LA SOCIEDAD DE LA NIEVE
De Juan Antonio Bayona. Con Enzo Vogrincic, Simon Hempe, Rafael Federman, entre otros. Fpotografía de Pedro Luque, Edición de Andrés Gil y Jaime Martí. Música de Michael Giacchino. Coproducción de Argentina, Uruguay, Chile y USA. En cine y en Netflix.
XXXX- DOCUFICCIÓN DEL GÉNERO CATÁSTROFE SOBRE LA CAÍDA DEL AVIÓN URUGUAYO EN LOS ANDES.
El film “La sociedad de la Nieve” está nominada a los premios Oscar, cuyos ganadores conoceremos en pocos días más, dentro del rubro de film extranjero. Se trata de la tercera película sobre el tema, siendo las anteriores “Supervivientes de los Andes”, de 1973, de René Cardona, México. Le siguen “Viven”, de Frank Marshall de 1993 que recreó la tragedia a partir de la novela homónima de Piers Paul Read. El elenco lo encabezó Ethan Hawke. Y finalmente llegamos a “La sociedad la nieve”, del 2023 de Juan Antonio Bayona, que se basó en el libro homónimo de Pablo Vierci publicado en 2022.Se ofrece en salas y también en Netflix.
Estamos frente a una mezcla rara dentro del género catástrofe: es un docuficción del género Catástrofe, tal vez uno de los únicos que existen con estas características.
Aparecen los sobrevivientes, 16 en total, de los 40 pasajeros que viajaron la mayoría perteneciente al club de rubgy Old Christians del Uruguay, además de 5 tripulantes, quienes tomaron el vuelo chárter del Fairchild FH-227D de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló, en medio de una feroz tormenta de nieve, el viernes 13 de octubre de 1972 a 3570 metros de altura en la cordillera de Los Andes, del lado argentino.
Fueron en total 72 días de sobrevivencia. La película se inicia con una voz en off que va relatando los sucesos una vez que aparecen en pantalla pero, casi de inmediato, están algunos sobrevivientes que explican la extyraña sensación que tuvieron de estar vivos pero sentirse muertos y de sentir a la naturaleza en su más cruda y vital expresión.
Se ve cómo se reúnen los amigos, o sea la previa del viaje, cómo se organiza, para algunos de los chicos era la primera vez que viajaban en avión y que salían de su país, luego la primera parte del viaje hasta llegar a la cordillera donde no siempre los vientos son favorables. Las escenas de la caída, de la partición en pedazos del avión con los pasajeros atados a sus asientos, es de un notable realismo, un logro cinematográfico propio de estos tiempos tecnológicos.
La narración se interrumpe con la aparición de técnicos que explican cómo se generó la tragedia desde un estudio, habiendo construido tres aviones, uno en un set. Y las partes del avión diseminadas en otros sectores, generando nieve artificial. Al mismo tiempo se muestra el duro entrenamiento físico al que fue sometido el elenco, caídas abruptas, golpes en distintas partes del cuerpo, con los consiguientes riesgos para cada uno de ellos.
En este sentido, hay que aplaudir las actuaciones de estos jóvenes actores que dieron vida a personajes de la vida real que enfrentaron un accidente que los mató. Y ese paso de la vida a la muerte en medio de nevadas feroces está representada en estas actuaciones que, de alguna manera, son memorables.
La película atrapa, no hay duda. El tema, para quienes peinamos canas, nos trae la angustia de aquel año y los días que pasaban si9n que se los pudiera encontrar. Después nos enteramos del canibalismo practicado para sobrevivir. Y esto también está retratado en la película, un momento muy tenso si bien no es frente a cámaras: dos de los jóvenes sobrevivientes se encargaron de “carnar” los cuerpos de varios comopañeros. El alud, ocho muertos más, y más comida para sobrevivir. Suena brutal, feroz, y no es aceptable aún hoy para muchos de nosotros. Sin embargo, es lo que ocurrió. Hay preguntar que nunca se les hizo a los sobrevivientes de manera puntural y punzante: cómo vivieron, cómo durmieron, luego de comerse a sus amigos. Solo un periodista se animó: el licenciado Eduardo Giorello, ya fallecido. Y generó un rechazo de parte de los sobrevivientes, en ocasión de un documental que se estrenó hará unos 15 años.
Porque, a decir verdad, hay tres largometrajes pero un gran número de documentales y varios libros sobre el tema. Faltaba esta versión, muy lograda, de Bayona a la que solo debemos criticarle el que haya utilizado elementos del documental en vez de guionar la h historia de principio a fin sin interrupciones. Lo que se agrega pudo ser un cortometraje al final de la exhibición.
Elsa Bragato