JUEVES 16 DE ENERO DEL 2014.-
Hay
cinco estrenos. “Dos pavos en apuros”
es la animación semanal de Kimmy Hayward. La historia de un pavo que es salvado
por el presidente de los Estados Unidos el Día de Acción de Gracias y la
llegada de otro, rebelde, que intenta cambiar el destino del sacrificio de los
pavos en ese día volviendo al pasado. No hay elementos que redescubran la
animación, es más de lo mismo y, si bien a los adultos no nos conformó, sabemos
que será un film bien recibido por los chicos. En cuanto a “El tiempo de los amantes”, de Jerome Bonnell, es una historia de
amor entre adultos, con el fondo de París, las idas y venidas del amor al
estilo Linklater, una relación fugaz, el “permiso” de dos que se flechan. No es
Truffaut ni es un David Lean. Buena sin sorprender. Finalmente, “Familia Peligrosa”, de Luc Besson,
nos remite a “Casada con la mafia”, con Michelle Pfeiffer, quien aquí es la
pareja de Robert De Niro, el “hombre para estos papeles”, sin duda alguna. Con
un tercero que es nada menos que Tommy Lee Jones. Una pareja es “testigo
protegido” en Francia, pero él (De Niro) se las ingenia para engañar al
cuidador (Jones). Parodia, gángsters, tiros. Las películas de De Niro siempre
tienen, salvo que el actor posea algún interés especial, una suerte de clishés
en los últimos tiempos que nos da la impresión de ver un mismo personaje en
todas. La “saga” de De Niro, pero es… De
Niro. Buena, sin enloquecernos.
CIENCIA FICCIÓN PARA LA
SEMANA
EL JUEGO DE ENDER
De Gavin Hood. Basado en el
libro de Orson Scott Card. Con Harrison Ford, Asa Butterfiel, Viola Davis y Ben
Kingsley, entre otros. Música de James Horner. Duración: 113 minutos.
BUENA. CIENCIA FICCIÓN DE
BUENA FACTURA
Nada
puede sorprendernos salvo la perfección alcanzada por la tecnología y cómo los
elencos se adaptan a situaciones diferentes en los sets. En este caso, la
adaptación del clásico de Orson Scott Card fue la tarea ardua de Gavin Hood,
alcanzada con resultados excelentes. La opacidad, en todo caso, se encuentra en
el desarrollo de la historia que pudo tener más osadía y crudeza.
El
film se ubica en el año 2070 y la Humanidad está en guerra con una raza
extraterrestre conocida como los “insectores” por su parecido con los insectos.
Tras fracasar la primera invasión por la valerosa acción del héroe que
interpreta Ben Kingsley (rostro tatuado como un maorí), los terráqueos forman
una flota internacional para luchar contra los invasores.
La
novedad de la película de Gavin Hood reside en el libro de Scott Card donde se
proclama la inteligencia de los niños y adolescentes que, por la afición a los
juegos electrónicos, pueden conformar grupos de avanzada desde puestos de mando,
siendo capaces de manejar los más complicados “softwares”.
Harrinson
Ford vuelve a interpretar a un personaje de aventuras, ahora en
ciencia-ficción, como un duro coronel, secundado por la estupenda Viola Davis
en la instrucción del joven genio de la computación, rol a cargo de Asa
Butterfield, el protagonista de la inolvidable “La invención de Hugo Cabret” de
Scorsese.
Destacamos
los efectos fascinantes que logra Hood con la gravedad, uno de los temas
técnicos a resolver, así como la banda sonora de James Horner, un clásico del
cine. Más allá de la parafernalia futurista, que es atrapante, el texto de
Orson Scott Card impone su presencia por rescatar a los jóvenes como los
capaces para resolver el futuro de la Humanidad y, además, capaces para lograr
la paz en el cosmos. Al no faltar los objetivos del escritor, el film transita
por la historia con aciertos y otros no tanto, pero, en definitiva, de manera
atractiva.
Carlos Pierre
LA NACIONAL DE LA SEMANA
EL MISTERIO DE LA FELICIDAD
Guión y dirección de Daniel
Burman. Con Guillermo Francella, Inés Estévez, Fabián Arenillas, Alejandra
Awada, María Fiorentino, entre otros. Música de Nico Cota. Duración: 92
minutos.
REGULAR. COMEDIA SIN
SORPRESAS
El
costumbrismo porteño de Daniel Burman, con excelentes referentes como “El
abrazo partido” se perdió. En el caso de “El misterio de la felicidad”, el
guionista y realizador no logra pisar tierra y hace agua.
El
comienzo nos da un indicio claro de lo que veremos: los personajes de Guillermo
Francella y Fabián Arenillas, dos socios en la vida y en el negocio de
electrodomésticos, desayunan el típico café con leche y medialunas, en una
secuencia abrumadora de 10 minutos. Pero este hombre desaparece un día de la
vida de su socio y de su esposa, a cargo de Inés Estévez, quien no muestra una
actitud trágica o de desesperación ante semejante desaparición. El adivino o
“chanta”, los personajes y situaciones que parecen abonar la mayoría de las
películas nacionales, hacen su aparición. Nada nuevo bajo el sol.
Ni
siquiera el final es sorpresivo. Todos sabemos, intuimos, que el marido se fue
para vivir la mejor vida y que Francella entonces posará sus ojos donde los
amigos no deben hacerlo. Está cantado desde el vamos.
De
allí que, más que analizar esta película que no nos conformó ni sorprendió ni
en su realización ni en el tema, optamos por analizar el apego a los tics
televisivos que seguimos encontrando en nuestros directores de cine. Hasta la
música incidental de Nico Cota nos permite rescate alguno, es una apoyatura
musical intrascendente y, hoy en día, inadmisible en la industria
cinematográfica. Al margen quedan las actuaciones porque nuestros actores son
excelentes y pelean con todo los parlamentos que tienen.
No
negamos el imán de Guillermo Francella, su calidad actoral, la de Inés Estévez,
la de Alejandro Awada. Son, en todo caso, la carta de salvación del film de
Daniel Burman.
Carlos Pierre