JUEVES 24 DE AGOSTO DEL 2016.-
Diez estrenos se insertan en la cartelera porteña. Entre ellos, “Mi
papá es un gato”, de Barry Sonnenfeld, con Kevin Spacey y Christopher Walken.
Algo así como “hay una chica en mi cuerpo”, nada más que aquí la cuestión es en
un gato. “Mike y Dave, los busca novias”, de Jake Szymanksi, con Zac Efron, es
un canto al desenfreno juvenil, género en el que está encasillado el
protagonista. “La del Chango” es el documental de Milton Rodríguez sobre la
vida del gran músico Chango Farías Gómez, “Marama-Rombai, el viaje”, es otro
documental sobre los dos conjuntos de moda realizado por Federico Lemos y
finalmente “Nacida para morir” (del 2014) un film bizarro de Andrés Borghi,
para fans del género.
SANGRE EN LA BOCA
De Hernán Belón. Con Leonardo Sbaraglia, Eva de Dominici, Erica
Bianchi, Osmar Núñez, Claudio Rissi, entre otros. Música de Luca Clut.
Duración: 97 minutos. Coproducción Argentina.Italia.
BUENA. “ROCKY” A LA ARGENTINA
Esta película de Hernán Belón está basada en el cuento homónimo de
Milagros Socorro, ubicado en el ambiente pugilístico. Es un retrato crudo, sin
redención, a la manera de “Toro salvaje” o la saga “Rocky” pero con secuencias
muy argentinas.
Nos narra la vida de “Ramón Alvia” (Sbaraglia), profesional del boxeo
de casi 40 años que está al final de su carrera. Ganó el título sudamericano
pero todavía tiene esa llama sagrada que no lo deja abandonar el ring. Está
casado con “Carina”(Erica Bianchi), de origen italiano y tiene hijos. Ese es el
futuro, diferente a la vida entre entrenamientos y peleas que viene llevando.
Surgen actores muy sugerentes e inspirados que rodean al protagonista:
su promotor es Di Nucci (el notable Osmar Núñez) y su gimnasio está a cargo de
“Mario” (Claudio Rissi). Aparece una boxeadora amateur, “Deborah” (Eva de
Dominici) y la cuestión cambia, se torna salvaje, sexual, descontrolada.
La narración de Belón transita entonces por un paroxismo sexual entre
el personaje de Leonardo Sbaraglia y el de Eva de Dominici que se muestra
impúdica de forma exagerada. Ambos actores tienen una catarata de encuentros
sexuales en los que se apoya la historia, no hay rincón que los amantes dejen
sin tener sexo: camas, bañeras, mesas. Todo lo que sigue es más que previsible:
la esposa que se va, el futuro que se esfuma. Destino común de tantos mortales.
La calificación de buena es tan solo por las actuaciones del elenco y,
en el caso específico de Eva de Dominici, por esa impudicia salvaje que muestra
ante cámaras. De allí que consideremos que este film es un “Rocky a la
argentina”, debido a la costumbre nacional de narrar –más allá del cuento
homónimo – a través de escenas sexuales dejando de lado el desarrollo de de los
personajes. Mucho desnudo, mucho sexo, y un film que desbarranca en la
previsibilidad.
Carlos Pierre
BEN HUR
De Timur Bekmambetov. Con Jack Huston, Morgan Freeman, Toby Kebbell,
Rodrigo Santoro, entre otros. Música de Marco Beltrami y otros. Duración: 124
minutos. Remake del film de 1959 de R. Wilder.
REGULAR. POLICIAL EN ÉPOCA DE LOS ROMANOS
Esta remake (la quinta) de la novela de Lew Wallace, escrita en 1880,
intenta agilizar cierta teatralidad de la excelente versión de 1959 del director
Willy Wilder (ganador del Oscar por la película), con Charlon Heston y Stephen
Boyd, como “Judah Ben Hur” y “Messala Severo”, pero cae en la confusión
histórica, mezcla de personajes de films épicos, y en secuencias ridículas,
cuanto menos sin relación alguna con la historia de los hechos que nos llegaron
sobre la muerte de Jesús, el Nazareno.
Es, además, una versión para el verano de los Estados Unidos, muy
ligera, light, sin fuerza, con un pecado notable: no sabemos por qué el
director y los guionistas sacaron la espiritualidad y la valentía del personaje
“Judah Ben Hur” para caer en una suerte de policial de la época romana sin ton
ni son. La base de la historia de Wallace y del film de 1959 fue la rivalidad
religiosa entre Ben Hur y el tribuno Messala por sus creencias: el primero,
monoteísta que defendió a su pueblo de la invasión de los romanos, y el
segundo, soldado romano devenido en tribuno y dispuesto a todo por el poder,
incluso martirizar a su mejor amigo.
En la versión de Timur Bekmambetov (director ruso-americano muy
galardonado y con extensa filmografía) nada de esto surge con potencia, con
fuerza. Ben Hur, protagonizado por el carilindo desconocido Jack Huston, es un
príncipe judío que se cría con Messala, a cargo del menos carilindo Toby
Kebbell. La secuencia inicial nos muestra a los dos jóvenes como hermanos de la
vida corriendo carreras de caballos, hasta que Ben Hur se hiere fuertemente y,
por arte de magia, los caballos desaparecen siendo trasladado a la casa del
soldado romano.
La liberación de los esclavos tampoco surge del relato propuesto. La
joven que ama Ben Hur se va con un novio anciano quien permite que el príncipe
judío bese a la novia apasionadamente en el carro que la traslada y se quede
con ella. Insólito e inverosímil.
Hay algunas secuencias respetadas tales como la de la galera, hacia
donde es llevado Ben Hur porque Messala no acepta que no sea su “soplón”, y la
madre y la hermana de éste derivadas a un leprosario. Pero nada se dice sobre
la salvación de Ben Hur de su destino en los mares, de cómo se transforma en un
romano. La aparición de Jesús, que en el film de 1959 tiene un sentido
religioso profundo, es la de un joven carpintero al que nadie se le opone, no
hay sermones ni la atracción sobre multitudes judías. Se establece como novedad
entre comillas un parangón entre el calvario de Ben Hur y el de Jesús, ambos
–en cada caso- se ofrecen agua.
La mejor secuencia, pivot del film, está en la carrera de cuadrigas en
las que Messala y Ben Hur se enfrentan a morir. Es extensa, con muchos efectos
especiales muy logrados. Pero no justifican la historia presentada.
Resulta ridículo, por darle un calificativo, las palabras de Jesús
moribundo en la cruz a Ben Hur, sin mostrar dificultades para hablar cuando su
cuerpo está ensangrentado con huellas evidentes de las torturas recibidas.
Inapropiado y sin respeto a la historia conocida. No es creíble porque, además,
luego de esa casi “charla” con Ben Hur a quien solo vio dos veces, se escucha
la frase “Padre, no sabe lo que hacen” y fallece.
El rol del “africano” de Morgan Freeman, con largas rastras o
“dreadlocks” lo asemejan más a Bob Marley que a un africano puro, reemplazando
al árabe del film de 1959, el hombre de fortuna que le enseña a Ben Hur a manejar
las riendas en las cuadrigas.
El impacto visual se desploma, decae. Los “soundtracks” como música
incidental le quitan fuerza a la pobre narración, da la impresión de ser un
“western” y no un film épico, género del que no tiene nada. Hay un “mix” de
personajes, repentismo histórico que confunde, provocando sabor a nada: esta
película no tiene nada que ver con la historia de Ben Hur, aunque tome los
personajes y algún otro detalle. Se esperaba una remake con todas las letras y
no una versión pasteurizada de una historia que, aunque no real, conmovió a
lectores y espectadores durante más de un siglo.
Elsa Bragato
AMIGOS DE ARMAS
De Todd Williams. Con Miles Teller, Jonah Hill, Bradley Cooper, entre
otros. Música deCliff Martínez. Duración: 114 minutos.
BUENA. COMEDIA DIVERTIDA Y CÍNICA
Resulta divertida y, al mismo tiempo, con bastante profundidad este
encuentro entre dos amigos de la infancia, “David” (Miles Teller( y “Efraím”
(Jonah Hill), el primero con familia y pobre y el segundo sin familia pero con
mucho dinero. Todd Williams sale del género de “Qué paso ayer”, que tanto éxito
le dio, para meterse, aún con la misma mirada cínica y al mismo tiempo
divertida de la famosa saga, en un tema difícil: el contrabando de armas,
basándose en el caso de dos jóvenes que ganaron 300 millones de dólares por
vender armamento al Pentágono para los soldados americanos en Afganistán.
“Efraim” descubre una veta en las licitaciones del Pentágono y la
utiliza, hasta que, entre ellas, les surge la posibilidad de vender miles de
balas y de armas al Pentágono, una venta que no harían las industrias de armas.
A partir de esta premisa, el film gira en la relación entre los dos
amigos, en las consecuencias que la vida nueva de “David” trae en su hogar, y
en los riesgos que van creciendo al tener que tratar con contrabandistas y
mafiosos. El pago exorbitante del Pentágono los pone al filo de la investigación
y de la muerte.
La película entretiene de principio a fin, atrapa también porque el
tándem actoral tiene mucha química asegurando una comedia-thriller diferente.
Aún con algunos lugares comunes, asombra una vez más la naturalidad con que el
cine de Hollywood pone sobre el tapete los grandes fraudes o los graves errores
de muchos de sus ciudadanos sin que medie algún tipo de censura. Se habla, en
definitiva, de la ingenuidad nada menos que del Pentágono, de la debilidad que
tuvo en las licitaciones publicadas online, y en la inseguridad que queda
expuesta al no verificar quiénes, en este caso, vendían armas a los soldados
del ejército americano. Por esto, la comedia es buena y hasta muy buena,
diferente y atractiva.
Elsa Bragato
MIEDO PROFUNDO (THE SHALLOWS)
De Jaume Collet-Serra. Con Blake Lively, Oscar Jaenada, Angelo Josue
Lozano, José Manuel Trujillo, entre otros. Fotografía de Flavio Labiano. Música
de Marco Beltrami. Duración: 86 minutos.
MUY BUENA. PLAYAS PELIGROSAS
Desde “Tiburón”, hoy un clásico, surgieron películas (decenas…) donde
el mar y sus habitantes estremecieron a millones de espectadores, con mayor o
menor éxito. “Miedo profundo”, o bien “The shallows” o zonas bajas o poco
profundas, atrapa al espectador en 80 minutos de los 86 que tiene. Impresiona,
perturba, hace saltar de la butaca. La cercana playa, de aguas casi al ras se
opone al terror visceral que se genera.
El director catalán Jaume Collet-Serra es el mismo de “La huérfana”,
un thriller de ésos que se consideran “hitos”. Y maneja con escasos elementos
los sentimientos de la audiencia: unas pocas rocas a manera de isla, una
gaviota herida, una bella chica americana gran surista, un tiburón, una ballena
muerta, una boya gigante, un niño y una cámara de las llamadas “Gopro”. Con estos
elementos, arma una narración a la que no le hace falta nada, ni siquiera algún
momento melodramático como el mensaje que “Nancy” (la esbelta Blake Lively) le
deja a su padre y su hermana menor, o sus gritos de ayuda que son considerados
como saludos desde lejos.
La cierta previsibilidad (se sabe que los muchachos que andan en
cuatro por cuatro en la playa mexicana no la verán) produce una baja de la
tensión, cierto respiro en el espectador, pero hasta ahí porque Collet-Serra
tiene todo orquestado para que “Miedo profundo” sea lo que su título indica: un
miedo que se transforma en pánico, que obliga a aferrarse en la butaca para no
seguir saltando por los sustos, o bien a taparse los ojos para no ver cómo
“Nancy” se atraviesa la piel con unos puntiagudos aros para cerrar la tremenda
dentellada del tibiurón. Si les gustan las películas de género, ésta es una
imperdible, filmada en una paradisíaca playa de México. ¡Más que efectiva!
Elsa Bragato
EL APOSTATA
De Federico Veiroj. Con
Alvaro Ogalla, Barbara Lennie, Marta Larralde, Vicky Peña. Guión de Alvaro
Ogalla, entre otros. Duración: 80 minutos. Coproducción de España, Francia y
Uruguay.
REGULAR. LABERINTO
AGOTADOR
Un apóstata es quien
niega la fe cristiana. Suele ocurrir en la adultez cuando se reniega del
bautismo de nacimiento que es uno de los sacramentos de la Iglesia Católica.
Esta historia está
basada en episodios de la vida de un amigo del realizador uruguayo Federico
Veiroj , el madrileño ALVARO OGALLA, quien pasó por esa instancia de apostasía
por la relación con una prima y actos crueles de su infancia.
Es el propio Alvaro
Ogalla como el protagonista “Gonzalo Tamayo” quien actúa su propia vivencia
debutando en el cine como actor dado que en su país natal solo había trabajado
en áreas técnicas y de programación en la Filmoteca Española y en la sala de
proyecciones del Museo del Prado, entre otras tareas.
Dueño de una
espiritualidad ajena al Cristianismo, nuestro personaje lucha, insiste de
principio a fin en que la Iglesia debe borrar su bautismo. Reniega del mismo. Y
es la narración en sí misma que recorre esta travesía sobre la apostasía de
“Gonzalo”, a quien la religión heredada no le importa.
Veiroj realiza varios
fatigosos intentos por abordar el alma de “Gonzalo” quien cae una y otra vez en
la cama de su prima, enfrentándose a la institución eclesiástica que no es
permeable a sus pedidos. Es tan recurrente, tan circular el guión que tantas
idas y venidas provocan cansancio. Es un laberinto agotador.
Para el personaje, el
convencimiento –del que no sale en toda la película – es borrar el pasado para
aceptar su presente, borrar del alma aquello que le duele y perturba, pensando
que, con arrancar la hoja donde está el Acta de Bautismo, se solucionará. Se
olvida de su propia alma y de las huellas que han quedado en ella, imborrables.
Por supuesto, es un tema existencial, hace a la vida misma, pero el director no
va más allá de las tribulaciones con los sacerdotes que tiene “Gonzalo”, las
peleas, las discusiones. El ámbito del alma queda reservada para mejor ocasión.
La película recorrió ya
ocho festivales: San Sebastián, Rotterdam, Zurich, San Pablo, Mar del Plata,
entre otros. Y ha tenido diferentes aceptaciones. El gran problema del guión y
de la narración, que pudo superar lo escrito con una cámara más inquieta, es la
superficialidad. No caben dudas de que pudo tomar un camino más serio y
profundo, atentos a la inquietud humana sobre las virtudes, los pecados, las
pertenencias, la vida y la muerte. Mucho ruido, pocas nueces partiendo, y esto
hay que destacar, de una idea que prometía mucho.
Carlos Pierre