JUEVES 17 DE MAYO DEL 2012.-
Hay cinco estrenos que incluyen tres nacionales: Elefante Blanco, La revolución es un sueño eterno, y el documental sobre Argentino Jr titulado “ Bichos criollos”, de Diego Lombardi, del que no haremos crítica.
ELEFANTE BLANCO
De Pablo Trapero. Con Ricardo Darín, Martina Gusmán y Jeremie Renier (belga) entre otros. Música de Michael Nyman. Duración: 110 minutos.
MUY BUENA. DENUNCIA SOCIOPOLÍTICA EN UN RELATO DURO Y VEROSÍMIL CON UN GRAN DARÍN
Pablo Trapero es uno de los grandes directores jóvenes argentinos. Para nosotros, luego de El bonaerense, no hubo dudas de su creatividad y su capacidad como director actoral y además ubicación de la historia, o sea puestista. Dos especificidades que competen a los realizadores de fuste. En el caso de “Elefante blanco” abre el film con una notable secuencia que nos muestra a Nicolás (Jeremie Renier) escapando a una matanza segura de una población indígena por los grupos narcos, en plena selva boliviana. Julián (Darín) va en su búsqueda y lo rescata de la muerte. Aquí hay que detenerse en la fotografía, los planos largos, ampulosos, y la secuencia lograda de altísima cinematografía. Empezamos a analizar el título del film, Elefante blanco, que alude a la estructura del viejo proyecto de un hospital en el barrio 15 de Lugano. Y, en general, a todas aquellas estructuras hospitalarias inconclusas o deterioradas (Hospital de Clínicas).
En Buenos Aires, Julián y Nicolás, dos curas tercermundistas, trabajan en una villa ayudados por Luciana (Martina Gusmán), una valiente asistente social. Varios y difíciles obstáculos enfrentan: la burocracia de la Iglesia, los narcos y la descarnada miseria de los habitantes de la villa. Trapero no se resiste al homenaje al padre Carlos Mugica, asesinado por la Triple A tomando aspectos de la vida del sacerdote en el rol de Darín.
Toda la miseria y la marginalidad de los habitantes están mostradas por Trapero sin concesión alguna, pero sin darle un valor estético sino tal como es. Rescatamos que Trapero no hace un regodeo de la miseria sino que planta su cámara en la realidad.
Como polo opuesto al notable comienzo, destacamos una escena donde Julián rescata a Monito (Barga), un joven muerto entre los narcotraficantes, de notable intensidad, profunda y tocante.
Ricardo Darín vuelve a conmovernos por su actuación, creíble, e inconfundible. Martina Gusmán también merece consideración si bien aquí no tiene el lucimiento de “Leonera” y el actor belga Jeremie Renier no desentona sino todo lo contrario, hablando nuestro castellano lo mejor que pudo. Estamos frente a una película dura, difícil, pero emotiva, profunda, donde se nos muestra una realidad tal como es, que no se puede esconder que suele ser pasto de documentales televisivos que exaltan la marginalidad y la delincuencia. Trapero fue por otro lado y ganó.
Carlos Pierre
LA REVOLUCIÓN ES UN SUEÑO ETERNO
De Nemesio Juárez. Con Lito Cruz, Luis Machín, Adrián Navarro, Juan Palomino, Mónica Galán, entre otros. Música de Sebastián Kauderer. Duración: 110 minutos.
BUENA. UNA APUESTA A LA HISTORIA CON FALLAS NARRATIVAS
Es una lástima que un film interesante, que se propone rescatar a Juan José Castelli del olvido, con sus pro y sus contra, tenga un tratamiento narrativo escolar, declamatorio y sin profundidad. Se pasa por arriba la historia cargada de próceres y de datos que siempre son interesantes pero necesitan algo más que una “pasada”.
El guión del film está basado en la novela homónima de Andrés Rivera, Premio Nacional de Literatura, y nos muestra el apogeo y la decadencia y la enfermedad de Juan José Castelli, integrante de la Primera Junta de 1810, orador y miembro del Ejército Expedicionario del Norte.
La película está narrada en primera persona, tal como lo planteó Rivera. Lito Cruz, en el personaje de Juan José Castelli, va contando su activa participación en la gesta de Mayo, su fracaso en el Norte, su proceso judicial y la enfermedad, una ironía cruel del destino para un orador: padeció cáncer de lengua, enfermedad que lo llevó a una muerte prematura, antes de cumplir 50 años.
Desde esta perspectiva, el film nos muestra cómo la revolución de Mayo quedó inconclusa, y debieron pasar décadas para concretar el sueño de los primeros patriotas. Es aquí donde la narración se plaga de parlamentos altisonantes, declamatorios, que le quitan ritmo a la historia.
Lito Cruz compone a un Castelli arrogante, que será vencido por la enfermedad, el olvido y la pobreza. Luis Machín encarna a Manuel Belgrano, tan verosímil como Lito Cruz en su rol, y queremos destacarlo. El elenco, en líneas generales, es multiestelar y es, sin duda, un soporte muy interesante para la narración que cae, se levanta y vuelve a caer en la superficialidad de los “recitativos”.
Rescatamos la recreación de la escena del 25 de Mayo de 1810, en el Cabildo de Buenos Aires. Y la apuesta en sí misma, más allá de la realización, histórica y literaria al mismo tiempo como un homenaje a un gran orador y un político de decisiones muy fuertes, Castelli. A pesar de que la narración adolece de densidad, de carnadura, de profundidad que nos conmueva, es valioso como documento, mejorable en postproducción para los educandos. Así como es valiosa esta inquietud por nuestros próceres.
Carlos Pierre
MISIÓN SECRETA (THE DOUBLE)
De Michael Brandt. Con Richard Gere, Martin Sheen, Topher Grace, Odette Yustman, entre otros. Música de John Debney. Duración: 98 minutos.
REGULAR. ENDEBLE RELATO SOBRE DOBLES AGENTES
Cuando se revela casi de entrada la condición del personaje principal, estamos en problemas narrativos que el realizador Brandt soluciona porque no le importa y sigue adelante con su relato. Richard Gere compone a alguien que fue, pero que le proponen que busque. Martin Sheen es el ex jefe que lo convoca a los servicios de inteligencia donde se analizan las actividades de los dobles agentes. En apariencia, Richard Gere, el “Paul Shepherdson” de esta historia de espías, ha cometido sus buenas tropelías en el pasado y es conocido, en tierras europeas y rusas por su llavero que tiene una tira de metal finita con la que corta gargantas. Una muerte que los espías norteamericanos no pueden evitar pone en alerta roja a los servicios de seguridad. Y allí se desata esa misión secreta tan tibia.
Richard Gere y Martin Sheen son sólidos, se puede decir que actúen mal. Pero lo cierto es que el personaje de Gere es endeble en su trazado, en su concepción, es doble agente –o lo fue- (algo que debe descubrir el espectador pero no es nada difícil ni intrincado) y también tiene doble personalidad. De la calma en la que vive pasa a la violencia absoluta y al crimen.
El film se permite algunos flashbacks de Gere y Sheen, 25 años atrás, cuando ambos se conocían en plena actividad del primero. Por lo que bien puede suponerse que el personaje de Sheen, Highland, tiene sospechas sobre el ex agente y esa búsqueda que le encarga a Gere es solo un pretexto para descubrirlo. Aquí no hay subtemas, sino un languidecer a lo largo de la vida de este personaje principal atado a un joven colega que va descubriendo no sin espanto quién es Shepherdson.
Algunos tiros, varias gargantas cortadas, en fin, un suspenso hasta “ahí” para quienes gusten de estas películas (bien hechas, son muy atractivas) a pesar de todo. Digamos, una más de espías.
Elsa Bragato
LOS PADRINOS DE LA BODA
De Stephan Elliott. Con Olivia Newton John, Laura Brent,Xavier Samuel, Kris Marshall, Kevin Bishop, entre otros. Música de Guy Gross. Duración: 97 minutos.
REGULAR. PENOSA COPIA DE UN RELATO EXITOSO
Frank Oz dirigió “Muerte en un funeral”, un film inglés que resultó desopilante. Su producción, incluyendo al guionista, tuvo la idea de relatar las desventuras de tres solteros que acompañan al amigo que se casa no en Inglaterra sino en Australia. Pero dejó de lado a Frank Oz, vaya uno a saber por qué, y tampoco se preocupó por hacer un casting con algún nombre famoso a nivel internacional. Dato no menor a la hora de lanzar un producto como esta comedia.
Si quisieron remedar “Qué paso en Las Vegas?”, quedaron a mitad de camino. Y, obviamente, lejísimos de “Muerte en un funeral”. Técnicamente, la narración se parece a cualquier film de la fábrica hollywoodense, ésa que no tiene estilo ni gracia. Aunque no sea su procedencia. En cuanto al guión, se basa en los desmanes de tres jóvenes adictos a la cocaína y al alcohol que ponen en aprietos desde un carnero (secuencias escatológicas y fuera de lugar en todo sentido) hasta al novio, cuyo matrimonio se destruye antes del final feliz.
El novio, David (Xavier Samuel) se casa con una bella chica, Mía (Laura Brent), hija de un senador australiano. Sus amigos hacen las mil y una que no resultan risueñas a todo el mundo. Consabidas, clishés de las primeras “Porky’s” en muchos momentos, nos muestran el alto consumo de droga, una suegra (Olivia Newton John, desconocida por la cirugía, si bien 30 años de “Greese” no son pocos para nadie…) alcoholizada y drogada, jóvenes borrachos, y un carnero al que le pintan los labios para besarlo además de extraerle toda la droga envuelta en bolsitas pequeñas que se comió, sí, por la parte que usted se imagina, amenazados por el contrabandista de la zona, un sucio perdedor social.
Por cierto que nada de esto hace mella en la taquilla cuando uno se quiere divertir. Y no está mal. Pero hemos visto muy buenas comedias que no caen en lo obvio y tuvieron taquilla. Usted elige, amigo lector.
Elsa Bragato