PANTALLAZOS (CRÍTICAS DE BRAGATO Y PIERRE)

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jueves, 21 de abril de 2011

EL HOMBRE QUE PODÍA..., UNA ESPOSA DE MENTIRA, HOP REBELDE SIN PASCUA, LA CHICA DE LA CAPA ROJA, CRUZADAS, ESTRENOS JUEVES 21 ABRIL, BUENOS AIRES


JUEVES 21 DE ABRIL DEL 2011.
Hay seis estrenos, dos nacionales. No comentaremos “El gato desaparece” por no haberla visto.
EL HOMBRE QUE PODÍA RECORDAR SUS VIDAS PASADAS
De Apichatpong Weerasthakull. Con Thanapt Saisymer, entre otros. Duración: 114 minutos.
MUY BUENA. ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA
Weerasthakull se llevó el mayor premio del festival Cannes, cuyo jurado estuvo presidido por Tim Burton, y desató polémica en las mentes occidentales de muchos críticos. Este film, de extenso título, nos ubica en el final de la vida de un hombre que padece problemas renales y debe someterse a diálisis pero es un enfermo terminal. “Boomee” es su nombre. Decide entonces ir a la frondosa jungla tailandesa y terminar sus días allí. Esta transición de la vida a la muerte está magistralmente narrada por Weerasthakull porque explicita la relación de Boomee con sus fantasmas, con los seres que ya no están como su mujer, y la convivencia con ella y otros seres extraños, humanoides que vienen del más allá. Todos conviven porque, evidentemente, es la convivencia que tiene Boomee en su mente y en su espíritu en ese momento terminal de su vida con el más allá. Todo se desarrolla terrenalmente si bien Boomee y sus cuidadores son seres de carne y hueso y el resto son fantasmas. Boomee busca el lugar para partir, de la misma manera que lo hacen los animales, de extraordinaria intuición, como las palomas, los gatos, los perros que, de no ser por los humanos, morirían en soledad. He aquí la muerte como un acto solitario no solo porque le acontece a uno mismo sino porque es un acto de ámbito privado.
El valor narrativo de Weerasthakull está en desentrañar lo críptico de una situación final enraizada con la religión budista: fue capaz de narrarlo, de explicarnos con imágenes qué pasa en el corazón de un enfermo terminal con determinadas características culturales cuando debe aceptar su muerte y, para ello, se prepara.
 Como aditamento especial está la fotografía de esa jungla tailandesa, exuberante, que contrasta con la simpleza de la casa de Boomee. Nos queda, sí, una secuencia simbólica y es la inicial, la del buey que se escapa y es capturado nuevamente, tal vez una alegoría? Sobre la voluntad de escapar de la muerte, que siempre nos gana, nos recaptura. Tal vez.
Es cine-arte, se da en cinco salas solamente y es una buena oportunidad para ver un film con grandes valores artísticos frente a la mediocridad reinante tanto en el cine nacional como en el extranjero en general. Estamos dentro del “género metafísico” que en Oriente tiene notables realizadores y seguidores.
Carlos Pierre
UNA ESPOSA DE MENTIRA
De Dennis Duggan. Con Adam Sandler, Jennifer Aniston, Nicole Kidman, entre otros. Duración: 110 minutos.
REGULAR. “SITCOM” BASADA EN “FLOR DE CACTUS” SIN PASIÓN
En 1969 Ingrid Bergman era la “Flor de Cactus” que Walter Matteau conquistaba finalmente. Entonces, el personaje era un odontólogo y la recepcionista, una solterona. Ahora Adam Sandler compone a un cirujano plástico y su ayudante es una divorciada con dos hijos, papel que encarna Jennifer Aniston. Los dos actores son duchos en la comicidad y esto se nota. Sin embargo, el tono del film, ese transcurrir narrativo sin pasión, lo tornan previsible y le dan la calificación de regular.
Este cirujano plástico utiliza un anillo de casado, si bien está divorciado, para poner límites a las ansias amorosas de cualquier mujer. Una noche y nada más. Cuando todo se le complica, recurre a una esposa falsa, su asistente que es la rubia o ¿castaña? Jennifer Aniston. Los parlamentos entre Aniston y Sandler resultan simpáticos porque ambos tienen muchísimo oficio.
La aparición de Nicole Kidman como la ex, nuevamente casada, no aporta nada y, en realidad, desilusiona porque Kidman está muy lejos de ser la frágil rubia que conocimos. Se ha teñido las cejas de castaño oscuro por lo que su bellísimo rostro, con mucho botox, se ve endurecido, perfecto, sí, pero con rasgos duros.  No obstante, los diálogos con Sandler y Aniston son también simpáticos.
Es decir, como remake de Flor de Cactus, un film y un título de colección, es muy pobre. Además tiene varios cambios como apuntamos. Hay oficio actoral y una dirección narrativa de taquito, a la manera de una sitcom para la tevé.  He aquí el gran error. Si la ve, no la va a pasar mal. Pero desde el punto de vista cinematográfico, es un producto mediocre.
Elsa Bragato
HOP, REBELDE SIN PASCUA
De Tim Hill. Con James Marsden, Kaley Cuoco, Gary Cole, David Hasselhoff, entre otros. Duración: 95 minutos.
REGULAR. UN CONEJO BATERISTA EN LUGAR DE ARDILLAS PARA LAS PASCUAS
Ni bien se enciende el proyector, nos damos cuenta de que estamos frente a una versión unipersonal y masculina de Alvin y las Ardillas, film en el que interactuaron actores de carne y hueso y muñequitos de computación. Por lo general, este tipo de películas se estrenan para las Navidades y, es cierto, faltaba la versión específica para las Pascuas. He aquí esa versión: en lugar de Navidades, las Pascuas.
Sin el 3D, ¡finalmente!, la empresa Illumination encara una versión trajinada de una familia de conejos que viven en Rapa Nui y tiene un túnel suboceánico que los conecta directamente con Hollywood. La fábrica del conejo padre en Rapa Nui, multicolor, fantástica, tiene fuentes de confites y un ordenado “ejército” de pollitos va armando los huevos de pascua (“manía” de Hollywood de recrear símiles de los campos de concentración nazis). El heredero de la empresa es Hop quien se escurre por el túnel para buscar en Hollywood su futuro como baterista y allí se encuentra con Fred (Marsden), un treinteañero que no consigue trabajo.
Enredos en casas fastuosas y la posibilidad de que el protagonista toque la batería son ingredientes visuales y musicales agradables pero nada más. Finalmente, el “pollo” mayor se adueña de la fábrica y entre Fred y el conejo baterista deberán salvar al empresario-papá y la fábrica de huevos de pascuas para la Semana Santa.
El film le va a gustar a los más chicos, no deja de ser una versión masculina de Alvin y las Ardillas, la misma estructura con menos personajes animados, el mismo objetivo (el musical) y la novedad de pensar específicamente en Semana Santa y no en Navidad. Por lo demás, no es un film con méritos en la animación como para calificarlo de bueno o muy bueno. Para los más chiquitos, no está mal.
Elsa Bragato
LA CHICA DE LA CAPA ROJA
De Catherine HArdwicke. Con Amanda Seygried, Gary Oldman, Julie Christie, entre otros. Duración: 105 minutos.
REGULAR. MUCHA PRODUCCIÓN PARA UNA HISTORIA QUE SE DESMADRA
La ambientación de este film es fantástica. La primera toma secuencia nos recuerda a Robert Wise, esa búsqueda por cadenas montañosas nevadas para ir, en vuelo escarpado y circular, recayendo en una villa que puede ser medieval. O bien atemporal.
Luego está la luna llena y un pueblo azotado por lobizones que aparecen y matan animales y personas. La caperuza roja la va cosiendo, pacientemente, la abuela de Valerie, la siempre bella Amanda Seyfried, a cargo de Julie Christie a quien la hacen posar como “loba”: “Abuelita, ¿qué grandes ojos tienes!” y una cámara con lente de aumento enfoca despiadadamente los ojos de Christie. “Abuelita, ¡qué boca grande tienes!” y la cámara vuelve a ese primerísimo primer plano con aumento sobre los dientes de la siempre bella Christie, escenas que motivan risa. ¿Será ella el “lobo”? Confusión. Por lo tanto, es llamado un “cazalobos” a cargo de Gary Oldman, brutal, despiadado y hasta desagradable, que debe cumplir con su objetivo pero no queda nada en claro si lo cumple o qué pasa en definitiva. El símbolo está en la caperuza roja que un buen día la abuelita Christie le regala a su nieta Seyfried; presagio de dolor, de muerte. Mucho presagio, mucha nieve, mucho escenario bien armado y atractivo, pero nada más.
La película se queda en el magnífico color rojo púrpura de la capa de Valerie, en el bellísimo rostro de Seyfried, en un Gary Oldman “congelado” en el desarrollo de su personaje y en dos jóvenes que se disputan el amor de la joven, como en Crepùsculo, el anterior film de la directora. ¿El padre de Valerie? ¿Quién es ese lobo tan ficticio que habla? ¿Qué significa tanto calificado elenco para personajes sin desarrollo? Hay producción, hay fotografía, hay elenco. No hay guión.
Elsa Bragato
CRUZADAS
De Diego Rafecas. Con Enrique Pinti, Moria Casán, Nacha Guevara, Willy Lemos, Chachi Telesco, Tomás Fonzi, Carlos Belloso, Hernán Caire, entre otros. Música de Damas Gratis y Peperina en Llamas. Duración: 94 minutos.
MALA. DEMASIADO POCO PARA TAMAÑO ELENCO
Conocimos a Daniel Rafecas en Buda, luego en Paco y Rodney, y ahora llega con “Cruzadas” donde intenta la comedia dramática y picaresca sin lograrlo. Es la séptima película de Rafecas; en las anteriores, trazó con coherencia un estilo no convencional con rasgos sustentables, armónicos.
En el caso de “Cruzadas” desperdició la valiosa reunión de artistas con gran trayectoria como Enrique Pinti, Nacha Guevara, Moria Casán, Carlos Belloso, entre otros que poco y nada pueden hacer para salvar el previsible naufragio de este proyecto, plagado de lugares comunes.
Enrique Pinti es el titular y socio fundador de un megaholding mediático, que recuerda mucho al grupo Clarín. Tiene dos hijas, una de un matrimonio legal a cargo de Moria Casán y la otra, no reconocida, fruto de una relación con una mucama, encarnada por Nacha Guevara. Las dos mujeres se cruzan, se conocen, en el velatorio del padre y allí surge la participación en el holding de ambas. Moria Casán es la empresaria ambiciosa y Nacha Guevara solo tiene interés en el mundo de la cumbia.
El argumento gira en torno a la reunión de las dos hermanas cuando el mundo de  la bailanta de González Catán copa la clase alta de San Isidro. Para eso, Rafecas llena la pantalla con personajes secundarios que no aportan nada a la historia en sí y con groserías y frases que hemos oído hasta el hartazgo. “Cruzadas” es un paso en falso en el repertorio singular de Diego Rafecas, cuyo mundo transcurre dentro de otras coordenadas y no de las que optó aquí para llegar a un cine más comercial.
Carlos Pierre