Rafael Spregelburd,
María Carámbula, entre otros. Duración: 90 minutos.
BUENA. BÚSQUEDA DEL
ROMANTICISMO PERDIDO
Sebastián Wainraich pega
un salto de la radio, televisión y teatro para escribir este guión junto con el
director Hernán Guerschuny, que se transformó en una película agridulce e
irónica sobre “una noche de amor”, una escapada de la rutina y las obligaciones
del matrimonio de una pareja que ya tiene dos hijos. Se trata de “Leonel”
(Wainraich) y “Paola” (Carla Peterson), casados desde hace 12 años, quienes
deciden pasar una noche especial dejando a los chicos al cuidado de la abuela
(Soledad Silveyra).
La fotografía es brillante,
la noche porteña en Puerto Madero y San Telmo reluce, así como el sonido es
claro, lográndose una elegante narración. La cuestión surge si analizamos el
guión que tiene sus más y sus menos: es una demostración, en principio, de una
puesta en valor del romanticismo, no profundizado pero esquematizado en las
diferentes situaciones que vive la pareja: la charla incómoda, la discusión con
un “trapito”, la moza del restorante, el sereno del garaje, entre otros
personajes. Cada secuencia está claramente dividida, por lo que el
romanticismo, puesto en tela de juicio como eje narrativo, se pierde. No
obstante, es una primera comedia cinematográfica de Wainrach, que deja conforme
y que muestra la solvencia tanto del director como de los dos protagonistas.
Carlos Pierre
EL LEGADO
Dirección, guión,
edición y relato de Fernando “Pino” Solanas. Música de Mauro Lázzaro. Duración:
103 minutos.
MUY BUENA. “PINO” NOS
DEJA SU LEGADO
“Pino” Solanas pone
sobre el tapete su larga vida como peronista y su conocimiento del general Juan
Domingo Perón incluyendo filmaciones personales. “El legado” no es
estrictamente un documental: está la realidad, la ficción y el testimonio. Es
un docu-ficción que tiene un omnipresente relator.
En principio, está la
realidad que Solanas regala a las jóvenes generaciones de sus filmaciones,
material histórico invalorable, realizadas en 1971 en Puerta de Hierro,
residencia en Madrid del general Perón. Hay un 25 % de este material que mezcla
con precisión en una obligada ficción, el restante 75%. Además abre las puertas
de la residencia de Perón y Evita en San Vicente, que el matrimonio compró en
1947 y que, en su retorno, el ex presidente habitó con su última esposa, Isabel
Martínez.
La ficción está muy bien
planteada: Solanas conversa con el general Perón valiéndose de las informales
charlas grabadas en un viejo cassette frente a un sillón vacío. Es, como
decíamos antes, un material histórico de enorme valor que Solanas logró a
escondidas del ”secretario” López Rega y
a sabiendas del general. La edición de cassettes y viejas filmaciones demandó
seis largos meses en Roma. En el 2012 “Pino” Solanas decidió darlo a conocer
rescatando del olvido las charlas ocasionales que mantuvo con Perón. De esta
manera, “descontruye” cinco décadas de historia: la infancia, las presidencias,
el exilio, el regreso y la muerte.
Hay aspectos que
destacamos: además del pensamiento político de Perón, surge el “Perón
ecologista” junto con Eva, los árboles que plantaban en esa quinta, y el
conocimiento que el político tenía sobre las diferentes especies.
Tenemos un doble legado
en este film: el político, que dejó el general Perón, y el de Fernando “Pino”
Solanas, quien desarchivó estas filmaciones para armar un docu-ficción
interesante y didáctico. Este aspecto de Solanas fortalece su intención:
explicar de qué se trata este legado. Para algunos, es un exceso de
protagonismo. Consideramos que el patrimonio-legado cultural de Solanas solo lo
puede explicar él mismo.
Agregamos que en la
conferencia de prensa del director, dejó bien en claro los porcentajes de
realidad y de ficción que hay, del que sobresale una línea de pensamiento político
para peronistas y opositores.
Carlos Pierre
EL HIJO DE SAÚL
DE Laszló Nemes. Con
Gesa Röhrig, Levente Molnar, Urs Rechn, Sándor Zsóter, Todd Charmont, Bjön
Freiberg, entre otros. Música de Laszló Melis. Duración: 108 minutos.
EXCELENTE. HORROR QUE NO
DEBE OLVIDARSE
Es difícil encontrar
palabras para describir el horror de los campos de concentración nazis, en este
caso, 1944 en las barracas de Auschwitz. Vimos los documentales de Alfred
Hitchcock, de John Huston, y material fílmico de todo tipo donde miles de
cuerpos esqueléticos, torturados, eran tirados en fosas comunes con palas
mecánicas. Sin palabras. Pero Laszló Nemes, húngaro debutante en el
largometraje, encontró otra arista, más horrorosa aún: el “cómo” se construyó
tanta muerte. Tomó la narración clásica: 35 mm, formato de 4:3, cámara al
hombro para los primeros planos y tomas secuencias para meternos en el horror.
Se valió de otro debutante, Géza Röhrig, a quien la cámara sigue con rapidez.
Es imposible además no
indicarle al espectador que aquí hay realismo puro, aunque se trate de ficción,
y que se perturbará hasta querer salir de la sala y se le cortará el aliento:
“El hijo de Saúl” es el desgarrador relato de un judío polaco, “Saùl”, que es
llevado a un “Sonderkommando”, grupos de judíos condenados a morir que están
encargados de limpiar los “baños” de asfixia luego de cada matanza.
Nemes reconstruye qué le
sucede a hombres, mujeres y chicos, obligados a desnudarse, a “recordar” el
número del perchero y a “bañarse” (gas asfixiante en lugar de agua). Gritos y
golpes en las puertas metálicas hasta caer muertos, la “descarga” posterior que
hacen los “Sonderkommando” de cientos de cuerpos, la limpieza de los pisos, la
cremación, las paladas de las cenizas humanas en los ríos cercanos, son solo
algunos de los momentos más horrorosos, reconstruidos de una manera brutalmente
real.
Sin embargo, Laszló
Nemes encuentra una luz de salvación para “Saùl Auslander”, el personaje de
Geza Röhring: entre tantos cadáveres, está el de un niño y lo rescata de la
autopsia obligada a cargo de otro médico judío. Decide encontrar un rabino para
darle una sepultura digna.
El rostro del actor Geza
Röhring es uno de los más asombrosos que hemos encontrado en el cine: casi sin
hablar, cargando el cuerpo del niño envuelto en trapos, buscando un rabino
entre los cientos de judíos que llegaban por día para darse “el baño” impuesto
por los nazis (1000 por noche en tres tandas de “baños”), conmueve por la
mirada sombría, la desesperanza inagotable que transmite, la sumisión a golpes,
las burlas que padece, y el terror de la muerte reflejado en su gesto adusto
casi sin expresión. “Saùl” solo encontrará redención a tanta muerte si ese
pequeño es enterrado con la oración de un rabino.
Tremenda película,
asfixiante, vertiginosa por la cámara en mano de Laszlo Nemes en momentos
claves, que demuestra que todavía hay mucho para contar sobre el Holocausto y
que los pueblos conservan la memoria de estos brutales hechos.
“El hijo de Saúl” está
nominada a los Oscar como mejor película en habla no inglesa, y la recomendamos
solo para adultos con espíritus muy fuertes. Aquéllos que soporten tanto dolor,
no dejen de verla.
Elsa Bragato
DIOSES DE EGIPTO
De Alex Proyas. Guión de
Matt Sazama, Burk Sharpless y Alex Proyas. Con Gerard Butler, Brenton Thwaiters, Nikolaj Coster-Waldau, Geoffrey
Rush, Abbey Lee, entre otros. Música de Marco Beltrami. Duración:
127 minutos.
REGULAR. DISPARATADA
MEZCLA QUE CONFUNDE
El director Alex Proyas
(“Yo, robot”) tuvo la audacia de tomar las divinidades egipcias y mezclarlas
con magia, monstruos y las construcciones históricas como pirámides y palacios
en el valle del Nilo para tirar al fuego, o a la pantalla, toda clase de
efectos especiales, con mucho ruido y muy poco para destacar.
“Dioses de Egipto” es
una ridícula mezcla de elenco multiestelar, efectos especiales, banda sonora de
buena factura a pleno, y alternancia de coronaciones con escenas poco
espectaculares que se extiende a lo largo de dos horas. Si los conocimientos
sobre la mitología egipcia los teníamos un poco olvidados, luego de ver esta
película estaremos totalmente confundidos. Se filmó en Australia y tuvo, desde
el comienzo en marzo del 2014, problemas por el casting étnico realizado ya que
los actores blancos son mayoría. En los recientes Globos de Oro se trató de
revertir esta peligrosa tendencia del cine premiando a una mayoría de actores y
actrices afroamericanos.
Desentrañemos un poco la
historia que nos compete: “Set” (Gerard Butler) es el dios implacable de las
tinieblas que destrona al dios Horus (Nikolaj Coster-Waldau) y lo deja ciego.
Como siempre, aparece un héroe, el ladronzuelo “Bek” (Brenton Thaiters) que
quiere salvar al mundo y rescatar a su amada.
Surgen secuencias escandalosamente
malas: mortifica ver al gran actor Geoffrey Rush como el dios “Ra” cuya
embarcación está propulsada por ¡cientos de pajaritos!
La industria de
Hollywood echa mano de cualquier idea para que sus efectos especiales convoquen
a un determinado target del público, coma pochoclos, y se olvide de las
tribulaciones diarias. No está mal, lástima que nos toman por tontos mientras
ellos se llenan de dólares.
Carlos Pierre
CAMINO DE CAMPAÑA
Guión y dirección de
Nicolás Grosso. Elenco de 6 actores fuera del circuito comercial conocido. Duración:
88 minutos.
REGULAR. INCOMPRENSIBLE
RELATO
En el 2011, Nicolás
Grosso recibió el premio al mejor film nacional en el BAFICI por “La carrera
del animal”. Su regreso al cine no es auspicioso con “Camino de campaña”. Con
diálogos cortantes, escenas bruscamente cortadas sin respeto por una esperada
concatenación que ayude a la narración, la historia propuesta se torna lenta,
abrumada por el paisaje serrano, seco y desolado.
Nicolás Grosso cuenta la
historia de un joven que regresa a su pueblo natal luego de seis años donde
será juzgado por el presunto asesinato de sus padres. Viejos amigos y una mujer
que aparece entorpece la espera del juicio. Surgen escenas de sexo
incomprensibles que restan aún más a la comprensión. No solo hay que filmar una
historia sino que hay que tratar de que el público la entienda.
Algo quedó en el camino,
o en la postproducción. No lo sabemos. Pero esperamos que este film de Nicolás
Grosso solo sea un tropezón.
Carlos Pierre