JUEVES 9
DE MAYO DEL 2013.
Hay cinco
estrenos en Buenos Aires. No comentamos “En otro país”, que se ofreció en el
reciente BAFICI ni “Spring Breakers”.
PENSÉ QUE
IBA A HABER FIESTA
Guión y
dirección: Victoria Galardi. Con Valeria Bertuccelli, Elena Anaya, Fernán
Mirás, Esteban Bigliardi, Esteban Lamothe y Abigail Cohen. Música del Niño
Josele. Duración: 84 minutos.
REGULAR.
MUY BUENA TÉCNICA PARA UN ARGUMENTO MUY FLOJO
Victoria
Galardi nos ofrece su tercer largometraje (Amorosa Soledad y Cerro Bayo los
anteriores films) con una gran actriz como pivot, Valeria Bertuccelli y un
notable actor como contrapartida, Fernán Mirás. Ex pareja en esta ficción que
deberá enfrentar el enamoramiento de este hombre son su mejor amiga, interpretado
por la dúctil y encantadora española Elena Anaya.
No hay
elementos argumentales que puedan atraernos, y lamentamos decirlo, en este
film, cuyos parlamentos se reducen a lo más elemental, a describir lo que los
personajes están haciendo, sin apelar a ninguna profundidad psicológica.
Por lo
que resulta, obviamente, un film infinitamente largo para el espectador que no
ve estallar el conflicto.
Los rubros
técnicos son impecables. Galardi se mueve perfectamente en la narración
audiovisual, que es consistente. Sin embargo, el argumento es trivial y los
parlamentos no tienen sustento alguno, terminan por aburrir.
Se pierde
tiempo en la ubicación de la amiga en el hogar, para que disfrute de la piscina
mientras los dueños de la casa salen por unos días. El baile de Anaya frente a
cámaras resulta, por su duración, excesivo.
Vamos a
dar algún ejemplo: los ingresos del jardinero (Esteban Lamothe) nos informan sobre
cómo se corta el pasto y se arregla el motor de la piscina. Se espera un
“click” que mueva a los actores hacia algo diferente que no sea tomar sol, pero
no aparece, no existe. Además, la pasión que surge entre el ex y la amiga
carece de fuego, de “pathos”, es previsible. Y las escenas en la piscina no nos
dicen nada. Claro que es fácil criticar desde este lado y no con cámara en
mano. Pero con ojos acostumbrados a ver acción, montajes ágiles, el nuevo film
de Victoria Galardi no nos convenció, especialmente por los diálogos, triviales
y sin fuerza alguna. Damos otro ejemplo: el de la fiesta de fin de año en un
barrio paquete, casas lindas, gente con automóviles importantes, alguno con
afición a la cocaína, y vemos la ubicación alrededor de la mesa, qué quieren
comer, la presentación de la joven amiga, el posible “enganche” con un amigo, y
la irrupción de Fernán Mirás, no invitado, al lugar, donde sí pudo existir
un conflicto de fondo. No pasa.
Sin duda
alguna, el título alude a una fiesta de la amistad que no se dio. Muy poco,
para justificar un título. Se esperaba mucho más. E insistimos en que Victoria
Galardi maneja técnicamente la narración con sabiduría. Falló el guión.
Elsa
Bragato
ATAQUE A LA CASA
BLANCA
De Antoine
Fuqua. Con Gerard Buttler, Aaron Eckhart, Morgan Freeman, entre otros.
Música de Trevor
Morris. Duración: 120 minutos.
BUENA. ENTRETENIMIENTO
PURO
Que
un grupo armado y altamente entrenado tome el edificio de la Casa Blanca y
tenga como rehén al propio presidente de los Estados Unidos, que incendien la
Casa Blanca cuyo único antecedente fue en agosto de 1814 por los británicos (luego
de su triunfo en la batalla de Bladensburg), que reclamen el retiro de la flota
naval americana y las tropas estacionadas en Corea del Sur, que anulen todos
sus misiles, no es tan inverosímil si tenemos en cuenta los hechos más
recientes en el maratón de Boston y las amenazas de destrucción masiva de Corea
del Norte, país con el que Estados Unidos ya ha mantenido enfrentamientos
bélicos.
El
realizador Antoine Fuqua, el mismo de la impactante “Día de entrenamiento”, ha
sabido imprimirle a este film una intensidad y un gran verismo, además de una
acción expuesta con vigor e ininterrumpida. Aquí el presidente de los Estados
Unidos, encarnado por Aaron Eckhart (entre otros, el film Erin Brockovich) es
tomado como rehén por un guerrillero coreano al mando de un grupo sofisticado y
dispuesto a todo. Su puesto es ocupado por Morgan Freeman como el vocero máximo
del país, y el protagonista, Gerard Butler ( 300) es el agente federal, caído
en desgracia ante el presidente, que conoce al dedillo los sitios y
entretelones de la Casa de Gobierno, y es el que se constituirá en un defensor
de la patria. Y lo que pareciera ser una aparatosa bravuconada de este agente
federal termina siendo el líder de todo un pueblo que lucha por su país, por su
bandera, mientras e los alrededores las fuerzas militares se debaten sin
tregua.
Un
despliegue impresionante de grupos de elite son fotografiados, manteniendo en
vilo a los espectadores que tal vez no han perdido su capacidad de asombro en
un mundo globalizado y violento, donde un hecho puede repercutir a la distancia
con incalculable destrucción. La tecnología puesta al servicio de este guión
patriótico, ultranacionalista, es fantástica y, si dejamos de lado la sonrisita
fácil de “otra de yanquis”, vamos a pasar dos horas con máxima adrenalina y
entretenimiento. Se trata de una alucinante ficción.
Carlos Pierre
EL ULTIMO EXORCISMO PARTE
II
De Ed Gass-Donnelly, producida por Eli Roth,
con Nell Sweetzer, Julia Garner, Andrew Sensenig, Cristina Franco, entre otros. Música de Michael
Wandmacher. Duración: 87 minutos.
BUENA. TERROR
REFINADO Y FATAL
Esta segunda parte, contradiciendo la frase de “segundas partes nunca fueron buenas”, se sustenta en un
tratamiento más pausado del terror, pero haciendo prevalecer aquello de ‘itus et reditus’ que le confieren a
este film del afamado
productor de terror Eli Roth, quien deslumbró y apasionó a los seguidores del género con
el film ‘Hostel’ (tremendo), teniendo
el
padrinazgo de Quentin Tarantino. Estamos frente
a un
cuento de terror más depurado, haciendo gala de un encuadre inteligente, apoyado
en una fotografía basada en la pletórica y
particular geografía de Luisiana, con el
fuerte
rasgo afro en las costumbres y las
creencias esotéricas y con la vistosidad de su carnaval perenne.
Eli Roth declara que, aún siendo judío, considera al exorcismo como algo real que se practica en distintas partes
del mundo y en todas las religiones, por eso él siente una gran atracción por
este tema. Roth afirma que
le
gusta asustarse con las películas
dado que la violencia en la pantalla provoca catarsis en los millones de
seguidores del género. Para Roth, es una forma de que todos saquemos la
violencia que llevamos adentro.
En esta segunda parte, el exorcismo practicado por un ministro evangélico no ha producido el
efecto deseado, o sea el alejamiento
definitivo del demonio y de sus fuerzas malignas y revulsivas. Por este motivo, la vida de Nell Sweetzer, encarnada por la
actriz Ashley Bell, no volverá
a ser la misma y, a pesar de
reconstruir su existencia, ahora sola y con la carencia de recuerdos, pronto se
verá acosada por el demonio, extremadamente abandonada y alojada en un
instituto de rehabilitación, con compañeras no confiables.
Lo que pareciera ser, a primera vista, una
lenta introducción al terror, no es más que una lograda elaboración de las
escenas más truculentas, sin caer nunca en lo grotesco. Se presenta el miedo casi de manera corpórea y hay
un repentismo de la mano de una fotografía refinada, rasgo no siempre presente en este género. Para aterrorizarse
gradualmente en una Nueva Orleáns
llena de hechizo con un film que supo encontrarle la vuelta al tema.
Carlos Pierre