JUEVES 19 DE JULIO DEL 2012.
Hay solo tres estrenos. No comentamos el documental “Nicaragua… el sueño de una generación”, de Roberto Persano y Santiago Nacif.
EL DICTADOR
De Larry Charles. Con Sacha Baron Cohen, Anna Faris, Ben Kinsgley, entre otros. Música de Erran Baron Cohen. Duración: 88 minutos.
BUENA. SÁTIRA POLÍTICA SIN TAPUJOS. SACHA BARON COHEN PROVOCA AL SISTEMA
Sacha Baron Cohen es el nuevo humorista político del primer mundo. En “El dictador”, hace la parodia llana de un mandatario de Medio Oriente, con muchas similitudes a Saddam Hussein. Hay ingenuidad y desparpajo en el personaje que el actor judío no abandona ni siquiera para las entrevistas. Se trata de “Aladeen”, líder de “Wadiya”, que viaja a Nueva York para presentarse en un especial “Summit” de las Naciones Unidas.
Y, en ese viaje, secundado por su mano derecha que encarna un desinhibido Ben Kinsgley, se producen hechos que dejan al descubierto su alma sanguinaria, en clave de humor y bastante alejado de la escatología de sus dos filmes anteriores, Borat y Brüno. Una joven, que vive en Brooklyn (la eficaz Anna Faris), lo salva de las guerras de la policía neoyorquina porque cree ver en él al “opuesto” a Aladeen, en medio de una manifestación en contra del tirano.
Por suerte, dado el humor llano, directo y sin vueltas de Baron Cohen, en esta película no echa mano de la escatología; en todo caso, hay insinuaciones que no molestan a nadie, ni a quienes aman estas secuencias ni a quienes no nos gustan directamente.
El film tiene un corte clásico, una narración sin afectaciones y su base fundamental está en los diálogos y, en forma especial, en los parlamentos de “Aladeen” donde el alma tiránica y sanguinaria se traduce en expresiones que su ocasional salvadora no comprende y, en todo caso, intenta aceptarlo como “errores” de ese hombre que se presenta desvalido.
Hay un machismo acendrado del que Sacha Baron Cohen se burla como en la secuencia en la que ayuda a dar a luz a una mujer y, cuando ve que es una nena, pregunta por el tacho de basura. Espartano, si se quiere (en Esparta, se echaban a los chicos con alguna presunta deformación en las bocas de los volcanes. Si era una nena, mucho mejor).
Sacha Baron Cohen se desdobla en otros personajes, por lo que su protagonismo es casi absoluto aunque no cansador. Compone también a los “dobles” de su “Aladeen”, que no deben ser inteligentes sino morir por él: se los elige para que sean blancos de los francotiradores que nunca faltan en las presentaciones del tirano Aladeen. En cuanto a escenas subidas de tono, no llegan a ser tales sino que es un humor adulto “triple X” sin caer en la obscenidad.
La crítica a la política exterior de USA es frecuente, así como la crítica a todo tipo de tiranía y sus consecuencias, dentro del sarcasmo y la sátira política. Hay diálogos sin hipocresía en los que la llaneza de los parlamentos, entendiendo esto por lenguaje directo, nos asombra pero nos saca una carcajada porque allí está lo que no se dice y todos sabemos. Para pasar un buen momento, sin mucho escándalo.
Elsa Bragato
LOS TRES CHIFLADOS
De Bobby y Peter Farrelly. Con Sean Hayes, Will Sasso, Chris Diamantopulos, Larry David, entre otros. Música de John Debney. Duración: 92 minutos.
BUENA. SIMPÁTICA RECREACIÓN DE TRES GRANDES DEL HUMOR
“Los tres chiflados” alegraron la niñez de hace 60 años cuando aparecieron en los cines de variedades en 1951 en episodios de 16 minutos. En Buenos Aires, eran los artistas exclusivos del desaparecido cine Porteño, ubicado al lado del teatro El Nacional, hoy una galería. Entonces la violencia entre los tres hermanos era motivo de risa. Hoy merece ser explicada al final del film por ser un tema que sacude a la Humanidad. Esta producción de films se extendió hasta 1958 y, con menor frecuencia, subsistió hasta 1970. Aquellos “Tres chiflados” surgieron en el teatro en la década del 20. Primero fueron los hermanos Samuel y Harry Moses Horwitz, los futuros “Shemp” y “Moe” y, con el tiempo, Jerome Lester Howitz que fue “Curly”. Mientras tanto, se sumó a ellos un amigo, el actor Ted Headley quien, de alguna manera, creó el primer trío.
La película de Fox que se estrena nos presenta a los tres hermanos llegando como bebés a un orfanato. De allí en más, las maldades que los caracterizan provocarán no poco estupor entre las monjas. Hay que destacar a una de las “hermanas”: se trata del actor Larry David que compone a Sister Mary-Mengele quien, a pesar de su férreo carácter, caerá en las torturas de los tres chiflados.
El film consta de tres partes, de poco menos de media hora cada uno, presentándose una unidad argumental: las travesuras de los chicos, las consecuencias de éstas y la búsqueda de una solución económica para el lugar que debe afrontar 830.000 dólares, deuda generada por los hermanitos y sus destrozos.
El logro del film no está en su narración, que es bastante apocada y hasta sin gracia, sino en el espíritu de Los Tres Chiflados que se ha logrado rescatar así como en el trabajo impecable trío actoral. Hoy en día llaman la atención los “piquetes” de ojos y los martillazos en la cabeza sin que pase nada, algo que será explicado al finalizar el film, si bien generan un par de secuencias muy graciosas como la de la campana del hospicio y su restauración. Y le añadimos el “aggiornamiento” de los Farrelly que incorporan un “reality” televisivo del que involuntariamente participará Moe para felicidad de todos.
El film es simpático, nos devuelve el espíritu original de los cortos (fueron 190 en total) de Los tres chiflados y permiten el renacimiento de tres grandes cómicos del siglo XX casi símiles de los auténticos “stooges”. Para pasar un buen momento.
Elsa Bragato