PANTALLAZOS (CRÍTICAS DE BRAGATO Y PIERRE)

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jueves, 5 de abril de 2012

EXTRAÑOS EN LA NOCHE, EL CONSPIRADOR, TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN, NOSOTRAS SIN MAMÁ, EL PRÍNCIPE DEL DESIERTO, ESPEJITO ESPEJITO, JUEVES 5 DE MARZO

JUEVES 5 DE ABRIL DEL 2012.

Hay 7 estrenos. No comentaremos la producción uruguaya Reus.

EXTRAÑOS EN LA NOCHE

De Alejandro Montiel. Con Diego Torres, Julieta Zylberberg, Fabián Vena, Ludovico Di Santo, Laura Conforte, Betiana Blum, entre otros. Música de…. Duración: 93 minutos

BUENA. COMEDIA LIGERA QUE OSCILA ENTRE EL ROMANTICISMO Y EL POLICIAL

Diego Torres regresa al cine luego de más un lustro con un protagónico de tono circunspecto, lejano del de Entre Rejas. Lo acompaña la excelente Julieta Zylberberg. Ambos componen una pareja musical desigual, él es pianista clásico y ella una cantante popular, que desea triunfar en una banda de rock “indie”. El solo aspira a componer una sinfonía.

En un principio, estamos frente a una comedia romántica. Sin embargo, un hecho misterioso que ocurre en el departamento de arriba de donde vive la pareja protagónica los convierte en detectives de un supuesto crimen. La historia tiene mucho enredo argumental, entretenido, con gags mesurados, y del romanticismo pasa a un thriller policial. Mientras ocurre, la vida habitual transcurre, apareciendo en escena Fabián Vena, un empresario que intenta seducirlos con propuestas profesionales muy exageradas.

Alejandro Montiel, el realizador, viene del cine independiente y, en este caso, también escribió el guión. Sus films anteriores fueron esencialmente documentales (Chapadmalal y compartió la dirección de Las hermanas L, entre otras producciones) y, en el caso de Extraños en la noche, se observa cierta ausencia de un guión más sesudo (los documentales suelen basarse en los protagonistas y sus historias contadas a cámara), o más elaborado. Es demasiado lineal aunque no por eso pierda efectividad a la hora de ver a Diego Torres de regreso en la pantalla grande.

Diego Torres compone a Martín y es la contracara del cantante exitoso que sí es en la vida real. Sol es el personaje de Julieta Zylberberg. Y le hemos encontrado un tufillo a Los Fabulosos Baker Boys en algunas secuencias, aunque el argumento no tenga nada que ver con la producción norteamericana.

Técnicamente, la película está muy lograda especialmente en las escenas nocturnas, que abundan e impregnan la trama de la tensión necesaria para atrapar al espectador por momentos. El clima creado por Montiel es muy bueno, inquietante, generando zozobra como para atraer al público. En sí, la pareja protagónica a través de sus respectivos roles (Martín-Sol) se hace querible por la bonhomía que encarnan. Y obviamente la música que tiene un lugar especial en una determinada secuencia, a descubrir por el amigo lector.

Carlos Pierre

TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN

De Lynne Ramsay. Con Tilda Swinton, John Reilly y Ezra Miller, entre otros. Música de Jonny Greenwood. Duración: 112 minutos.

MUY BUENA. DESCARNADO DRAMA SOBRE EL COMPLEJO DE EDIPO

Estamos frente a un film muy fuerte, de terror doméstico, donde se analiza el complejo de Edipo con sus peores consecuencias. Es también un análisis social de cómo enfrentar situaciones límites cuando un hijo nace con perturbaciones mentales profundas o inmanejables para los padres. En el caso del film, el guión se basa en una familia constituída por una mujer autora y editora de guías de viaje, a cargo de la gran actriz Tilda Swinton, casada con un fotógrafo de publicidad. A los 40 años, y tras no pocas dudas, decide tener un hijo, Kevin, encarnado por el joven Ezra Miller. El niño tendrá una semilla de maldad infrecuente y aterradora que irá subiendo de decibeles a medida que avanza la narración.

La presentación del caso es un tanto perturbadora en el comienzo, pero deja todos los hilos que luego se irán cerrando con el film. Tilda Swinton compone a Eva, una madre que carga con una culpa tremenda por haber engendrado un hijo diabólico. La narración de la inglesa Lynne Ramsay es osada, inquietante,genera climas de gran intensidad que conmueven al espectador en un film nada fácil. Por su parte, John Reilly como Franklin, el esposo de Eva, siempre es efectivo y suele decirse que para un primer actor no hay nada mejor que el soporte de otro gran actor, aunque esté en segundo nivel.

Ezra Miller es el adolescente Kevin que desparrama terror y logra una actuación muy compleja y destacable con el adolescente desencajado, capaz de todo, que desafía a sus padres con su ímpetu destructivo y fatal.

La mano firme de Lynne Ramsay logra que la película mantenga en vilo a la audiencia conmovida por la personalidad de Kevin que oscila entre el horror y el espanto. A pesar de tener muchos elementos para caer en la desmesura, Ramsay no lo hace y mantiene estoicamente el guión sin caer en furias desmesuradas desde el punto de vista de la realización. La furia y la desmesura llegan de la mano del personaje central, mostrándonos lo que puede suceder cuando la contención familiar no es la suficiente y cuando la sobreprotección materna puede generar desgracias. Es una muy buena película que recomendamos a los espíritus fuertes y, en especial, a quienes tengan relación directa o indirecta con la psicología y la psiquiatría. Hay mucha tela para cortar para los especialistas. Nos atrapó.

Carlos Pierre

EL CONSPIRADOR

De Robert Redford. Con James McAvoy, Toby Kebbell, Robin Wright, Alexis Bledel, Evan Rachel Wood, Kevin Cline, Tom Wilkinson, entre otros. Música de Mark Isham. Duración: 123 minutos.

MUY BUENA. REDFORD REGRESA CON UN FILM HISTÓRICO QUE ENJUICIA

A LOS REPUBLICANOS

Robert Redford regresa al cine, tras un largo impasse, con un film muy sólido, con una fotografía espectacular, que nos recuerda a los cuadros de los grandes maestros renacentistas por el manejo de la iluminación. Además, cuenta con un guión que no deja detalle librado al azar y con actuaciones enormes para un hecho que signó y signa la historia de los Estados Unidos. Antes de entrar en detalles, señalamos que Redford tiene filiación demócrata y que toma un momento de la historia de su país donde los republicanos (los del norte) estaban en el poder manejando la economía de la misma manera que lo hizo el ex presidente G.W. Bush. Esta comparación implícita es innegable: Lincoln representa los intereses del segundo Bush. Según la historia, fue déspota al anular el Habeas Corpus, aunque tuvo un manejo de la población afroamericana, para sus intereses que enfureció a los sureños.: a Lincoln no le convenía una población de esclavos, a los sureños sí.

Dos momentos narrativos son expuestos de manera magistral: el final de la Guerra Civil y la presencia del joven abogado Frederick Aiken (McAvoy), que llegaría a ser fundador del actual Washington Post., con un gran desarrollo del personaje de principio a fin.

La historia se presenta en el momento en que el presidente Lincoln cambia de planes y decide ir al teatro Ford para ver, junto a su esposa, el vicepresidente y el secretario de estado, la obra Our American Cousin. Poco antes había asumido su segunda presidencia. Lo asesinó de un tiro en la cabeza un actor de teatro, llamado John Wilkes Booth (Toby Kebbell), que había nacido en Maryland, Virginia (el momento del asesinato es reproducido tal cual lo cuenta la historia: Booth saltó del palco presidencial al escenario blandiendo el arma y se escapó) y como hombre del Sur, detestaba la política norteña de Abraham Lincoln así como también la abolición de la esclavitud que había logrado el presidente número 16 de los Estados Unidos. La matanza de las tres autoridades provoca una persecución y caza de brujas feroz. De esta manera, los hombres del gobierno llegan hasta la casa de Mary Surratt (Robin Wright), madre de John Surratt, agente de los servicios secretos confederados quien traba amistad con John W. Booth. Se forma un grupo de conspiradores, bajo el ala de Mary Surratt. Mientras John Surratt se escapa, se logra detener a siete sospechosos y la madre de John, que serán enjuiciados y llevados a la horca.

Cobran notable predicamento la actuación de Kevin Cline como secretario de Guerra y de Tom Wilkinson, que encarna a Reverdy Johnson, un demócrata conservador que fue nombrado comisionado por Lincoln para investigar los hechos de la guerra civil. El centro argumental es Mary Surratt, quien tiene la defensa del inexperto Frederick Aiken. A medida que transcurre la narración, con puntillosos debates en las audiencias del tribunal, se observa que la reticencia inicial de Aiken por defender a Surratt deja paso al convencimiento de que la mujer ha actuado a favor de su hijo y que su enjuiciamiento tiene por objetivo el quebrar a su hijo, verdadero traidor, y a sus amigos. No está libre de culpa y cargo la mujer: se trasladó de Maryland a Washington DC para abrir un lugar de encuentro de su hijo con sus amigos.

El film no ahorra la discriminación racial existente en el sur, mientras muestra la opulencia del norte a través de su manera de vivir y de considerar a la sociedad en general: el norte avasallando al sur, pobre y con población de diferente color de piel.

Se puede decir sin faltar a la verdad que la narración tiene muchos detalles, especialmente durante el juicio a los futuros condenados, pero los diálogos son muy consistentes y hay una fotografía que pone la agilidad que un hecho histórico, contado con mucho rigor, puede no tener.

Robert Redford tuvo una gran chance de mostrar qué son capaces de hacer los republicanos en el poder, en momentos en que su país se acerca a una nueva elección presidencial con un candidato republicano opuesto a los inmigrantes y con mucha dureza en sus conceptos económicos. Y teniendo en el poder a un demócrata. Al parecer, la visión republicana del “sistema americano” no ha variado: proteccionismo, economía inflacionaria, y medidas en contra de los opositores que, en el caso de Lincoln, incluyó la ausencia de Hábeas Corpus para los terroristas (caso del ataque a las Torres Gemelas) y muerte (seguramente, Guantámano). Es un film histórico narrado con mano maestra, con un diseño de arte y rubros técnicos excelentes. Más que recomendable a pesar de algunos pasajes un tanto lentos.

Elsa Bragato

NOSOTRAS SIN MAMÁ

De Ejgenia Sueiro. Con Eugenia Guerty, Vanesa Weinberg, Nora Zinski y César Bordón. En blanco y negro. Música de Alejandro Franov. Duración: 70 minutos.

BUENA. DRAMA CON REMINISCENCIAS DE CICLO DE TV

Tres hermanas se reencuentran luego de la muerte de su mamá en la casa donde pasaron su infancia (algo que ver con “Para vestir santos?”, Polka). Cada una de ellas tiene su propio pesar, desde apremios económicos, hasta vivir en el exterior y la menor, la típica despreocupación de los muy jóvenes. Un hecho accidental las deja encerradas en su casa (reminiscencias de Luis Buñuel y “El ángel exterminador”) y marca el comienzo de un encuentro que es el desencuentro de tres hermanas diferentes. Solo las une la sangre.

Eugenia Sueiro realizó su ópera prima en blanco y negro, recurso que utilizó para subrayar el luto por la muerte de la madre de las tres hermanas. El lugar donde quedan encerradas es amplio, con jardín, con pileta y la situación las invita a reflotar el pasado, en el que aparece la madre hoy ausente, y sus recuerdos de ella.

Afinidades, desavenencias, en este relato que encara la hermandad con parsimonia en el relato, también con tibieza en las relaciones fraternales, casi sin pasión. Surgen obstáculos, desde económicos hasta un embarazo, pero falta pasión, tensión dramática para que el espectador se conmueva.

Desde el punto de vista de la crítica, uno piensa que el recurso del blanco y negro solo está permitido en películas cuyos guiones trascienden las técnicas. Cuando estamos frente a un guión interesante pero sin pasión, por momentos, lineal, el blanco y negro opaca la escasa tensión que pueda existir, en este caso, entre tres hermanas reunidas a la fuerza. Se nos ocurre que el color y un tratamiento con claroscuros habrían sido ideales para esta historia. Es decir, la idea es buena, pero la realización desdibuja la propuesta. En cambio, felicitamos a las actrices que dieron lo mejor de sí para ponerse en la piel de tres hermanas desunidas por la vida y la educación.

Carlos Pierre

EL PRÍNCIPE DEL DESIERTO

De Jean Jacques Annaud. Con Antonio Banderas, Tahar Rahim, Frida Pinto, Mark Strong, entre otros. Música de James Horner. Duración: 130 minutos.

REGULAR. EL PETRÓLEO ÁRABE EN UNA EXASPERANTE NARRACIÓN

Que gustan las películas de luchas, con príncipes de ambos bandos unidos por el amor de sus hijos a la manera de Romeo y Julieta, nadie lo puede dudar. Y, en todo caso, nos gustan más o menos dependiendo de la realización. En el caso de “El príncipe del desierto”, Jean Jacques Annaud, el mismo gran realizador de El amante y Siete años en el Tibet, nos presenta una lánguida historia con capitales europeos y de Qatar, ubicada en 1930. Dos reinos árabes, uno con el Emir Nesib encarnado por Antonio Banderas y el otro, el sultán Amar (Mark Strong), se disputan la “franja amarilla” donde acaba de ser descubierto el petróleo. El emir Nesig concibe la educación de uno de los hijos del Sultán, el príncipe Auda a cargo de Tahar Rahim, para asegurarse que no habrá guerras futuras por esa zona aún en disputa. Las cosas se complican, los chicos crecen…, y las guerras en el desierto explotan.

Uno de los problemas del film radica en la endeble actuación de sus protagonistas: no resulta creíble Antonio Banderas, compuso uno de sus peores papeles en el cine. Es demasiado débil Mark Strong, a pesar de su apellido, y el joven Tahar Rahim, de El Profeta, aparece como el príncipe de los cuentos sin mayor convicción hasta la mitad del film. Ya promediando el largo prefacio narrativo, el espectador asiste a lo que esperaba, las luchas en el desierto y todo lo que este tipo de acciones conlleva. Y cobra carnadura al menos el personaje del joven Rahim.

La historia, como dijimos, está ubicada en 1930 y el comienzo de lo que es, hasta hoy, la batalla por el petróleo. Lejos de siquiera parecerse a Lawrence de Arabia, el tema está esbozado y solo tiene desarrollo en la pelea tribal de las dos familias y sus herederos. El hijo educado por el enemigo ahora que primero enfrenta al padre y luego lo defiende, por ejemplo. Es que la historia argumental queda en lo anecdótico, pierde universalidad cuando el petróleo es “el tema” del mundo especialmente por la revolución de los países árabes (auténticas o bien inducidas por los organismos de inteligencia). La pelea entre los dos poderosos no alcanza a tener potencia en sí misma para trascender la lucha por un pedazo de tierra con petróleo, queda en la lucha personal. Queda en peleíta. Esto por obra del guión, por obra de una incorrecta dirección de actores y por obra de una ambición un tanto desmedida de un gran realizador. No dudamos de que va a gustar por el exotismo que siempre generan las luchas armadas en plenos desiertos, por nostalgias de ver aparecer a Peter O’Toole, o porque estamos frente a una de “guerra” como las del cine clásico. Pero no. Salvo las secuencias bélicas, el film dista mucho de mantener la atención del espectador de pe a pa, cayendo en paramentos elementales para una historia que conmueve al mundo hasta hoy. Nos resultó elemental aunque con secuencias vibrantes de batallas. El resto, nos aburrió bastante.

Elsa Bragato

ESPEJITO, ESPEJITO

De Tarsem Singh. Con Julia Roberts, Nathan Lane, Lily Collins, Armie Hammer, Sean Bean, entre otros. Música de Alan Menken. Duración:

BUENA .APARATOSA VERSIÓN DE BLANCANIEVES

El cuento de Blancanieves regresa a la pantalla esta vez en versión humana, aunque tiene alguna incursión de animación. Todos recuerdan que un rey quedó viudo luego de que su esposa diera a luz a una niña blanca como la nieve, de allí su nombre, tal como era su deseo. Y se casa de nuevo con una bella mujer que es muy mala. Como está mucho tiempo fuera del palacio, la mujer convertida en Madrastra de Blancanieves, da rienda suelta a su narcisismo frente a un espejo parlante que le indica que la más bella es la h ija de su marido. Enceguecida la manda a matar y, como no lo logra, la envenena con una manzana. Un príncipe le dará el beso que la hará despertar, luego de ser cuidada por los famosos siete enanitos hacia cuya casa la niña llega tras escaparse del palacio.

El cuento de los hermanos Grimm tiene grandes protagonistas que son los que salvan la producción tan aparatosa. Una realización con menos visos de cuento habría resultado más eficaz. Se nota en el vestuario, por ejemplo, de Julia Roberts, y en el del joven cazador del reino y sus amigos quienes usan toallones, en una de las secuencias, alrededor del cuerpo luego de una determinada situación vivida, que no condicen con el diseño de arte del film . Detalles que saltan a la vista y que, a veces, incomodan. Pero no nos olvidamos de que la película va dirigida a la platea más chica y, en ese sentido, tiene atractivos como las secuencias en el bosque, los enanos que son amigos de Blancanieves, y el regreso del rey al castillo para poner las cosas en orden.

La historia real indica que los hermanos Grimm se basaron en viejas leyendas que corrían por su ciudad natal, Steinau cercano al llamado “bosque virgen” ubicado en Spessart, donde está el área de Lohr y el castillo de María Sophia, una bella niña famosa por su bondad y generosidad que habría dado origen a la protagonista del relato de los Grimm. En el museo de Spessart también se conserva el famoso e inmenso espejo mágico realizado por la Manufactura de Cristal de Lohr en 1700 más o menos, mientras que el veneno que ingirió BlancaNieves tiene mucho que ver con el jugo de belladona, fruto común de la zona de Spessart. Ese zumo contiene “atropa belladona” que se usa en medicina.

Es decir, hay mucho de cierto en el cuento que los hermanos Grimm editaron en 1812 y, en la película Espejito, Espejito, se sigue la historia famosa de los Grimm aunque la presencia del rey está mejor planteada y tiene una bella secuencia final, como debe ser en todo cuento. Los bosques nevados, los enanos asombrados, mantienen la esencia del cuento original mientras que Julia Roberts compone a una madrastra bella que, al fin de cuentas, tiene más carisma que la propia Blancanieves, una dulce actriz opacada por la presencia de la Roberts. Es destacable la actuación de Nathan Lane como Brighton, que le proporciona momentos de humor bien dosificados a la narración. A pesar de estas objeciones, la película es apta para toda la familia y los chicos no serán defraudados. Nosotros esperábamos mucho más.

Elsa Bragato