JUEVES 12 DE JUNIO DEL 2014.-
A pesar del inicio del Mundial de Fútbol y con las magras
ganancias generadas por los estrenos del jueves pasado, esta semana tenemos el
lanzamiento de siete films de
diverso género que correrán diversa suerte a su vez. Hay dos films nacionales: “Boca de pozo”, de Simón Franco, sobre
la vida de un empleado de los yacimientos petrolíferos patagónicos, teniendo
como protagonista a un excelente actor como Pablo Cedrón. Destacamos su trabajo
así como la fotografía y el diseño de producción del film, cuidados, esmerados.
Un film con una historia que nos puede parecer pequeña pero bien realizado. Y “Los ojos abiertos de América Latina”, de
Miguel Mirra, sobre la contaminación en el continente. Entre las extranjeras,
están “El hombre duplicado”, de
Denis Villeneuve, con Jake Gyllenhaal y Melanie Laurent, un profesor que
encuentra en un DVD a un actor que es su “doble”. El tema ya fue tratado en
otras películas, hermanos gemelos (no es el caso), confusión de esposas, y enfrentamientos.
Está muy bien logrado el clima de suspenso y, a pesar de la reiteración
temática, tiene secuencias atrapantes. Además vuelve el terror paranormal en “In-actividad paranormal” cuyo título
en inglés nos dice mucho más (In haunted House 2) para asustarse un rato sin
pretender mucho más; y “Un golpe de
talento”, de Craig Gillespie, sobre un método utilizado en Oriente para el
criquet que aplica al béisbol norteamericano.
EL PACTO
De Nicholas McCarthy, con Caity Lotz,
Casper Van Dien, entre otros. Música de Ronen Landa. Duración: 89 minutos.
BUENA. ESPANTO DE BAJO PRESUPUESTO
Que los actores sean prácticamente novatos y que el
presupuesto tenga calidad de “magro” no fueron obstáculos para que Nicholas
McCarthy dibujara una historia de intensos climas paranormales, apelando más a
la sutileza que a lo “gore” que tampoco falta. Hay que destacar que es el
“detalle” y no el centro de la narración. Una joven, “Annie Barlow”, asiste al
funeral de su madre y quiere reencontrarse con su hermana y su sobrina. De
pronto, se encuentra sola en la casa materna donde vivió espantosas torturas de
su progenitora. Dormir allí será una pesadilla dantesca cuanto menos. He aquí
donde aparece el ingenio narrativo de McCarthy al proveer al film de efectos
que, no por conocidos, no dejan de ser efectivos. Algunos planos secuencias
hacia la puerta que será “la del terror” vivido, objetos que caen, otros que se
mueven, las luces que titilan, van generando tensión y suplen generosamente
cualquier ausencia presupuestaria. La aparición de una amiga de la infancia
clarividente resulta sustancial, así como la de un detective que intenta ayudar
a la joven a desentrañar el misterio de la casa, una compañera de ambas hermanas
y la sobrinita. Pocos personajes para una trama bastante interesante que se
mete en la secta de los “Judas”.
Lo “gore” aparece en el “misterio” a desentrañar así como las
viejas fotografías familiares permiten elaborar una línea de investigación más
o menos coherente. Nada de lo que vemos es nuevo. Sin embargo, McCarthy alcanza
su objetivo de inquietar, perturbar al espectador, y sobresaltarlo en forma
creciente. Ciertamente, un elenco desconocido no es el mejor gancho para atraer
al público. Si tenemos en cuenta que el film supera en realización (diseño de
producción y fotográfico) a muchos de su género, se deja ver. La banda sonora
de Ronen Landa (compositor, cellista y guitarrista) es muy completa, cumpliendo
su rol incidental con creces.
Elsa Bragato
IDA
De Pawel Pawlikowski. Con Agata Trzebuchowska, Agata Julesza,
Dawid Ogrodnik, entre otros. Música de Kristian Eidnes Andersen. Duración: 82
minutos.
EXCELENTE. SECUELAS DE LA GUERRA EN
GLORIOSO BLANCO Y NEGRO
La Vieja Europa vuelve sobre sus pasos, sus desaparecidos,
sus muertos, los conventos que inventaron cristianos, la tragedia de una
Polonia destrozada. Pawel Pawlikowski, en el regreso a su país luego de una
estadía en Inglaterra, remueve los traumáticos sucesos padecidos por los
polacos a través de sus propios dictadores, el nazismo y el comunismo,
valiéndose tan solo de dos mujeres antagónicas en edad y formación y de un
joven saxofonista.
La historia se sitúa en 1962 en un convento, donde “Anna”
(Agata Trzebuchowska) aspira a tomar los hábitos en pocos días. La Madre
Superiora la envía a pasar un tiempo con el único familiar que le queda, su tía
“Wanda Grutz”. Así “Anna” se enterará de que “Wanda” fue jueza de los
comunistas y mandó al patíbulo a los “no compatriotas”, y que ejerce la
prostitución por placer, además de beber desmesuradamente. La historia tiene un
arranque muy perturbador: “Anna” se entera de que es judía y nació como “Ida”.
Y que, por los dichos de su tía Wanda, debe buscar los restos de sus padres,
masacrados en los bosques polacos. Una es casi monja y es pura, la otra ha sido
ejecutora de muerte, no cree en Dios y sí en el sexo carnal, tal como declara.
El film tiene enfoques mágicos, a través de los bosques que
tanta muerte encierran, planos de rostros en silencio, pocos diálogos y un
maravilloso blanco y negro para destacar luces y sombras a la manera de los
grandes pintores del renacimiento. Hay
dos secuencias notables y sugestivas: primero, el traslado de una enorme
imagen del Sagrado Corazón de Jesús por las novicias a través de un patio
interno del convento totalmente nevado, y segundo,
cuando “Anna-Ida” se persigna con las manos sucias por la tierra del
cementerio, dejando las huellas de la cruz sobre su ropa de novicia.
Esa búsqueda de sus padres, entre quienes está la hermana de
“Wanda” y el encuentro con el saxofonista, marcan el derrotero de esta road
movie que estremece porque hay belleza visual pero un tremendo dolor en su
contenido. “Anna” descubre el mundo humano, “Wanda” intenta resistir el dolor
del pasado. Cada mujer saldrá de este encuentro
con el pasado de manera diversa. Con pocas palabras y una gestualidad
mesurada, rigurosa pero suficiente.
El realizador encuentra en la vida de estas dos mujeres la
manera de traer al presente el horror de las dictaduras de cualquier índole,
poniendo énfasis en la crueldad contra los niños, obligados a desconocer sus
orígenes. Lo menos logrado sería, a nuestro entender, la resolución que
Pawlikowski le da al destino de cada una de ellas. Por un lado, es abrupto en
un caso. Por otro, puede significar el desgarro interior insoportable para
quienes vivieron tamañas masacres (exportadas desde el Hemisferio Norte a
nuestras tierras). El miedo de los vecinos, la usurpación de las viviendas, los
que no quieren recordar, los que recuerdan, los jóvenes que miran sin
comprender lo pasado, las dictaduras que se deshilachan, la búsqueda de los NN,
van de la mano de “Wanda” y “Anna” en el viejo coche blanco que las traslada de
una localidad a la otra. El amor, el alcohol, el cigarrillo, la aventura, la
fiesta del pueblo, son matices que suenan a un burlesque de la vida en tierras
arrasadas por el espanto. La fotografía, estupenda, ahonda en la soledad y la
crudeza de esos años al ubicar a las protagonistas como “fuera de cuadro”,
sobre un lateral de pantalla, rodeadas de grandes espacios blancos y grises. El
espanto de vivir lo que no se quiere a veces se logra imprimir en imágenes como
en este caso. Gran película.
Elsa Bragato
UN GOLPE BRILLANTE (LOVE PUNCH)
De Joel Hopkins. Con Emma Thompson,
Pierce Brosnan, Timothy Spall, Laurent Lafitte, entre otros. Música de
Jean-Michel Bernard. Duración: 95 minutos.
BUENA. MÁS DE LO MISMO PERO AGRADABLE
Cinco años después de “Nunca es tarde para enamorarse”, Joel
Hopkins vuelve a trabajar con la estupenda actriz Emma Thompson junto, esta
vez, al carismático Pierce Brosnan. Aquí componen un matrimonio maduro,
jubilados ambos, pero con un divorcio a resolver. La especulación en la empresa
del marido deja a la pareja sin dinero para el futuro. Y es el arranque de esta
comedia romántica con tinte policial. Thompson y Brosnan cargan sobre sus
espaldas los personajes y emprenden una cruzada contra el sinvergüenza
empresario francés que los despojó del futuro. Francia, la Costa Azul, el
casamiento del magnate, obliga a estos dos jubilados a reencontrarse para vivir
dignamente a través del robo. El film cae, entonces, en situaciones reideras
pero muy convencionales, clishés unos tras otros, previsibles, sin mayor
creatividad pero, hay que reconocer, con la efectividad de siempre. O sea nos
resulta simpático pero ya sabemos de qué va la cuestión. Es innegable el
carisma de la pareja protagónica, sustento de esta comedia que tiene todos los
pecados de lo ya visto pero que nos ofrece paisajes bellos, vistas lujosas, y
un entretenimiento placentero sin atisbos de realidad. Lo alocado a veces
distrae.
Carlos Pierre