JUEVES 12 DE MAYO DEL 2011.-
Hay seis estrenos en fílmico. No comentaremos Winnie the Pooh ni el documental argentino De artistas y de locos, sobre los artistas del Borda.
QUE LA COSA FUNCIONE
De Woody Allen. Con Larry David, Evan Raquel Wood, Patricia Mckean, entre otros. Música de la época del swing. Duración: 92 minutos.
MUY BUENA. CUANDO LA FATALIDAD ES LO QUE FUNCIONA
Estamos ante la película número 39, de las 42 que realizó Woody Allen con la que está presentando ahora en Cannes. Nos faltaba verla: Whatever Works, o Que la cosa funcione, es el título. Otra vez en Manhattan, Woody Allen toma al protagonista, encarnado por el actor Larry David, como su alter ego, y se explaya ante cámaras hablándole directamente al espectador. Descarga su pesimismo, su misantropía, su angustia, su ateísmo.
Nada ni nadie se salva de la provocación de Boris Yellnikoff, el descarnado personaje de Larry David (tan reconocido por sus trabajos en las series Seinfeld y Curb Your Enthusiasm), hiriente y corrosivo. Todo le ha ido mal, nada funcionó ni funciona, es un derrotado profesor de física cuántica que estuvo “ahí” de ganar el premio Nobel pero lo perdió, pero se considera un genio.
Su diatriba incluye a todos: los judíos, los negros, los católicos, la música electrónica, los jóvenes. “Algo” le podría funcionar, pero parece que no: hasta tiene intentos de suicidio pero sigue vivo. Una ocasional relación con una mujer joven (Patricia Rachel Wood, la hija distanciada de Mickey Rourke en “El Luchador”) termina en casamiento, tampoco afortunado. Boris vive en un constante estado de pánico y desconfianza de los hombres, sigue analizando el Cosmos y su futura extinción y su verborragia consume su vida y la de quienes lo rodean, viviendo secuencias extravagantes a cargo de los padres de su vapuleada joven esposa.
Hay un logro en este film y es que el protagonista hable directamente con el espectador, estableciendo una complicidad propia del teatro. No hay que olvidar que este film fue un guión escrito por Allen en los 70 para ser realizado en Broadway, algo que no se concretó. Como indica el título casi como súplica: que algo funcione.
La fotografía es buena pero clásica, no hay un intento de sorprender con la narración. Los diálogos son agudos, en realidad, monólogos del protagonista donde se sintetiza todo el pensamiento de Allen, pesimista epicúreo porque no se niega los placeres pero, en el fondo, los maldice. La banda sonora es el jazz de otros tiempos. El entorno es Manhattan, tan amada por Woody Allen. Hay humor corrosivo, hay ideas, hay sustancia, y menos artificio cinematográfico, lejos de La rosa púrpura de El Cairo o de Match Point. De todas maneras, produce regocijo en el alma, nos saca una sonrisa y de vez en cuando una carcajada. Ni la mejor ni la peor película de Allen.
Carlos Pierre
MUJERES AL PODER
De Francois Ozon. Con Catherine Deneuve, Gerard Depardieu, entre otros. Música de Philippe Rombi. Duración: 103 minutos.
BUENA. LA MUJER-ADORNO ROMPE LOS MOLDES
Francois Ozon se basa en la exitosa obra teatral “Potiche”, de Barillet y Grédy, que se representara en Buenos Aires en los 70 (Mirtha Legrand). Potiche es un objeto decorativo, puede ser un jarrón bello pero sin valor ni practicidad. Es el sentido que, inicialmente, se le da a una mujer que vive a la sombra de su marido, encarnada por Catherine Deneuve. Su marido es el dueño de una fábrica de paraguas (reminiscencia de aquella maravillosa Los paraguas de Cherburgo, de Demy). Su ausencia por motivos de salud (emprende un crucero de placer) y el reencuentro de este “potiche” de mujer con el ex delegado laboral, a cargo de Gerard Depardieu, un ocasional amante años atrás, provocan el click argumental para que la historia tenga un vuelco. Es la mujer, ese potiche, quien deberá manejar la empresa y solucionar los problemas laborales, aún con sus extravagancias de ama de casa rica. El sentido de la obra responde a los cambios sociales de la década del 60, cuando la mujer iniciaba su arduo camino de liberación.
A pesar de la libre adaptación de la obra ajustándola a los actuales cánones del cine, se percibe la férrea estructura teatral. Sin embargo, no desmerece al film sino que Ozon logra una ágil y picante comedia al mejor estilo francés.
Un párrafo aparte merece la música original de Philippe Rombi con una brillante orquestación, alimentada por una gran orquesta. El triángulo prestigioso que conforman Francois Ozon, Gerard Depardieu y Catherine Denueve, sostienen esta comedia y la transforman en un entretenimiento eficaz, en momentos de virulencia visual en los cines.
Carlos Pierre
PODER QUE MATA
De Doug Liman. Con Naomí Watts, Sean Penn, Sam Shepard, entre otros. Música de John Powell. Duración: 106 minutos.
BUENA. ESCRACHE A BUSH SIN MEDIAS TINTAS
Entre la política y el amor transcurre la vida de Valerie Plame, encarnada por Naomí Watts, la agente de la CIA que descubrió la inexistencia de un plan nuclear en Irak que justificara la guerra iniciada por Bush. Su marido es Joe Wilson, a cargo de Sean Penn (siempre creíble, eficaz) ex embajador en Irak, es enviado por la CIA para corroborar aspectos de la investigación de su mujer. Ambos caen en la “trampa Bush-CIA” y son condenados públicamente de manera atroz.
Esto produce un vuelco en la trama: de ser un film de suspenso político (no policial) pasa a ser el drama de un matrimonio que ve perder sus sueños de amor por las mentiras instaladas en la opinión pública por Bush y sus seguidores.
Está claro que Sean Penn no es republicano y su filiación demócrata y su actitud antibelicista están manifestadas en cuanta película ha podido reflejarlo. Y aquí pone toda su garra en demostrar que Bush mintió, que usó a gente leal y honesta en sus trabajos, aún los de espionaje (que no nos caen bien a la mayoría), para llevar a cabo una guerra en Irak por el petróleo y no para salvaguardar el honor americano por el atentado a las Torres Gemelas. Que tanta muerte la usó en su provecho político y personal. Y que en este uso de su propio pueblo no tuvo miramientos ni para destruirlos a nivel laboral ni como personas.
La narración del film es clásica, no presenta mayores sobresaltos sino que se esmera por desentrañar el dolor de un hombre y una mujer que se ven destruidos por un poder que aniquila sin piedad. Desde este punto de vista, el film parece más discursivo que “activo”. Sin embargo, cala hondo y deja un mensaje que, aunque previsible, es bueno recordar siempre. Sí llama la atención en esta parte del mundo que se pueda hacer un film tan abiertamente condenatorio, sin que ninguno de los realizadores ni actores sufran persecución alguna en su país. Hay que aprender, entonces, que esto sí es libertad de expresión.
Elsa Bragato
VIENEN POR EL ORO, VIENEN POR TODO
Documental argentino-boliviano de Pablo D’Alo y Cristian Harbaruk. Música de Alejandro Teran, Martín Bosa, Juan P. Mendoza, Pablo D’Alo Abba. Duración: 83 minutos.
BUENA. DOCUMENTAL INTERESANTE SOBRE LA EXPLOTACIÓN MINERA EN ESQUEL
Hace una década, en Esquel, una empresa canadiense obtuvo los derechos de extracción de oro y plata en minas a cielo abierto, es decir, fragmentando la montaña con explosivos y utilizando una enorme cantidad de agua que dejan contaminada con cianuro en pleno medio ambiente. En un principio, resultó una tentación laboral para la población, que vivía por debajo de los límites de la pobreza.
No obstante, un buen día la sociedad local se despertó y, mediante un plebiscito, rechazó la instalación de la empresa, a pesar de la injerencia del poder económico-político, provocando la renuncia del gobernador.
El documental de los realizadores Pablo D’Alo Abba y Cristian Harbaruk tiene un ritmo ágil y abarcativo que lo transforma en muy atractivo para el espectador. Pudo ser un documental parcial, sin embargo, no obviaron las dos facciones en pugna dentro de la población ni los diversos aspectos de la comunidad patagónica. Solo, creemos, faltó una explicación más técnica y fundamentada de los efectos nocivos de la explotación minera a cielo abierto.
Se trata de un muy buen trabajo, multipremiado, de rabiosa actualidad para nuestro país porque sigue vigente este emprendimiento y hay varios más en otras provincias argentinas.
Carlos PIerre